Dante Contreras es profesor titular del Departamento de Economía de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la U. de Chile y subdirector del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Su especialidad son los temas de pobreza, desigualdad y distribución del ingreso. Es por ello que resalta que la nueva Constitución, la cual aprueba, podría ayudar a avanzar hacia una mejora de estos indicadores. “Chile todavía es un país pobre, muy desigual, es un país con muy pocas oportunidades” y por ello enfatiza que si no se cambia de manera estructural, “el país seguirá a los tropezones”.
¿Cuál es su opinión de la nueva Constitución que se va a plebiscitar?
Fue un ejercicio democrático. Hubo un trabajo bien importante y concluyó de manera exitosa. El proceso sirvió para generar este nuevo texto. Lo que más rescato de este documento, en primer lugar, son los derechos sociales. Chile es un país que tiene un significativo nivel de desigualdad en cualquier métrica: salud, educación, acceso a áreas verdes, entonces el impulsar derechos sociales muestra un camino y una tendencia para moverse de una situación de mayor desigualdad a una de menor desigualdad. También me parece que los temas de descentralización, con una mayor distribución del poder, son una condición para el país en el futuro. Es importante como quedan resguardados los temas relacionados con las minorías, el medioambiente y la paridad de género. Dado eso, yo voy a votar Apruebo en este plebiscito.
¿Ve factible, dado el actual bajo crecimiento previsto para Chile, financiar esos derechos sociales? ¿Qué tan gradual tiene que ser para que no quede solamente en el papel?
Un texto constitucional marca un camino. No significa que tenga que ocurrir en el cortísimo plazo. Esto tiene que ir acompañado de leyes, de reformas, de políticas públicas que vayan generando un camino en esa dirección. Un grupo de colegas hizo un informe con la cuenta de cuánto costaría financiar la nueva Constitución, y más allá de si la cuenta está bien o mal hecha, si uno se ubica en el rango más bajo o más alto, lo que se muestra es que hay una necesidad de mayor gasto social. Evidentemente, esto no se puede hacer en el corto plazo, porque la construcción de un estado de bienestar toma tiempo. Se debe poner un horizonte, gradualidad y plazo. Lo importante, a mi juicio, es dar la señal de la relevancia que son los derechos sociales para una sociedad que hacia el futuro será más dinámica y cambiante.
¿En caso que se apruebe, se debería trazar la gradualidad para determinar cómo y cuándo se llegará a cubrir los derechos sociales que están en el texto?
Si este texto es aprobado, un ejercicio interesante que se podría hacer entre todos los sectores políticos sería fijar una trayectoria de cómo se avanzará en esos derechos sociales, reconociendo que no todas las cosas se pueden hacer de forma inmediata. Luego de eso, ver cuánto de crecimiento, cuánto de impuestos, cuáles son los plazos adecuados para hacerlo. Eso es parte de un trabajo que podría convocar a varios actores políticos y sociales.
¿Puede, por ejemplo, quedar estipulado que a medida que el país tenga cierto umbral de ingresos o crezca a un determinado nivel, se avanzará en ampliar los derechos sociales?
Puede ser una fórmula que tenga que ver con el éxito de la reforma tributaria, que tenga que ver con el éxito de elevar la productividad, con el lograr mayores tasas de crecimiento. Eso puede definir un marco presupuestario que dará alguna holgura y se pueden ir usando esas holguras para ir avanzando en estos derechos sociales. Una sociedad que tiene mayores derechos sociales debiera tener también mayor capital humano, que es condición clave para explicar el crecimiento. En el largo plazo, invertir en derechos sociales tendrá como consecuencia mejores tasas de crecimiento.
¿Ve que la única opción para que el país avance en los cambios sociales es el Apruebo? Quienes van por el Rechazo plantean que igual se harán cambios.
Es que ese camino estuvo disponible por muchos años, y las personas que hoy en día mueven la banderita empujando esa acción no lo ejecutaron. La reforma de pensiones comenzó a ser discutida en 2006 en la comisión Marcel, luego vino la comisión Bravo, después el exministro Rodrigo Valdés presentó un proyecto en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, y todavía no tenemos reforma de pensiones. Estos son problemas de largo plazo. El tema de la desigualdad en la educación se empujó con harta fuerza durante el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, y ahí vimos que estuvo Ignacio Walker, José Joaquín Brunner, Mariana Aylwin oponiéndose a esa reforma. Ellos son justamente las personas que dicen rechazar y luego reformar. La verdad de las cosas es que tuvieron tiempo. Es muy poco creíble el rechazar para reformar. Probablemente, en ese escenario, las reformas propuestas serían muy tibias y marginales. Por eso es más razonable aprobar.
¿Usted está entre los que aprueban para reformar?
Me parece que esta discusión es casi tautológica, porque imaginar que se tendrá un texto que va a durar 30 años es como antiguo. La dinámica que hemos visto en la sociedad, no solamente en Chile, sino que en el resto del mundo, es tan cambiante, tan variante, que todo el mundo debería estar disponible para ser más flexible. Lo que tenemos hoy día puede ser insuficiente mañana. Es razonable pensar en reformas.
Las posturas entre los distintos economistas y exministros que pertenecen a la centroizquierda no son unánimes, y algunos ya dijeron que van por el Rechazo, ¿por qué cree que el nuevo texto generó esta división?
Primero, quisiera decir que ha sido sospechosa la ausencia de la derecha en este debate. Es impresionante cómo los exministros del gobierno de Piñera e incluso el propio expresidente Piñera no se refiera y estén todos guardados. Llama la atención que se comporten de esa forma. Me parece muy poco transparente. Básicamente, no quieren ser rostros del Rechazo y temen ahuyentar votos.
Y sobre la división de la centroizquierda...
Lo que explica esto es élite y no élite. La gente más de élite es la que ha estado en este plan más cercano al Rechazo y ya sabemos que está superdesacoplada del resto de la población. Les falta harta calle, les falta conocer cómo vive el resto de la población. No vieron venir el estallido social. Eso es desacople, es no entender el país en el que viven. El cono de alta renta, donde están las comunas de Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes, vive en una forma completamente distinta a la que vive el resto del país. No usa la educación pública, el transporte público, todos viven en Santiago, en las mismas comunas, no usan la salud pública. Eso genera una desconexión importante con el resto de la población. Ese desacople es el que explica bastante de esto. Además, me llama harto la atención ver a René Cortázar, que primero postula a la Convención, y pierde, pero luego es uno de los principales voceros, o sea ya está; ya cumplieron su rol, hicieron su contribución en su momento, me parece que es tiempo de jubilarse. No hay problema con eso, vendrán nuevas generaciones, nuevas ideas.
¿Entonces no ve un quiebre entre los economistas de la ex Concertación, sino que es un tema de élite versus no élite?
Sí. Eso es bien notorio y claro. La élite tiene acceso a los medios de comunicación. Hemos visto desde el primer día en que gana esta Convención, la élite es la que más se quejaba de su composición, incluso antes de la primera sesión ya había queja porque no estaban representados ellos. No ganó ni Laura Albornoz ni René Cortázar, ganaron otras personas y la élite se queja de que no están representados, pero la verdad es que han estado sobrerrepresentados en el poder político, económico, mediático. Han impuesto su visión en todos los medios de comunicación. No hay quiebre entre sectores de la centroizquierda, sino que de la élite y el resto de la población. Cuando la élite pierde poder, no le gusta y por eso reclama. La élite sigue no viendo el problema. Chile todavía es un país pobre, muy desigual, es un país con muy pocas oportunidades, donde hay un relato de movilidad social que es una ficción. Si no se cambia de manera estructural, el país seguirá a los tropezones.
En la misma Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile hay diferencia entre los académicos de la centroizquierda. Por ejemplo, Óscar Landerretche y José De Gregorio van por el Rechazo. ¿Ahí aplica el mismo análisis?
Es la misma forma. Creo que a José De Gregorio y a Óscar Landerretche les falta calle. Hay cierta desconexión con lo que pasa en el mundo real, pero al final del día son sus preferencias y cada uno debe votar libremente, sin miedo.
Algunos economistas critican que la nueva Constitución no sea pro inversión ni crecimiento. ¿Qué responde a esas críticas?
Con la Constitución vigente, que a estas alturas ya es pasada, nos tiene con tasas de crecimiento bajas en el último tiempo. El período de alto crecimiento pasó hace años. La Constitución puede definir un marco, y ese marco puede tener consecuencias en distintos ritmos de crecimiento, pero no es evidente que una u otra Constitución explique mayores o menores niveles de crecimiento.