En lo que va del año los registros de inflación no han dejado de sorprender. Durante este período, los cuatro datos conocidos de IPC han diferido de las expectativas de economistas y del mercado. A esto se suma que en la parte final del 2017 tuvimos un registro histórico de -0,2% en septiembre y una sorpresa al alza en octubre.

En un escenario donde ha sido difícil predecir las expectativas de inflación es importante preguntarse qué está esperando el mercado, por dónde pueden venir las próximas sorpresas y, a partir de ahí, buscar una estrategia de inversión de mediano o largo plazo.

Durante el año, las expectativas de inflación han estado en torno al 2,4% para el 2018, lo cual es un número bajo en términos históricos. Esto se explica por los bajos niveles de actividad que vivió el país durante el año anterior, la apreciación del peso chileno y los bajos niveles de inflación que se han dado en el resto del mundo.

Sin embargo, en los últimos meses hemos observado situaciones que no estaban previstas y que pueden influir en los niveles de inflación a futuro. En primer lugar, en pocas semanas el dólar pasó de $ 590 a $ 630 siguiendo la tendencia de la mayoría de las monedas a nivel global. Asimismo, el petróleo ha mostrado una fuerte tendencia al alza producto de una mayor demanda y de los factores geopolíticos. En segundo, se ha observado un repunte en los indicadores de actividad. Estos factores -actividad, depreciación y petróleo- tienden a generar inflación, por lo cual creemos que de haber sorpresas en los datos de inflación, estos deberían ser al alza.

Considerando lo anterior, nuestra recomendación es mantener una preferencia por instrumentos en UF, ya que esperamos que los registros de crecimiento continúen altos y, probablemente, sorprendiendo al mercado. A su vez, esperamos que la moneda se estabilice en torno a los $ 600 y que, debido al sistema de estabilización de precios de los combustibles, se siga traspasando gradualmente el alza del precio del petróleo al IPC. Esta estrategia debería de tender a ser efectiva en un horizonte de mediano y largo plazo sin tener que tratar de acertar al registro de inflación del próximo mes.