La feminización del desempleo es una verdad que se está colando en los múltiples análisis del mercado laboral que revisan el impacto de esta pandemia de Covid-19. Esta revelación motivó al Centro de Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica (PUC) a organizar el seminario “Empleo Femenino Covid-19: Diagnóstico y Propuestas”. En la ocasión se dará cuenta de una batería de ideas para que el paso del Covid 19 no deje secuelas permanentes.
En el último año, se han perdido casi dos millones de empleos, y ha caído la proporción de ocupados en 17,3% en el grupo de hombres, y en 23,5% en el caso de las mujeres. En estas últimas, además, ha descendido la tasa de participación desde un promedio anual de 52,5% en 2019 a 47,3% en el trimestre abril-junio, añadiendo que la proporción de inactivas aumenta con celeridad, alcanzado los 4.708.000.
“Estas cifras levantan señales preocupantes, puesto que las tasas de participación y ocupación laboral femenina han retrocedido a niveles previos a 2010. Es imprescindible diseñar políticas públicas que se orienten directamente a apoyar el empleo femenino y que eviten que las consecuencias que hoy estamos viendo se transformen en una realidad de largo plazo”, constata el estudio realizado por cinco economistas entre ellos el ex director de Presupuestos, Rodrigo Cerda y la socióloga Javiera Reyes.
Cabe recordar que un análisis de 2016 -”Mayor participación de las Mujeres en la economía chilena”-, daba cuenta que por cada cien mil mujeres que se integran al mercado laboral el PIB (Producto Interno Bruto) se incrementa en promedio 0,65 puntos porcentuales.
“Más allá de su contribución al PIB, ellas realizan trabajos relacionados con la presencia, la atención personal y el cuidado, que no tienen mucho reemplazo por lo que se podrían dejar de desempeñar esas labores, las cuales son vitales en la cadena productiva. Es decir, la economía no resiste si no hay nadie que cuide a los niños, si no hay quien se haga cargo de los ancianos o provea la alimentación”, recalca Javiera Reyes.
Perfil.
A partir de la Encuesta Nacional de Empleo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los investigadores elaboraron un perfil de las desocupadas, concluyendo que el tema de los hijos es gravitante.
En un año subieron dos puntos porcentuales las inactivas con hijos menores de 12 años (21,9%); y entre las cesantes disminuye la proporción con hijo menor de siete años. “Es posible que mujeres con niños a su cuidado, al perder su empleo en tiempo de pandemia, hayan decidido salir de la fuerza laboral, pasando al grupo de inactivas”, constata el documento. Además un 30,3% de las inactivas con un hijo pequeño a su cargo declara no buscar empleo debido a sus responsabilidades de cuidado permanente.
Cuidado y mayor bono. “De los cuatro ámbitos de propuestas el punto más fuerte es el del cuidado. Los datos muestran que la salida de las mujeres del mercado laboral está acentuándose ahora con los jardines y colegios cerrados”, precisó Elisa Piña, subdirectora de Vinculación e Incidencia del Centro, y una de las editoras del estudio
Considerando que tradicionalmente en Chile las labores de cuidado y responsabilidades domésticas han recaído mayormente sobre las mujeres -existen bastante evidencia-, los autores plantean apoyar la reapertura de los jardines infantiles financiados por el Estado, que además cuentan con un 99,6% de personal femenino. Para ello deben proveer los dispositivos sanitarios, que exista personal suficiente para cubrir el ratio cuidador/niño óptimo para tener a los grupos de niños y sus educadoras en espacios separados, con tal de ofrecer cuidados en modalidad de jornada completa.
Asimismo se menciona la posibilidad de incentivar formas alternativas de cuidado como sistemas de colaboración con los vecinos, o jardines infantiles en casas con un grupo reducido de niños, y a cargo de una cuidadora capacitada. “Es interesante mirar formas de cuidado más baratas y sencilla dirigida a grupos más pequeños. Creemos que esta idea de cuidado burbuja tendrá una buena acogida de las autoridades”, recalcó Piña al recordar que es un fórmula ya conocida en el país de manera informal.
Otro punto propuesto es fortalecer el subsidio a la contratación de mujeres que se entrega a las empresas de varias formas: ampliar la edad tope para las beneficiarias de 59 a 65 años; establecer un esquema de subsidio creciente y decreciente en función del salario, por ejemplo, creciente hasta los $350.000, constante hasta los $450.000, y decreciente a partir de ese límite; y entregar un subsidio más alto a aquellos sectores donde hay menos presencia femenina.