En pocos meses tendrá lugar el evento internacional más importante de nuestra historia, no sólo por las dimensiones de su organización, sino por el momento en que tendrán lugar las negociaciones diplomáticas y la importancia de las materias que deberán resolverse.
La COP 25 ocurrirá en un momento en que el mundo científico ha advertido en todos los tonos posibles que si los países no incrementan y aceleran sus compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el planeta podría enfrentar en las próximas décadas un escenario climático complejo e irreversible.
En este escenario y en el término de la vigencia del Protocolo de Kyoto, urge poner fin a la negociación de las reglas del Acuerdo de París a partir de 2020. Y para ello, resulta fundamental acordar el mecanismo financiero que asegure una reducción de emisiones eficiente y transparente.
Para lograr el control del aumento de la temperatura del planeta, es indispensable el compromiso de los actores no gubernamentales, es decir, todo el mundo privado, precisamente porque las emisiones tienen su origen en las acciones que todas las personas realizamos para alcanzar el desarrollo económico.
El mundo productivo privado no ha estado ajeno a este desafío y hace ya mucho tiempo realiza acciones serias y concretas para dar sustentabilidad a sus actividades, desde el punto ambiental, social y económico. El problema que enfrentan las empresas es que estos esfuerzos, por serios e importantes que sean, no siempre son valorados debidamente por la ciudadanía, probablemente porque la fuente de difusión de estas acciones son las propias empresas, que muchas veces escalan en solitario las altas cumbres de la reputación.
De ahí la enorme oportunidad que la COP 25 representa para aquellas empresas que han avanzado hacia modelos de producción más sustentables y que han asumido compromisos reales para llevar adelante sus actividades productivas de forma más respetuosa con el medioambiente.
La efervescencia ciudadana que genera la COP debe ser vista por el mundo productivo como una oportunidad ineludible de acercarse a las comunidades y a la ciudadanía, para mostrar cuán comprometidas están con el desafío global de transformar la economía hacia un modelo capaz de equilibrar el respeto por el medioambiente, con la necesidad de desarrollo económico, único camino que ha demostrado ser viable para mejorar la condición de vida de todas las personas.