Las cifras que se conocieron ayer volvieron a mostrar una economía que se ralentizó durante el séptimo mes del año. El comercio, medido a precios constantes, se desaceleró en julio y registró un crecimiento de 3,2% comparado con igual mes del año anterior, tras anotar un aumento de 9% en junio.

¿La razón?

Una base de comparación más alta, así como también por un día laboral menos que el año pasado. Uno de los factores fundamentales que explican la alta base de comparación fueron las compras que el año pasado vinieron de la mano de los extranjeros, en particular de argentinos.

Este año ese efecto ya no existe. Pese a este resultado, que estuvo por debajo de lo esperado por el mercado, en el año el avance del sector es de 6,4% interanual, en gran medida apuntalado por la comercialización de vehículos y motocicletas, aunque en el último mes moderó el ritmo. Por el contrario, el sector minorista anotó un retroceso, donde los más afectados fueron los bienes no durables con un descenso de 1,4% anual.

En definitiva, el comercio está mostrando distintas velocidades de expansión y existe preocupación hacia los meses que vienen, en particular porque la masa salarial (que toma en cuenta los salarios y el empleo) ha evidenciado un comportamiento plano.

Estos datos se suman a los conocidos la semana pasada (caída en la manufacturas y en minería), lo que augura un julio complejo, pudiendo ser el peor trimestre del año. Si eso se une a las expectativas de los consumidores que no logran repuntar, el cuadro se vuelve difícil para los próximos meses. La encuesta Cadem arrojó que aumentó el número de encuestados que piensa que la situación económica del país será mala o muy mala, al 26%, mientras que bajó a 46% los que piensan que será positiva.

La reforma tributaria puede ser el gran hito que marque un repunte de las expectativas, si es que logra avanzar en el Congreso de una manera satisfactoria. Hay que ver cómo serán los demás proyectos que pretende enviar el gobierno durante septiembre.