Este año se realizará la COP25 en Chile, en un contexto en que se releva la necesidad de comprometer y ejecutar acciones concretas para la mitigación y adaptación ante los efectos del cambio climático.
En nuestro ámbito de acción, el desarrollo energético del país implicará grandes desafíos, que se manifiestan en cinco mega tendencias que son relevantes para el futuro de nuestro sistema eléctrico: descarbonización, aumento del consumo eléctrico, adaptación y mitigación del cambio climático, uso del gas natural como energético de transición y fortalecimiento de la transmisión y distribución.
Sin embargo, el proceso de adaptación y mitigación es transversal a toda la sociedad, y considerando que aún existe población que no ha accedido a niveles mínimos de desarrollo, como lo evidencian las cifras de la OMS (2012), 2.610 millones de personas no tienen acceso a servicios sanitarios y 1.310 millones no cuentan con electricidad. Además, debido a la falta de adecuadas condiciones de saneamiento e higiene mueren más de 3 millones de personas anualmente, en su mayoría niños pequeños.
La invitación es a tener un debate honesto y transparente, donde podamos entender que es necesario un balance entre ecología y antropología, pues preocupa tanto la postura de mantener intacta la integridad de la naturaleza -sin considerar el desarrollo humano-, como la contraria, en donde la naturaleza pasa a ser un recurso más.
Las políticas públicas tienen un rol fundamental: deben ser eficaces en su aplicación, orientadas a favorecer el aumento de la productividad bajo un marco de uso sustentable y eficiente de energía, agua, materias primas, la gestión del transporte y la construcción de edificios de bajo consumo.
Todas estas acciones permitirán reducir las emisiones y mejorar la calidad de vida de la población, siendo indispensable la continuidad de estas políticas con una mirada a largo plazo, que trascienda a los cambios de gobierno, para eliminar incertidumbres y no limitar el crecimiento.
El desafío chileno en cuanto a este crecimiento no va a ser técnico sino adaptativo. Chile necesita construir un relato, una ruta a largo plazo que considere un equilibrio entre desarrollo económico y resguardo del medio ambiente. Para ello tendremos que encontrar un camino de consenso entre las expectativas de las comunidades y el desarrollo que va a requerir el país, de forma de construir una épica que lleve a una sociedad más solidaria y consciente de sus conciudadanos para abordar los desafíos que deberemos enfrentar ante los efectos del cambio climático.