No es novedad que por estos días las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) enfrentan momentos difíciles. Y es que por motivos mayoritariamente ajenos a su alcance, las AFP han sido señaladas -erróneamente- como las principales responsables de las bajas pensiones que se están otorgando en la actualidad en Chile.

El sistema de pensiones chileno, al igual que en el resto del mundo, está enfrentando desafíos adicionales a los que debía hacer frente cuando nació a principios de los años ochenta: cambios demográficos, aumento en la esperanza de vida, cambios en los salarios reales y bajas mundiales en las tasas de interés, por mencionar algunos.

Pero lo cierto es que en gran medida no se está cumpliendo con las expectativas de los cotizantes debido a razones que las AFP no pueden controlar. También es cierto es que la única manera de mejorar las pensiones hacia adelante es incrementando los aportes al sistema.

La tarea de las AFP es tomar los aportes obligatorios que realizan los cotizantes y lograr rentabilidad de los mismos, de modo que las personas puedan obtener ingresos cuando deje de trabajar y en esto, las AFP han sido exitosas.

Como ejemplo, una persona que haya cotizado de manera constante desde el inicio del sistema de pensiones, a diciembre del 2017 se encontrará con que en torno a un 75% de su saldo previsional es sólo rentabilidad. O dicho de otra forma, de cada $ 100 que recibirá de pensión, sólo $ 25 corresponde a aporte directo y el resto recibido es gracias a la gestión y el trabajo de la AFP. ¿Exitoso, no? Ahora bien, dado que las condiciones anteriormente mencionadas han cambiado, no se puede garantizar este éxito a futuro y, por lo mismo, debe trabajarse en aumentar la tasa de cotización (y que esta sea gradualmente obligatoria para independientes), la edad de jubilación y ciertamente evitar lagunas en las cotizaciones.

Otra condición con las que operan las Administradoras de Fondos de Pensiones, externas a ellas, y de las que poco se habla es el estricto marco regulatorio al cual están sometidas. Es más, en torno a un 40% del costo del backoffice de una administradora se destina a este tipo de asuntos, lo que es, además de desgastante y burocrático, muy significativo.

¿Sabía usted, por ejemplo que las AFP además son las "encargadas" de calcular y gestionar los diversos beneficios estatales? Estos incluyen: el Aporte Previsional Solidario (APS), la Asignación Familiar a Pensionados, los Aguinaldos de Fiestas Patrias y Navidad, los Bonos de Invierno, el Bono por hijo y los Subsidio de trabajo Joven, entre otros. Esto se realiza sin cargo al afiliado, pero con el riesgo de ser multados en caso de error.

En cuanto a las comisiones que se cobran, si se compara con la experiencia internacional, se tiene que en Chile estas no son altas. Aún así, un relajamiento del marco regulatorio ciertamente podría traducirse en una rebaja de las mismas, significando un beneficio para los afiliados.