El panorama internacional sigue dando señales de debilidad en los últimos meses, por lo que es bueno poner las cosas en perspectiva.
La principal preocupación fuera de las alzas de tasas por parte de la Fed es China. El PIB de ese país experimentó un crecimiento de 6,5% en el tercer trimestre del año, lo que supone su peor desempeño trimestral en nueve años.
Estas cifras vinieron a ratificar los datos que muestran que la guerra comercial empieza a tener efectos en el comercio mundial y como consecuencia en la economía real del gigante asiático, y por ende en los emergentes en general.
Sin embargo, los mercados se mostraron más calmos ante las noticias de que China tiene considerado un plan para morigerar estos impactos.
El gobernador del Banco Central de China anunció que entre los planes figuran esfuerzos para que los bancos comerciales aumenten el crédito a las empresas privadas, con el objetivo de aliviar la presión que existe en el mundo corporativo.
Las autoridades también tienen previsto recortar impuestos a las personas.
Es claro que las autoridades chinas están comprometidas con un sano proceso de desaceleración controlada, lo que debiera ser un motivo de calma, especialmente para los países que dependen comercialmente con el gigante asiático.
Ello es particularmente tranquilizador en un ambiente en el que si bien las proyecciones de crecimiento económico mundial se han moderado, siguen siendo altas.
El FMI prevé un alza de 3,7% para este y el próximo año, por sobre el 3,5% al que ha avanzado la actividad global desde 1980. Las economías avanzadas, en tanto, anotarán una expansión de 2,2%, en línea con su histórico.
Los datos no muestran una crisis hoy, pero este entorno externo requiere un monitoreo permanente por parte de las autoridades. Y ante las advertencias de una mayor probabilidad de recesión en EEUU hacia 2020, la mejor forma de prepararse es no postergar en Chile las discusiones que lleven a un crecimiento de largo plazo más elevado.