Comprar una casa es una de las mayores aspiraciones de los cubanos, que ven cada vez más lejano ese sueño en medio del auge turístico que ha vivido la isla en los últimos tres años, cuando el acceso a servicios, productos y viviendas se ha vuelto prohibitivo para la gran mayoría.
Los salarios estatales apenas superan los US$30 mensuales, y un estudio pequeño de una sola habitación se arrienda por US$250 al mes.
La escasez de vivienda es hoy uno de los problemas sociales más sensibles en Cuba, que registró a finales de 2016 un déficit superior a 880.000 hogares, de acuerdo con los últimos datos oficiales disponibles.