El pasado octubre la "Tax Foundation" publicó su ranking de competitividad tributaria de 2018, en el cual se clasifica a Chile en los últimos lugares de los países Ocde (31 de 35). En relación a sus conclusiones, hay ciertos aspectos a comentar.
Primero, destaca en el ranking el elevado costo que conlleva el cumplimiento tributario. En el mismo sentido, según el Banco Mundial, en Chile se requiere en promedio 296 horas anuales versus las 159,4 en la Ocde.
Sin duda, hay una opinión transversal en el país respecto a la necesidad de simplificar el sistema tributario local, aspecto que ha sido un objetivo planteado en el actual proyecto de reforma.
Esta iniciativa presenta avances tales como, la "carpeta electrónica tributaria", procedimientos más expeditos en devolución de IVA, y terminar la convivencia de dos regímenes tributarios corporativos, adoptando el sistema integrado total. Creemos que hubiere sido positivo evaluar la adopción de un régimen desintegrado (clásico o modificado) que, según la experiencia internacional resulta ser el más simple en materia de cumplimiento.
En segundo lugar, se critica el alto impacto que tiene el impuesto corporativo, afectando la inversión y capacidad contributiva. En efecto, tenemos el impuesto a las empresas equivale aprox. al 20% de la carga tributaria total, mientras que el promedio de la Ocde es de 9%. Es decir, podría la tasa de 27% de impuesto corporativo ser menor como también mejorarse el sistema de deducción de la inversión en capital físico e intangibles. El asunto es cómo compensar esa recaudación.
En tercer lugar, el ranking evalúa positivamente la rebaja de la tasa máxima a las personas del 40% al 35%. Cabe notar que el análisis se realiza bajo la lógica de la competitividad, por lo cual cualquier rebaja hasta llegar a cero, implica una mejor evaluación. Pero bien es cierto que en este punto estamos al debe.
El ranking evalúa negativamente la complejidad en el cumplimiento del IVA, aspecto que sin duda debe mejorar y respecto del cual veremos cómo influye la adopción de la boleta electrónica. En nuestra opinión, en materia de IVA tenemos una histórica deuda, ya que en Chile este tributo aporta el 41% de la recaudación, mientras que en la Ocde promedia el 20%, dato no menor cuando nos referimos a uno de los impuestos más regresivos en el país. Debemos trabajar en ampliar la base de los hechos afectos (asesorías) y avanzar en un futuro en una baja de la tasa actual.
Finalmente, el desafío es evaluar, entonces, dónde recaudamos más. Nos permitimos levantar algunos aspectos para el análisis durante la discusión del actual proyecto: aumento del impuesto al diésel igualándolo al de las gasolinas; eliminar o restringir las franquicias tributarias a las ganancias de capital para acciones y cuotas con presencia bursátil; eliminación renta presunta; etc.
Si estamos discutiendo sobre modernización tributaria a largo plazo, no dejemos aspectos relevantes fuera. Como dice un viejo aforismo "el objeto de toda discusión no debe ser el triunfo, sino el progreso".