2021 dejó el triste registro de ser el cuarto año más seco de la historia en Chile, otra evidencia de una realidad alarmante y que podría empeorar dada la sostenida baja de lluvias en los últimos años. El diagnóstico es claro: el país experimenta la peor crisis hídrica de la que se tenga registro.

Es en este contexto que el agua ha irrumpido como una de las principales preocupaciones de los chilenos, plasmándose en el actual proceso constitucional y el reciente Código de Aguas, proyecto que consagra el acceso al recurso hídrico como derecho humano, entre otras varias disposiciones. En paralelo, la autoridad ha llamado a moderar el consumo de los hogares debido al déficit del 66% en que se encuentran los embalses, una proyección para el caudal de los ríos en mínimos históricos y una baja de entre 60% y 80% de lluvias en todo el país. Para los expertos, es una realidad que llegó para quedarse.

El panorama es muy preocupante, pero también es un desafío para un país que ha demostrado ser resiliente ante emergencias y catástrofes naturales, donde la sequía es una más. Sin embargo, para enfrentarla adecuadamente debemos buscar soluciones con celeridad.

Una de las más urgentes es avanzar hacia la desalación, tecnología que en un país como Chile -con su extensa costa y condiciones privilegiadas para el desarrollo de energías renovables- se podría incorporar de forma sustentable. Una de estas plantas tiene un horizonte de ejecución de cinco años, plazo que podría reducirse si se aceleran las gestiones para la obtención de permisos y con planificaciones territoriales que promuevan su desarrollo, tanto para el consumo humano como para actividades económicas. Si bien, la minería ha podido avanzar en estas inversiones, ya que su escala de producción y capacidad financiera lo permiten, la agricultura, en conjunto con otras industrias que requieren del agua como insumo crítico, también podría lograr proyectos de desalación. En este sentido, el Estado debe cumplir un rol clave a través de garantías, subsidios y financiamiento, ya que en Chile hay 350 mil hectáreas plantadas con una inversión estimada de US$14 mil millones (sin considerar suelos), equivalentes al 6% del PIB nacional. Si no actuamos con urgencia, la sequía destruirá una actividad indispensable para el país, generando pobreza y fenómenos demográficos de incierta envergadura.

En el rubro agrícola se debe continuar con la tecnificación y el uso eficiente del agua. Para esto es fundamental que el Congreso acuerde prontamente una nueva Ley de Riego que promueva el uso eficiente del recurso en todo el territorio nacional, considerando que, ante una agudización de la sequía, la zona centro-sur es la menos preparada del país. Asimismo, se debe impulsar la construcción de pequeños y medianos embalses, que son una solución práctica probada y más simple de realizar que los grandes embalses.

Como Comité de Paltas de Chile, sabemos la importancia de cuidar el agua. Lamentablemente, en la opinión pública se han instalado una serie de mitos que han puesto a esta industria al centro de las críticas, haciendo creer a la población poco informada que los paltos son un cultivo que necesita gran cantidad de agua, lo cual es absolutamente falso. En este sentido, es importante precisar que su consumo promedio es menor que gran parte de otros cultivos y alimentos que consumimos a diario, según lo demuestran estudios serios e independientes como es el caso del INIA (2010) y CAZALAC (2021), organismo patrocinado por la Unesco. Hoy somos una industria alimentaria que alcanza prácticamente el 100% de cobertura de riego tecnificado en el país, constantemente estamos promoviendo el uso de nuevas tecnologías que permitan ahorrar agua y contribuimos en 14 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU, en línea con nuestro objetivo permanente por la sustentabilidad de la palta.

Queremos ser parte de la solución a la crisis hídrica. ¿Cómo? Actualmente estamos trabajando con la Fundación para el Desarrollo de Petorca (Fodepe) para financiar infraestructura hídrica en toda la provincia; siendo parte del proyecto de gestión de la cuenca del Aconcagua impulsado por Países Bajos; y nuestros productores y exportadores están trabajando con fuerza en aportes a la comunidad para enfrentar la sequía en un trabajo silencioso, especialmente en zonas donde el Estado ha estado ausente. Sin embargo, nadie puede combatir este problema de forma aislada.

Estamos a tiempo de actuar, empecemos ya.

*El autor de la columna es el presidente del comité de paltas de Chile