La irrupción del Covid trajo consigo una situación límite, incertidumbre y soluciones creativas para problemáticas nuevas. Y una de las cosas que puso en evidencia, fue la necesidad de cambiar el funcionamiento de las ciudades.

Hoy, con una pandemia en retroceso, quedó claro que las urbes pueden funcionar bien con el teletrabajo y otras actividades de manera remota, en las cuales a través de internet se accede a espacios virtuales que hacen posible almacenamiento, interacciones y cruces de información, donde la utilización del cloud computing se ha hecho más evidente.

Según el IESE Cities in Motion Index 2020, estudio publicado anualmente por la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra, que evalúa el desarrollo de las ciudades del mundo, Santiago es una de las urbes líderes, más inteligente y sostenible de Latinoamérica. En el lugar número 68, según el informe, la capital chilena trabaja “para ofrecer herramientas tecnológicas que favorezcan la coordinación territorial con el fin de que sus ciudadanos, comunidades y empresas puedan desarrollar sus proyectos”.

Para Luz María García, gerenta general del programa Sé Santiago Smart City de Corfo y Fundación País Digital, las ciudades inteligentes (smart cities) en Chile “se encuentran en un auge sin precedentes. La tecnología representa un facilitador y una oportunidad para conectar aquellas comunidades que mantienen brechas digitales, permitiendo que las personas habiliten el entorno y se relacionen con otros, a través de la integración de los elementos de la ciudad en localidades rurales, junto con mayor interacción con las instituciones y los sectores económicos”. La integración de toda esta información depende de un espacio facilitador que contenga todos estos datos y puedan “conversar” entre ellos.

El director de Claro empresas, Francisco Guzmán, señala que “para implementar ciudades inteligentes, la computación en la nube (cloud computing) es una pieza fundamental, ya que permite almacenar la inmensa cantidad de información que producen los múltiples sensores y dispositivos que tiene una smart city, brindando de manera flexible un acceso permanente a la data”.

Guzmán agrega que el hecho de estar constantemente respaldando la información “otorga disponibilidad y seguridad, elementos centrales para el funcionamiento de una ciudad inteligente“. La oportunidad que ha propiciado los avances tecnológicos hacia una ciudad inteligente, de la mano de empresas que prestan servicios de “move to cloud” en estos dos últimos años, ha sido fundamental según todos los expertos.

Para el ingeniero informático Rodrigo Quilodrán, director ejecutivo de la consultora Valio, para migrar a la nube es necesario conocer las necesidades de la institución, empresa o negocios. “Independiente de los servicios que requiera el cliente, software, plataforma o infraestructura (Saas, Paas y Isaas), un proveedor cloud debe brindar una seguridad integral y no solo resguardar la información, estar en permanente evaluación de las necesidades y requerimientos”, plantea.

Quilodrán opina, además, que los beneficios del cloud son evidentes: “Reducción de costos, porque evita la complejidad de administrar un data center, ahorrando electricidad y tiempo que dedican los profesionales TI en operaciones y mantenimiento; rapidez y practicidad, y escalabilidad proporcionando la capacidad de afrontar las variaciones de demanda IT desde cualquier ubicación en el mundo, prácticamente en tiempo real”.

La democratización de los accesos

La pandemia propició formas nuevas de aprendizajes, interacciones personales y laborales a través de dispositivos y una adaptación como sociedad. No obstante, el tema de los accesos y recursos sigue siendo un desafío país. Al respecto, García señala que la implementación de la tecnología requiere superar, “en primer lugar, las brechas sociales en el uso de internet, la necesidad de actualizar la normativa de protección de datos y asegurar un mantenimiento constante para evitar problemas con la experiencia de usuario, como la ralentización del servicio o la caída de enlaces”.

Para que estos avances surjan -según García-, se necesita un soporte tecnológico, y una red avanzada y pensada en este nuevo sujeto consumidor digital y ciudadano. “La llegada del 5G llena de esperanza a un público exigente que no solo requiere una conexión de aparatos y sistemas, sino que también la comunicación entre personas”, indica.

El presidente ejecutivo de Accenture Chile, Nicolás Goldstein, sostiene que lo que ocurre en el país responde a una tendencia global. “Las ciudades más importantes del mundo están adoptando un espíritu centrado en el ciudadano, utilizando la tecnología como un facilitador para crear servicios físicos y digitales adecuados para el siglo XXI”, explica. Pero Goldstein agrega que falta avanzar aún más allá. “Los gobiernos a nivel mundial y en Chile necesitan urgentemente identificar casos de usos innovadores para sus datos existentes. La data hoy es clave.

En diferentes regiones del mundo se están reutilizando los datos y la analítica para, por ejemplo, estudiar los datos de tráfico, para predecir el comportamiento humano en el transporte público, reducir los accidentes de tráfico y mejorar la seguridad”.

En conclusión, según los expertos, los avances en términos tecnológicos en estos dos últimos años han acercado hasta a los más reacios. No obstante, los desafíos apuntan al abaratamiento de costos de los aparatos y la necesidad de incluir el componente económico al funcionamiento de la ciudad en términos energéticos, fortaleciendo las políticas públicas hacia una eficiencia energética e innovación, ampliando los créditos verdes, fomentando el transporte público limpio y no dejando a nadie abajo de estos procesos hacia un futuro sustentable.