Idealmente el Estado no debería jugar ningún rol en la sociedad y, si lo hace, debe ser para hacer cumplir la ley. Esa es la visión de la teoría “anarcocapitalista” del economista David Friedman, que aterrizará en el país la próxima semana para participar en una serie de actividades, donde profundizará los postulados de sus libros, entre los que se cuenta La maquinaria de la libertad, de 1973, donde primero desarrolló estas ideas.
Friedman -que es hijo del premio Nobel de Economía Milton Friedman (1912-2006), quien influyó fuertemente en los Chicago Boys chilenos- es PhD en Física de la Universidad de Chicago, aunque su trabajo ha estado ligado toda su carrera a la economía. A Chile lo traen el Centro de Estudios Libertarios (CEL) y la Fundación para el Progreso (FPP).
¿Qué es el anarcocapitalismo y por qué cree que es necesario?
-He escrito un buen número de libros diferentes y el anarcocapitalismo no es lo único en lo que pienso. Déjeme empezar con el tema del fracaso del mercado, porque eso subyace en muchos de los argumentos. El fracaso del mercado describe situaciones en las que los individuos actúan en su propio interés racional, pero el resultado es malo. Ahora, la razón fundamental del fracaso del mercado es que el individuo que está tomando una decisión no está asumiendo el costo neto de esa decisión, o bien no está recibiendo los beneficios o no está pagando el costo, o quizás ambos. Esa situación existe algunas veces en el mercado privado. Hay una lista de fallos de mercado estándar como las externalidades y los bienes públicos, en los que el actor individual está imponiendo algún costo y otras personas lo están pagando, por ejemplo. Sin embargo, es la excepción en el mercado privado. Una de las cosas que aprendes en economía en la primera aproximación a un sistema de mercado, es una en el que el interés individual de todos es también el interés común.
¿Que el mercado guíe?
-Si se puede pensar en un sistema de mercado como una forma descentralizada de controlar lo que la gente hace, se puede contrastar con la imagen estalinista de una persona en la cima diciéndole a todo el mundo lo que tiene que hacer, que funciona muy mal, y el sistema descentralizado en el caso simple, sin contar cosas como las externalidades, es uno donde cada individuo tiene los incentivos correctos. Y a veces eso no es cierto, porque hay externalidades o bienes públicos, o una variedad de otras cosas. Así que la forma en que yo lo diría, es que el fracaso del mercado es la excepción en el mercado privado.
¿Y en el sector público?
-En el mercado público, el sistema político y el votante individual no asumen casi nada del costo de lo que votan. Si votan a la persona equivocada y sale elegida, ese costo se reparte entre toda la población, por lo que el votante individual no tiene esencialmente ningún incentivo para hacer un buen trabajo al votar. Y, de hecho, la mayoría de los votantes son racionalmente ignorantes. El funcionario individual no asume el costo de recibir el beneficio de sus acciones. Así que si se recorre la economía del sistema político, se puede ver que el mismo mecanismo, el fallo de mercado que ocasionalmente hace que el mercado privado haga las cosas mal, rutinariamente hace que el mercado público haga las cosas mal. Y se pueden ver muchos y muchos ejemplos de ello Así que, como regla general, transferir el poder de decisión del mercado privado al mercado público, es mucho más probable que empeore las cosas que las mejore.
¿Cuándo se hace esta transferencia?
-Cada vez que la autoridad gubernamental se expande. Cada vez que se aprueba un arancel, se transfiere parte de la decisión de lo que la gente debe comprar desde el mercado privado, donde los individuos dicen, bueno, ¿es más barato comprar el bien importado o el bien local?, al gobierno, que está decidiendo que “vamos a hacer más caro comprar el bien importado”. Lo que el anarcocapitalismo hace, es llevar ese argumento hasta el final y decir que no sólo el gobierno es peor en el cultivo de alimentos y la fabricación de automóviles, también es peor en la elaboración de leyes y la protección de los derechos de las personas.
¿Y qué rol debe jugar entonces el gobierno?
-Idealmente no debería jugar ningún rol, por eso es una forma de anarquismo. Así que lo que traté de describir y analizar fue cómo sería una sociedad en la que había propiedad privada y mercados y todas esas instituciones, pero donde los mecanismos que estaban protegiendo los derechos de las personas y la solución de controversias, y determinar quién es dueño de qué y demás, eran privados y no públicos.
Han pasado casi 50 años desde su primer libro. ¿Ve algo parecido a eso en alguna parte?
-Esa es una pregunta interesante. No era muy optimista entonces, y tampoco lo soy ahora. Pero supongo que lo más cercano probablemente es el desarrollo de la actividad en línea. Si lo piensa, una gran cantidad de actividad en línea es necesariamente voluntaria. Y puedes engañar a la gente online, pero no puedes coaccionarla. Así que tienes instituciones como por ejemplo eBay, que hace cumplir sus reglas básicamente a través de la reputación. Así que si piensas en cómo conseguir el equivalente a los gobiernos que hacen cumplir los contratos sin un gobierno, una forma de hacerlo es tener buenos mecanismos, así que si engañas a un cliente, todos los demás clientes potenciales se enteran.
Pero hoy existen más demandas para que los gobiernos tomen acciones contra la desigualdad. ¿Qué opina de esto, que es lo opuesto a lo que usted plantea?
-En general, las instituciones de mercado son más propensas que las instituciones gubernamentales a dar igualdad, y si uno mira el grado de igualdad internacional que se ha producido, seguramente por un amplio margen la mayor reducción de la desigualdad internacional en nuestra vida ocurrió cuando China abandonó el comunismo. Todavía no es un mercado como me gustaría que fuera, pero pasó de un sistema maoísta, en el que más o menos todo era gestionado por el gobierno, a un sistema en el que mucha de la actividad es privada. Hubo un enorme aumento en el ingreso per cápita, y eso significaba que la desigualdad internacional es mucho menor. La gente en China sigue siendo considerablemente más pobre que la gente en los EE.UU. y más pobre que la gente en Chile, pero son mucho más ricos de lo que eran 20 años antes.
¿Así que la solución entonces sería más mercado y no menos?
-Esa sería mi opinión al menos, sí.
Sin embargo, en las últimas décadas han tomado más vuelo las ideas de economistas como Thomas Piketty y otros, sobre la importancia de la redistribución, ¿cuál es su postura al respecto?
-Que lo de la redistribución siempre ha sido un punto de vista muy popular. La mayoría de las veces, la redistribución resulta ser para los redistribuidores y no para los pobres. Si mira el patrón de EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el momento en que la guerra contra la pobreza se puso en marcha en serio, el porcentaje de la población que era pobre se redujo muy bruscamente. Desde el momento en que la guerra contra la pobreza se financió completamente hasta el presente, el porcentaje de la población que era pobre ha sido más o menos constante, subiendo o bajando con las condiciones económicas. Así que me parece que el efecto real, al menos en la medida en que se puede juzgar por esas cifras de las políticas gubernamentales, para acabar con la pobreza, no ha sido acabar con la pobreza, sino preservarla. Pero sí que proporciona mucho dinero que pasa por las manos de la gente del gobierno que tiene varias formas de beneficiarse de ello. En EE.UU., como sospecho que en Chile, el argumento a favor del igualitarismo viene desde hace mucho tiempo, pero me parece que lo que importa no es lo igualitaria que es la sociedad, sino lo bien que está. De manera que si la haces más igualitaria, haciendo a todos más pobres, estás empeorando las cosas. Y hay gente que habla de que la desigualdad es cada vez mayor, pero la mayoría de las veces hablan de eso en sociedades donde los pobres están mejorando, no empeorando.
¿A su juicio entonces los gobiernos no tienen que enfocarse en la desigualdad?
-Creo que el enfoque adecuado es hacer a todos más ricos, no tratar de redistribuir.
Chile y Milton Friedman
¿Ve que hubo un giro más hacia la izquierda en Chile tras la crisis social?
-Sé que en Chile se propuso una nueva Constitución que contenía un montón de cosas que eran generalmente de izquierdas y que fue rechazada, no sé qué está pasando desde entonces.
Se decía durante la crisis social que Chile sería donde “iba a morir el neoliberalismo”. ¿Qué opinas de eso?
-No conozco lo suficiente la política chilena como para saber por qué. Las políticas en cuestión creo que han hecho de Chile uno de los países más ricos de América Latina, así que me parece lamentable que se abandonen las políticas que hicieron al país relativamente más rico. Pero, volviendo a mi comentario anterior, no hay ninguna razón especial para esperar que los gobiernos hagan lo correcto. Y puede que lo que es políticamente popular no sea lo que interesa al país, ese es el problema de que los gobiernos tomen decisiones.
¿Cuál es su visión o por qué conoce el legado de su padre aquí en nuestro país?
-Mucho de eso es falso, en el sentido de que los Chicago Boys no fueron de hecho estudiantes de mi padre. Él no era la persona que se especializaba en el desarrollo económico, que era en lo que ellos estaban interesados. Su participación en Chile consistió en una visita, en la cual dio algunas charlas bajo auspicios privados y tuvo creo que media hora de conversación con Pinochet sobre economía. Sin embargo, había mucha gente de la izquierda a la que no le gustaba mi padre y así que en vez de culpar al relativamente poco famoso profesor de los estudiantes de Chicago, todos decían “la dictadura en Chile es culpa de Friedman”. Pero creo que el gobierno (de Pinochet) hizo al menos algunas de las cosas que mi padre hubiera aconsejado, aunque estoy seguro de que no todas. Y parece haber funcionado muy bien. De nuevo, Chile se convirtió en un país mucho mejor de lo que había sido antes. Pero él, después de todo, dio los mismos consejos a la gente de los países comunistas. Él pasó más tiempo hablando con los gobernantes de China que con Pinochet. Y habló con varias personas importantes de Europa del Este y trató de persuadir a la gente en Inglaterra, lo que tuvo algunos efectos. Así que yo diría que su influencia general en el mundo ha sido muy positiva, que ha sido alentar los cambios lejos del control del gobierno y hacia el mercado.
¿No hubo tanta relación directa con Chile entonces?
-Creo que en el caso de Chile se ha exagerado mucho la relación con lo que pasó, por parte de la gente que quería utilizar el hecho de que Pinochet era un dictador como forma de atacarlo a él.
¿Cree que fue un error de su padre el reunirse con Pinochet?
-Probablemente no. Puede haber sido un error desde el punto de vista de las relaciones públicas, pero no creo que haya sido un error desde su punto de vista. Déjame decirlo de otra manera, ¿fue un error para él tener reuniones con el gobernante de China? China no es una democracia. Si fuera un doctor cuya especialidad fueran las enfermedades infecciosas, ¿estaría mal que hablara con el gobernante de un país no democrático sobre qué hacer para prevenir el Covid? Bueno, él era un economista cuyas ideas son relevantes para la forma en que los gobiernos pueden dirigir o no dirigir sus economías, y estuvo dispuesto a dar consejos sobre eso a cualquiera que quisiera asesoramiento. Y también respondía todo su correo.