La muerte de un joven comunero mapuche en un operativo policial en la comunidad de Ercilla, y las posteriores revelaciones respecto de que carabineros que participaron en el operativo destruyeron evidencia clave, detonaron una crisis de confianza en la zona. Todo el avance logrado en el marco el Plan Araucanía liderado por Sebastián Piñera, así como también por el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, en el que se convocaron a empresarios y las comunidades, no se puede perder, en particular la mirada de desarrollo productivo que le habían impregnado las autoridades gracias a una serie de beneficios y garantías para las inversiones privadas.
No se debe olvidar que el estado de situación de La Araucanía es preocupante y hace urgente retomar el diálogo y continuar avanzando en el proceso iniciado.
Los datos que reflejan esta necesidad de la zona son elocuentes: la pobreza multidimensional alcanza el 28,5%, mientras que la tasa de pobreza al 17,2%, la más alta a nivel nacional. Esta región tiene la más elevada tasa de informalidad laboral, con el 39%, y si bien la tasa de desempleo es 6,4% (bajo el promedio nacional), la creación de puestos de trabajo ha bajado 1%.
La pobreza indígena, de acuerdo con los datos de la Casen 2017, alcanza al 14,5%, mientras que este indicador para los no indígenas es de 8%. Según cifras de gobierno, hay 24 mil personas que esperan por una cirugía y 93 mil por un especialista.
Estos son solo algunos datos que dan cuenta de que La Araucanía no puede seguir esperando. Se necesita inversión privada en la zona, lo que, a su vez, requiere de certeza y diálogo. Es de esperar que tanto las autoridades como las comunidades y privados puedan continuar con la hoja de ruta establecida.