Todos los desechos no están destinados a tener una segunda vida. Una caja de cartón sucia, ampolletas, tarros o envases plásticos que contenían productos tóxicos, baterías, encendedores, envoltorios plásticos de alimentos o, incluso, tubos de PVC, son materiales sin posibilidad de ser reciclados.
Pero algunos de ellos suelen ser encontrados habitualmente en shaft de basura domésticos o colectores de productos para reciclaje. Para Daniel Paredes, gerente general de TriCiclos, esto representa la necesidad de profundizar en el conocimiento relacionado con procesos y rutinas. “Es misión de todos dar a conocer cada vez con mayor precisión estos datos, con tal de que los consumidores y usuarios de las redes de reciclaje mejoren sus hábitos y decisiones de consumo”, dijo a Pulso.
En Chile se generan millones de toneladas de desechos anualmente, pero la mayoría no son reciclados. En el marco del Día Mundial del Reciclaje, Paredes y Hernán Hochschild, director ejecutivo de Kyklos, coinciden en que el país se encuentra en una mejor posición respecto a Latinoamérica en los procesos y políticas de sustentabilidad ambiental, aunque todavía se deben superar barreras.
“Si bien hay mucho por hacer, especialmente en cuanto a la educación ambiental; el acceso a más estaciones de reciclaje e instalaciones para el procesamiento de materiales, normativas como la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) y la de plásticos de un solo uso nos permiten avanzar más rápidamente en los desafíos ambientales”, subrayó Paredes.
En tanto, Hochschild complementó que los chilenos aspiran a ser más ecológicos. “En Chile hay una conciencia de la responsabilidad que tenemos cada uno en lo ambiental. Tenemos una cultura también de relación con los residuos que históricamente se trabajó mucho con los problemas de la basura”, indicó.
Sin embargo, el ejecutivo de Kyklos aclaró que ese es todavía un escalafón inicial, porque se necesita profundizar en una cultura esté alineada con la infraestructura. Opina que una cultura sobre lo que se puede reusar o reciclar debe estar acompañada de la dotación de infraestructura. “Las dos cosas son necesarias, ninguna es suficiente”, puntualizó.
¿Cómo mejorar?
Paredes considera que la educación ambiental es muy importante para avanzar hacia una sociedad más sustentable, ya que permite ser consciente de los impactos de las decisiones y hábitos de consumo individuales sobre el planeta. “El sector empresarial puede ayudar a promover hábitos sustentables entre sus consumidores; pero también la educación temprana es fundamental, la que puede impulsarse desde la etapa preescolar y escolar, a través de programas educativos en torno al reciclaje y desarrollo sostenible”, afirmó.
Por su parte, Hochschild cree que el reciclaje es un desafío colectivo: “Se requiere de una cultura para entender cómo se hace, pero también necesita de condiciones materiales para que eso ocurra. Deben estar las dos dimensiones instaladas”.
Sobre este último aspecto, observa otro reto, relacionado con la necesidad de una alineación entre todos los actores: municipios, empresas, vecinos, empresas de valorización e industria del reciclaje. “Ahí todavía tenemos puentes que construir, generar conversaciones y lineamientos. Por eso, este es un buen día para recordar que hay camino que construir”, concluyó.