
Cristián Infante: “Hoy día, puntualmente, estamos poniendo todas las balas en Brasil”
El gerente general de Arauco habla con orgullo del desafío de levantar la planta de celulosa Sucuriú en Brasil, donde pusieron la primera piedra esta semana. Invertirán US$ 4.600 millones, esperan comenzar a producir a fines de 2027 y alcanzar su capacidad de 3,5 millones de toneladas en su primer año de operaciones. Y revela que tienen autorización para expandirse a 5 millones de toneladas. “Pero eso es algo que veremos en el futuro”, dice. Aunque no abandonan sus planes en Chile u otros países, aquí explica por qué hoy este proyecto, el mayor de la historia de Arauco, consume las energías del grupo.
Fue simbólico, pero los negocios, igual que todo, están rodeados de símbolos. Arauco, el brazo forestal del grupo Angelini, puso esta semana en Brasil la primera piedra de la mayor inversión de su historia: la planta de celulosa Sucuriú -nombre del río en cuya ribera estará emplazada-, por US$ 4.600 millones. Las obras ya habían comenzado el año pasado y a la ceremonia de este miércoles en la ciudad de Inocencia, en el Estado Mato Grosso do Sul, llegó el vicepresidente brasileño, Gerardo Alckmin, quien resumió así al grupo chileno Arauco la posición de su país: “Cuenten con nosotros”, dijo en su discurso. “La industria está a la vanguardia de la innovación. Y paga mejores salarios, agrega valor y da un gran impulso a la economía”, agregó. Por Arauco estuvo su gerente general, Cristián Infante, quien dio un discurso en portugués. Infante está agradecido de la recepción de parte de las autoridades locales, estaduales y nacionales, de la comunidad, de sus proveedores. “A nosotros como equipo nos marcó mucho”, cuenta ya de regreso en Chile.
Arauco es un gigante que el año pasado tuvo ingresos por US$ 6.546 millones, dividido casi en partes iguales por sus dos negocios: la celulosa aportó el 52% y su negocio de maderas, el 48%. Pero la primera contribuyó con el 64% de su Ebitda. En celulosa, Arauco es hoy el tercer mayor productor del mundo, detrás de Suzano y cerca del grupo April-Bracell. El grupo chileno tiene una capacidad instalada, repartida en Chile, Argentina y Uruguay, de 5,3 millones de toneladas de celulosa al año. Pero la nueva planta en Sucuriú agregará 3,5 millones de toneladas. Y con 8,5 millones, se consolidarán como los segundos del mundo.
Infante dice que el cronograma apunta a comenzar a producir en el último trimestre de 2027. Hoy el 62% de los activos de Arauco está en Chile. Con la apuesta brasileña, Chile será menos de la mitad. Además de la planta; ya tienen 250.000 hectáreas disponibles y están plantando 65 mil adicionales al año para tener la masa forestal.
Cristián Infante, quien viaja una vez al mes a Brasil, ocupa la gerencia general desde 2011, pero trabaja en Arauco desde 1996. El próximo año cumple tres décadas en la compañía.
¿Cómo cambió Arauco en 30 años?
-Ha cambiado en muchísimos planos.
Pasó a ser una empresa chilena o una multinacional...
-El proceso de internacionalización empezó con la compra de Alto Paraná, en Argentina, a fines del 96, principios del 97, con una planta de celulosa y bosques, y después siguió con todo lo que tenemos hoy, Estados Unidos, México, Canadá, Brasil, Uruguay, estamos en Europa también. Pero también ha cambiado la forma en la cual nos manejamos. Hemos tenido un proceso de modernización, sobre todo lo que tiene que ver con el management, en el que estamos extremadamente abiertos a la mejora continua. Antes, la potencia de Arauco eran sus fierros y el hecho de que en Chile teníamos árboles que crecían rápido. Hoy día la potencia de Arauco es su gente, su cultura, en la cual buscamos que haya espacios para poder trabajar en esa mejora continua.
Las mayores empresas forestales del mundo están en Brasil. Imagino que es un tema de tamaño…
-Brasil ofrece una cantidad de condiciones naturales que son muy atractivas, los árboles crecen muy rápido, hay disponibilidad de tierra, la cultura industrial fabril brasileña es muy potente. Brasil era un paso natural. Además, en Chile hoy día no hay suficiente madera, no hay suficiente bosque para poder hacer un proyecto como el que estamos haciendo en Brasil. Por eso, el último proyecto grande que se hizo en Chile fue Mapa (complejo de 2,1 millones de toneladas, puesto en marcha en 2023) y es difícil pensar en una nueva planta celulosa en Chile básicamente por la disponibilidad de fibra.
Después de Mapa no hay espacio para una planta de ese tamaño en Chile.
-En Chile había como 2,4 millones de hectáreas plantadas y producto de los incendios, producto de usurpaciones, del robo de madera, hoy día estamos con un poquito menos de 2 millones de hectáreas plantadas. Como industria no hay suficiente madera para abastecer una nueva planta celulosa.
¿Eso se puede revertir?
-Yo creo que se puede revertir. La actividad forestal toma suelos degradados, planta árboles y la plantación de esos árboles, ¿qué es lo que hace? Primero, evita la erosión. Segundo, una captura de emisiones de carbono muy potente. Y tercero, generas una actividad económica, que es renovable. Hay tierra disponible en Chile para poder ampliar la base forestal. Como país deberíamos tener una política en que busquemos cómo ampliar esa base forestal.
¿Y ustedes, como empresa, tienen esa política o toda su “energía” se la está llevando todo Brasil?
-Bueno, hoy día puntualmente -hay que ser claro- estamos poniendo todas las balas en Brasil, pero en Chile, en el pasado hemos ido armando un patrimonio forestal importante. Hoy día en Chile tenemos una situación de madera que estamos apretados y nos gustaría que hubiera más madera para poder seguir creciendo en proyectos. Como compañía tenemos dentro de nuestro ADN ir buscando oportunidades e ir ampliando nuestro negocio y nos encantaría poder crecer en Chile.

Los últimos años han crecido vía orgánica. ¿Por qué no han comprado otras compañías o las necesidades de capital de este proyecto limitan el crecimiento inorgánico?
-Uno va tomando las oportunidades que aparecen en el camino. Por ejemplo, en el negocio de los tableros, que crecimos muy fuertemente, lo hicimos mucho a través de una mezcla entre orgánico e inorgánico. Hicimos adquisiciones, compramos empresas en Estados Unidos, en Europa, compramos los activos en Brasil y en México que tenía Masisa... En el caso de la celulosa es un poco más complejo. El avance de la tecnología hace que las plantas sean cada vez más grandes, por lo tanto, es económicamente más eficiente una nueva planta que tiene una escala un poco mayor que comprar plantas. Cuando uno busca eficiencia, cuando uno busca meter nuevas tecnologías, el camino más razonable ha sido, en el caso de la celulosa, a través de inversiones propias. Eso es lo que hicimos en Mapa, lo que hicimos en décadas pasadas en el sur de Chile también, lo que hicimos en Uruguay, que en 2014 echamos a andar Montes de plata. Además, estas plantas son muy modernas, muy amigables con el medio ambiente. Sin ir más lejos, Sucuriú va a tener la última tecnología disponible, lo más moderno.
¿Y como empresa, el crecimiento de Arauco está más fuera de Chile que dentro de Chile?
-Es una mezcla, no es dentro de Chile y fuera de Chile, no hay dicotomía. Por ejemplo, hoy día en el sur de Chile estamos haciendo una planta de tableros OSB, en el complejo del Trupan-Cholguán. Tenemos en el sur de Chile un potencial eólico muy grande. Estamos trabajando en más de 1.000 megas de capacidad en parques eólicos en el sur de Chile. Y en la medida que podamos lograr tener los permisos para poder llevar adelante los parques eólicos, sin duda queremos crecer en Chile. Por lo tanto, Chile tiene un camino de desarrollo que está muy inserto en la estrategia global. Ahora claro, con una inversión tan grande como la de Sucuriú, estas otras se ven bastante marginales. ¿Por qué? Porque esta inversión en Brasil es la más grande de nuestra historia y es la que se lleva por el momento todos los números grandes.
Mientras no inauguren Sucuriú, imagino que Arauco no se va a embarcar en un proyecto de esta envergadura…
-No, no. Hoy día toda nuestra energía, todos nuestros recursos, están puestos en Sucuriú. Ahora, cuando pedimos la autorización por el proyecto de Sucuriú, la pedimos por 5 millones de toneladas. Pensamos que hay potencial el día de mañana para poder seguir creciendo en Brasil, pero eso es algo que veremos en el futuro. Nuestro rol es darle alternativa de inversión de crecimiento a la compañía y en eso estamos.
Con Sucuriú se van a transformar en el segundo productor mundial de celulosa. ¿No aspiran a ser el primero?
-Ser el primero no es una aspiración. La aspiración nuestra, y no son solo palabras, es ser una compañía que le entrega beneficios y aporta a sus accionistas, a sus trabajadores, a las comunidades.
¿Las finanzas de Arauco se estresaron con este proyecto? Tuvieron que hacer un aumento de capital.
-Hicimos un aumento de capital que se está haciendo parcelado. El financiero lo tenemos prácticamente asegurado. Cuando uno hace un proyecto está envergadura por supuesto que los indicadores suben un poco, sobre todo el endeudamiento, pero está totalmente en línea con lo que es una empresa investment grade como nosotros. Y son proyectos bien curiosos porque es una inversión muy grande que el día que parte la producción empiezan a generar una cantidad de caja muy potente por lo tanto el deleveraging (desapalancamiento) que se produce es muy rápido y eso todo el mercado lo entiende.
“Somos una empresa global y en la medida en que haya restricciones al comercio internacional, va a terminar afectando a la actividad”
“Hoy día estamos, el mundo, en una turbulencia que es muy difícil poder predecir”, dice Cristián Infante sobre la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos sobre todo con China. La exportación de madera a Estados Unidos está excluida por ahora de aranceles adicionales. La celulosa, dice Infante, está aún en una zona gris que la empresa está intentando aclarar.
El efecto en Estados Unidos es acotado. Hoy solo el 2% de la celulosa que vende Arauco va a Estados Unidos. Una cifra marginal. Más relevante es la presencia en la madera: Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, representan el 47% de las ventas de paneles de Arauco, pero ese porcentaje está anclado bastante en las operaciones productivas que Arauco tiene allá: 8 de sus 20 plantas industriales de paneles y molduras están en Estados Unidos y Canadá.
El efecto principal es otro. “Somos una empresa global y en la medida en que haya restricciones al comercio internacional, eso a la larga o a la corta, va a terminar afectando a la actividad”, dice Infante.
Puntualmente, insiste, el efecto neto es marginal hoy, pero difícil de predecir. Y pone un ejemplo que ilustra las aristas del conflicto para una empresa como Arauco: China exporta muebles hacia Estados Unidos, los que tendrán ahora un arancel de 145%, lo que podría beneficiar a Arauco, que es un productor local de Estados Unidos. “Pero al final esos muebles chinos capaz que terminen siendo exportados a otro lado y en otro lado va a afectar los precios”, explica. “Entonces, efectivamente es muy probable que el precio de los tableros que vendemos en Estados Unidos tenga un alza. Pero también es probable que el precio de los tableros que vendemos en otras partes tenga una disminución. El neto va a depender al final de variables que hoy día son muy difíciles de predecir”.
En el caso de la celulosa, el 74% va a Asia. Y un 60% va hacia China. La evolución de la economía china, entonces, parece ser mucho más trascendente para Arauco. “Desde el punto de vista si lo ven directamente en nuestras exportaciones, sí, por supuesto, porque que es un mercado mucho más relevante para nosotros”, responde.
“El mercado chino tiene un consumo local muy potente y tiene también exportaciones. Entonces, un porcentaje va al mercado local, todo lo que tiene que ver, por ejemplo, con el consumo de tissue y la mayoría es consumo local. Ahora, todo lo que es el packaging de los productos que se exporta a Estados Unidos va a sufrir: lo más probable es que esos productos terminen en otro lado. Pero vemos que el consumo local en China está bueno. El mercado local está bueno. O sea, hay una demanda importante de papel producto del consumo local. ¿Cómo va a verse afectado eso con los aranceles? Es una buena pregunta”.
La industrialización pretendida por Trump para Estados Unidos podría ser una oportunidad. Pero Infante lo toma con cautela. “Hoy día nuestras plantas están a tope en Estados Unidos y lo que están haciendo muchos productores locales quieren asegurarse de tener suministro de abastecimiento local. En ese sentido estamos muy bien parados”, dice.
La incertidumbre no ha hecho a Arauco reevaluar inversiones. “Sucuriu, por ejemplo, es un proyecto que estamos pensando a 25 años plazo y los otros proyectos se sustentan por sí solos”, dice en relación a una avanzada planta de tableros que construyen en México, que pondrán en marcha en 2026, y una planta de OSB en el sur de Chile.
Infante prefiere no anticipar si los buenos resultados de 2024, con US$ 476 millones en ganancias, se repetirán este año -“si supiera eso, no estaría acá”, bromea-, pero sí da una señal, ligada a la incertidumbre internacional. “Desde el punto de vista de las variables que están en nuestro control, va a ser un muy buen año. Pero estamos hoy día en un momento de tanta turbulencia que es difícil proyectar qué es lo que puede pasar en las variables externas”, aclara. Sobre todo, apunta, qué ocurrirá con los precios de los productos de Arauco. “Yo creo que la demanda de celulosa está sana. Pero con todas estas distorsiones, es difícil poder proyectar”, concluye.
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