La crisis social que enfrentamos hoy es una contingencia mayor que no sólo nos afecta emocionalmente y nos empuja a preguntarnos ¿cómo llegamos hasta acá?, sino que también impacta fuertemente nuestra institucionalidad, gobernabilidad y expectativa de alcanzar un desarrollo equitativo. Debemos hacernos cargo de la delicada situación en el corto plazo. No obstante, es ésta también una oportunidad de un potencial constructivo enorme, si logramos forjar una agenda país al estilo de Nueva Zelandia o los países escandinavos.

Ayudaría utilizar los principios derivados de la lógica Effectuation (forma en que emprendedores e innovadores expertos se manejan ante la incertidumbre). El escenario actual es extremo y no sabemos si nos convertiremos en otro caso de desarrollo frustrado o lograremos salir adelante. En ese contexto, no se trata de planificar o intentar predecir el futuro, sino que construir paso a paso un futuro factible y deseable.

La agenda efectual es, entonces, una alternativa ideal para hacer frente a los problemas de inequidad y descontento social. Ésta no se alimenta de proyecciones de crecimiento, ni de promesas de reestructurar ingresos y condiciones de diversos actores. Es ponerse en movimiento con aspiraciones abiertas de mejoría, para ir (re)definiendo objetivos sobre la marcha, en lugar de intentar fijarlos de forma inamovible en el contexto de una situación que sigue estando absolutamente en flujo. La forma en que Macron manejó a los "chalecos amarillos" es un tremendo ejemplo en ese sentido.

Para decidir qué podríamos hacer, hay que tener claro los costos asumibles. En este caso, hay actores del mundo político, empresarial y social que ya han dado señales de querer aportar. Andrónico Luksic habla desde la efectualidad, cuando dice que están los medios para resolver los problemas ahora. Afortunadamente, varios ya lo están siguiendo y desafiando implícitamente a ir por más.

Así, tenemos medios y recursos al alcance. Ciudadanos, académicos y empresarios no sólo dispuestos, sino activos. Al gobierno le toca la labor de articulador para ejercer un liderazgo efectivo y estratégico. Las instituciones y la sociedad civil tenemos un rol en este nuevo escenario, donde se ha despertado la empatía, pero se requiere de una efectividad pronta y consciente de lo que somos y tenemos, para poner en marcha la agenda de reconstrucción de un Chile más próspero y equitativo.