Es el chileno más encumbrado en la minería internacional. Daniel Malchuk, presidente de BHP Minerals Americas -que maneja todos los activos controlados por la australiana en la región, incluida Escondida, la mina de cobre más grande del mundo- aborda con PULSO Domingo los principales desafíos que enfrenta la compañía y el sector en general.

El cierre de 2019 -en rigor, el primer trimestre del año fiscal, que es como ellos llevan su contabilidad- se dio en medio de la crisis social de octubre. Su diagnóstico al respecto es claro: el país necesita más audacia para encontrar las respuestas a lo que pide la ciudadanía. Dado ello, la empresa decidió apurar algunas iniciativas de apoyo a proveedores locales, lo que se sumó a una ambiciosa agenda ambiental que busca operar en un 100% con agua de mar y abastecerse en su totalidad de energías renovables.

¿Cómo está viendo el escenario país?

-No hay duda de que el escenario país es complejo. De alguna manera lo que ha sucedido en los últimos meses no puede dejar a nadie indiferente. Tenemos el desafío de encontrar respuestas como sociedad, tanto a nivel de políticas públicas como de instituciones y agenda social. Lo que tenemos ahora claramente no es suficiente, y eso ha quedado demostrado después del 18 de octubre. Necesitamos un poquito más de creatividad y de audacia para encontrar esas respuestas. Nuestra industria tampoco puede permanecer indiferente a ello.

¿En qué medidas han estado avanzando?

-Después del 18 de octubre, sacamos un programa llamado 3+3, que tiene dos ejes importantes. Uno está asociado con cómo apoyar a proveedores, particularmente pequeños y regionales, donde nos preocupamos de aspectos como el salario mínimo, y también de mejorar sus condiciones de pago, de manera de permitirles mejorar sus condiciones de financiamiento cuando tienen facturas nuestras. De hecho, esto es algo en que ya veníamos trabajando, pero obviamente nos aceleramos a partir de lo que pasó en octubre para colocar nuestro grano de arena, particularmente en proveedores más pequeños y regionales.

El otro eje que venimos trabajando hace mucho tiempo, pero que también se focalizó en octubre, es en aspectos sociales y en cómo podíamos apoyar a nuestras comunidades. Esa fue nuestra respuesta inmediata, pero seguimos caminando en esta ruta que llamamos de valor social, que venía de antes, pero que claramente ahora, con lo que ha pasado, nos cambia la urgencia. En ese sentido, queremos seguir avanzando, movernos de lo que era conocido como licencia social a un concepto de valor social, donde tratamos de aplicar en las decisiones que tomamos un enfoque en donde no solamente creamos valor social, sino también tratamos de generar valor económico, que es absolutamente necesario, porque sin valor económico no existe valor social.

¿Cómo fue el año pasado para ustedes?

-El final de año fue complejo. Fue bueno en el sentido de que hubo varias cosas en que hemos ido plantando algunas semillitas en el tiempo y estas han ido germinando. Hay dos a destacar. Una es el tema de energía. Ese es un trabajo que venimos haciendo hace mucho tiempo, en donde hemos ido pasando por etapas, transitando primero a fuentes de energía sostenible, y culminando con estos contratos que se firmaron, que nos van a permitir a 2025 tener el 100% de nuestra energía renovable. Eso no es menor, porque nosotros representamos el 8% del consumo de energía en Chile. Como compañía, el paso que hicimos en Chile ayudó mucho a cumplir las metas globales de BHP.

El otro tema es el agua. Nosotros cerramos nuestro uso de agua de las fuentes de Monturaqui y tomamos la decisión de quedarnos solamente con agua desalada. Eso, nuevamente, es un trabajo que viene de hace 15 años, en donde hemos ido en etapas aumentando nuestra capacidad de desalación, combinado con ciertos aspectos operacionales donde hemos sido capaces de reducir la demanda de agua. Hemos sido más eficientes en la cantidad de agua por tonelada procesada. Las dos cosas juntas nos permitieron acelerar este paso, que es algo que ya habíamos dicho que íbamos a hacer el 2030 y que ahora lo aceleramos al 2020.

Usted decía que sin valor económico es difícil crear valor social. Estas dos decisiones que tomaron, ¿cumplen con eso?

-El caso de ir a 100% energía renovable, definitivamente. Es un 20% de reducción de costos, lo que ha sido posible gracias a la transición que ha habido. En el caso del agua, no. Es más cara el agua desalada, no hay ninguna duda de eso. Ahora, con energía más barata se reduce un poco esa brecha. No obstante, creemos que tampoco este crecimiento tiene que ser a costa del medioambiente. Hay ciertas condiciones y principios que se deben respetar. Pensamos que en el futuro el uso de aguas subterráneas en Chile no va a ser posible.

Tenemos que tratar de ser eficientes en otros aspectos para mantener la competitividad del sector productivo en Chile, o si no eso nos va a golpear como país en términos de competitividad.

¿Sienten que están marcando una línea sustentable dentro de la industria?

-La industria en general ha dado pasos importantes. A veces a la industria se le achacan injustamente cosas que no son verdad, que cuando uno mira los datos no son verdad. Hay mucho mito dando vuelta ahí en el uso del agua, de lo que ha significado la minería en movernos hacia una economía mucho más sustentable. Veo que en general la industria es líder en eso y nosotros hemos aportado nuestro granito de arena ahí.

¿Cuáles son los desafíos principales este año?

-El 2020 y para adelante el principal desafío que tenemos es seguir caminando en este rumbo de la sustentabilidad y valor social. La minería, vista de afuera, parece más fácil de lo que es. Si miramos esta industria, en cosas independientes de lo que está pasando en el país, es mucho más compleja. Tenemos bastante escrutinio público, estamos en la mira y de alguna manera tenemos que responder a muchos agentes. Eso a veces no es tan fácil, hay que caminar con cuidado en esa área. Las cosas que antes no nos costaban tanto, hoy nos cuestan más. Hay que seguir en esa ruta y hay que hacer eso de manera que mantengamos la competitividad y mejorar estándares, que algunas veces significan mayores costos. Entonces, tenemos que ser más creativos y audaces en buscar soluciones que sean sustentables y que nos permitan seguir siendo competitivos y que la industria sea un pilar fundamental de este país. Nuestra visión es que queremos estar acá ochenta o cien años. Nosotros pensamos en décadas. Hay que dejar de utilizar el espejo retrovisor y mirar para adelante, y eso se aplica a varias dimensiones de lo que estamos pasando.

Coronavirus

Y así como a fines del año pasado tuvimos una crisis interna, a comienzos de 2020 tenemos los problemas externos con el coronavirus. ¿Cómo ven eso?

-Para ser franco, en la última semana ha cambiado un poquito la situación. La última semana se ha disparado un poco y hay una visión de que esto puede ser peor de lo que se pensaba inicialmente. Todavía seguimos en una situación de monitoreo. Efectivamente, más allá de algunas situaciones que normalmente se dan en términos de clientes, de flexibilidad, de embarques, no habíamos sentido algo muy especial. Y si esto continuaba por muchas semanas, iba a comenzar a tener un impacto. Lo que ha pasado esta última semana nos sube un nivel más de alerta. Si uno mira la estadística, la cantidad de casos fuera de China se han ido disparando y eso de alguna manera pone una señal de alerta que esto puede ser quizás mayor.

¿Qué efectos podría tener?

Esto claramente va a tener un impacto en el crecimiento mundial, no hay ninguna duda. De partida, que China haya estado en el refrigerador por seis semanas, nadie va a salir inmune de eso. Los economistas están tratando de entender cuál va a ser el impacto, y nosotros como Chile no vamos a quedar inmune a eso tampoco. No sé cuál va a ser el impacto de esto, pero tampoco va a ser cero. Estamos mirándolo con detención y estas últimas semanas se han tornado un poquito más negativas. Estamos con planes de contingencia, ya el Ministerio de Salud dijo que es un tema de tiempo, pero lo más probable es que llegue a Chile. Creo que esto va a tener un impacto en la economía, no hay duda.

¿Qué medidas están tomando como compañía?

-Estamos con planes de contingencia. Es complejo cuando tienes faenas y campamentos, porque si se te da un caso allí, es complejo. Estamos trabajando en eso.

Y en materia de embarques, ¿clientes les han pedido postergar los envíos?

-Hasta la semana pasada nosotros no vimos eso. Había ciertas flexibilidades, pero que no son muy distintas a lo que pasa siempre con alguna planta que tiene algún problema. Pero si esto continúa por varias semanas, ahí se empieza a complicar la cosa.

¿Qué pasa con los planes de inversión? ¿Ha habido algún ajuste?

-Nosotros pensamos en décadas. Tenemos la suerte de contar con depósitos que van a operar por 50-60 años. Así que no hemos tomado ninguna decisión, seguimos con nuestros planes, estamos de hecho terminando un proyecto de inversión muy grande en Spence, llamado SGO. Este debería estar durante el segundo semestre de este año y entregándonos un poco de cobre este año 2020. Claramente la contingencia y el coronavirus nos han hecho definir planes de contingencia que los estamos aplicando. Podemos decir que lo que pasó en octubre tuvo cierto impacto, no fueron impactos mayores, pero cierto impacto sí.

¿Están mirando nuevos proyectos?

-Estamos mirando en cómo seguir manteniéndonos competitivos. Eso tiene varias dimensiones. Una, es tratar de mantener la producción de cobre a pesar de que baje la ley, buscando nuevas fuentes de recursos y maneras de procesar más mineral y, en general, siendo más productivos. Estamos mirando qué va a pasar con Spence en 10 años más, lo mismo con Escondida. Tenemos una planificación minera de largo plazo y tratamos de planificar esto, de tal manera de adelantarnos a esta situación y adoptar decisiones en el camino, que sabemos que toman tiempo.