Este 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Tierra y en 2023 el lema es “Invertir en el Planeta”. Bajo esa premisa, líderes de diversos sectores entregan sus visiones de cómo ponerlo en práctica. Procesos más eficientes, un cambio en la matriz energética para lograr la carbononeutralidad al 2050 y reducir la temperatura del planeta son algunas de sus recomendaciones.
Todos los sectores advierten que estas inversiones van más allá de lo netamente ambiental. Los privados creen que las inversiones deben ser con una mirada al largo plazo y de manera integral, que contemplen los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) e involucren a todos. Luis Opazo, gerente general de la Asociación de Bancos e instituciones Financieras (ABIF), enfatiza que “las materias ESG deben estar en el ADN de la gestión de cada institución. En la banca hay demanda por parte de inversionistas, clientes y los propios colaboradores por involucrarse en este tema y, a su vez, la industria está ofreciendo productos en línea con estos desafíos”.
Verónica Torres, gerenta de Sostenibilidad de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), plantea que las inversiones en el planeta deben ser inmediatas, sistémicas y colaborativas entre actores públicos, privados y ONG, con una mirada a largo plazo. “El sobregiro de recursos naturales y grandes desigualdades sociales nos deben movilizar en redefinir la forma en que producimos y consumimos. Tenemos una tremenda oportunidad de aportar a una sociedad más equitativa, transparente y preocupada del medioambiente”, dice.
Las inversiones en el planeta, implican compromisos continuos y pueden ir desde lo más simple, como disminuir los deshechos o reciclar, indica Paulina Riquelme, presidenta de la Comisión de cambio climático y desarrollo sostenible de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), y plantea que “las acciones de mayor alcance podemos hacerlas desde nuestra posición como trabajador, gerente, asesor o líder. Poner a la sostenibilidad como eje de nuestra toma de decisiones, especialmente si estamos en posición de poder o liderazgo”.
Desde el sector público, la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, entrega una mirada más global, señalando que las inversiones en el planeta deben ser soluciones basadas en la naturaleza, “que no degraden nuestro entorno y que nos permitan enfrentar la crisis climática. Alternativas más eficaces y eficientes que tenemos y debemos impulsar”, aunque pone de manifiesto que existe una brecha financiera importante en estas inversiones a nivel global, ya que se invierte menos de la mitad de los recursos que se necesita según el último reporte del Programa de Medioambiente de Naciones Unidas. “Esto da cuenta del importante rol que el mundo privado debe jugar en el futuro”, enfatiza la ministra.
En lo concreto, para Ximena Ruz, directora ejecutiva de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC), el país se encuentra vulnerable ante los efectos del cambio climático, lo que debe ser enfrentado con decisión e inteligencia, pero también “son enormes oportunidades para la inversión, innovación y el emprendimiento. Nacerán nuevos empleos, tipos de empresas y soluciones tecnológicas. El hidrógeno verde, la desalación, las energías renovables, la economía circular, son sólo algunos de los ámbitos en que Chile puede obtener importantes ventajas competitivas y puede ser un potente proveedor de soluciones tecnológicas que nos ayuden a mitigar y adaptarnos a la emergencia climática que vivimos”.
Desde el ámbito civil y ONG, coinciden en que las inversiones también deben ir en la línea de aumentar la eficiencia de procesos, bajar emisiones y acelerar la transición energética. Pero también invertir en lo social y corporativo, como menciona Marcela Bravo, presidenta de Acción Empresas. “Hay que desarrollar estándares de gestión con criterios de triple impacto en función de los territorios, incorporación de análisis de dependencia hacia la naturaleza y su provisión de bienes y servicios en la toma de decisiones estratégicas. Y conocer los contextos que afectan el bienestar de los colaboradores, es imperativo para generar los cambios que necesitamos”, puntualiza Bravo.
Coincide Josefa Monge, presidenta ejecutiva de Sistema B Chile, señalando que al estar intrínsecamente relacionado lo social con lo ambiental, invertir en el planeta “debe ser donde más nos duele: combatir la escasez de alimentos y la contaminación invirtiendo en tecnologías que permitan mayor circularidad de los materiales, eficiencia hídrica y energética, así como en energías limpias; en conservación y regeneración de los ecosistemas naturales y del tejido social, favoreciendo proyectos que aborden estos desafíos con nuevas tecnologías, con mediciones efectivas de impacto; y por último y siempre, invertir en educación, ya que todas estas transformaciones requieren un cambio de conciencia y nuevas competencias”.
Existen varios caminos para invertir en el planeta, por ejemplo, a través de las finanzas verdes que redirigen recursos a proyectos positivos para el medioambiente, así como también movilizar inversión directa a la conservación de la naturaleza a través del apoyo e iniciativas y organizaciones enfocadas al tema. Es lo que indica Ricardo Bosshard, director de WWF Chile. “Las entidades financieras y también los organismos reguladores, como los bancos centrales, juegan un rol muy relevante en estos desafíos. Chile y el mundo han mostrado avances en ello durante los últimos años, acogiendo principalmente los aspectos climáticos dentro de los riesgos financieros. Sin embargo, es necesario que también puedan integrar las amenazas que conlleva la pérdida de biodiversidad a los actores financieros y a la sociedad en su conjunto”, dice Bosshard.
Por su parte, Macarena Guajardo, directora ejecutiva de Fundación Basura, manifiesta que el medioambiente no puede ser un tema secundario. “La protección socioambiental siempre ha quedado abajo no sólo en presupuesto asignado, sino también en la atención que se le entrega desde el sector público y privado. Si debemos pensar en dónde invertir, la respuesta es no sólo recursos económicos, que son extremadamente necesarios, sino también tiempo, atención y cuidado en la salud del planeta”, señala.