Imposible restarse a la crisis actual y no escribir de la responsabilidad que tienen los directorios de las empresas, para manejar este problema en forma rápida y responsable.

Está claro que muchos no sospechaban la profundidad de la molestia social existente. Sin embargo, no por habernos sorprendido por un "Chile Despertó", significará que podamos amanecer más temprano. Sabemos que, independiente de las medidas de urgencia que se adopten, lamentablemente tomará tiempo cubrir las expectativas sociales; más aún si estas se acrecientan día a día.

Viendo este gran desafío, pienso que no corresponde que el gobierno de turno sea el único que deba hacer cambios. Las empresas y profesionales, grandes y chicos, también les toca jugar un rol subsidiario o complementario para conseguir estas transformaciones; obviamente, en la medida de las posibilidades y disponibilidades de recursos que cada uno tenga.

Y aquí no me refiero solamente a ser un ciudadano bondadoso con los necesitados o estar dispuesto a cumplir los cambios de ley, que de seguro vendrán; sino que asumir que el escenario actual nos llama a tener un enfoque estratégico para la sustentabilidad de los negocios que manejamos.

Visionaria fue, en este sentido, la reciente la declaración de los CEO de más de 180 de las mayores compañías de Estados Unidos (businessrountable.org) que, observando que el "American Dream" estaba moribundo, cuestionaron el rol y la misión de las empresas. Señalaban que ésta no se limitaba a generar valor para los accionistas, sino que implicaba tomar un compromiso inquebrantable con la comunidad y los trabajadores, asumiendo los costos que fueren necesarios para continuar impulsando una economía que sirva a todos los ciudadanos.

En esto vale la pena ser claros. Independiente a la posición política, nos vemos enfrentados a una realidad que amenaza a nuestra continuidad como país y, por lo tanto, asumir una responsabilidad se transformó en una razón de negocios, incluso más poderosas que cualquier otra variable o riesgo de mercado que hayamos visto en el pasado.

Las compañías bien administradas deben hacer más: satisfaciendo mejor las expectativas de los clientes, tratando de manera más justa a los proveedores y pymes, y capacitando y apoyando a los trabajadores. Si todos adoptamos esta visión más amplia de las empresas en el siglo XXI, podremos ayudar a que en Chile llegue antes el amanecer.