Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo: "El gobierno debe tratar de hacer su programa sin caer en la ansiedad de una encuesta"
El economista Luis Larraín cree que siempre hay algo de monitorear la popularidad de los distintos gobiernos, pero "el problema es la dosis. Yo encuentro que últimamente la dosis de las encuestas está un poquito alta". El énfasis debe estar en iniciativas de mediano plazo, sostiene.
El director ejecutivo de Libertad y Desarrollo, Luis Larraín, tiene claro, como líder de un think tank de derecha, que cumple un rol en la discusión de política económica cuando el gobierno es del mismo color político. Desde esa vereda es que analiza el mandato de Sebastián Piñera y los límites en que debería moverse.
¿Cómo está viendo el actuar en política económica del gobierno?
-Estamos en un momento importante, porque, en definitiva, pienso que el gobierno de Sebastián Piñera será evaluado básicamente por el comportamiento de la economía, algo que de alguna manera la gente resintió mucho en el gobierno de la coalición anterior. En la elección de Sebastián Piñera hay una promesa de que eso mejorará. El primer año, efectivamente, se produjo un mejoramiento de la economía, pero el desafío es que ese mejoramiento de la economía sea perdurable. El desafío es algo que entre los economistas siempre lo hemos sabido, que es que el PIB potencial de Chile ha caído. No llega al 4% y se acerca al 3%, por lo que tratar de mantener cifras del 4% es una tarea que requiere hacer cambios, requiere andar más rápido, que requiere un mejor ambiente para los negocios. Entonces, estamos en un momento importante, porque se aprobó la idea de legislar de la reforma tributaria, ahora viene la discusión en particular, donde se verá qué fisonomía tiene finalmente la reforma tributaria y cuánto va a colaborar a ese objetivo. También tenemos otras reformas importantes, como la de pensiones, de la salud, laborales.
¿Y qué expectativa tiene en este contexto?
-Soy relativamente optimista. El gobierno tiene que mantener el pie firme y tratar de hacer su programa, no caer en la ansiedad de un momento político determinado, o de una encuesta Cadem. Al final, es cierto que el gobierno explícitamente desde el comienzo, desde la campaña incluso, el Presidente Piñera planteó que le interesaba no solo hacer un muy buen gobierno, sino que se mantenga (un sucesor para el próximo mandato), pero eso no se mide semanalmente en la Cadem. Eso será una evaluación que la gente hará en la elección, y eso dependerá muy críticamente de cómo ve la economía, además de otras promesas referidas a cómo se tratan los problemas de carencias o faltas de certezas en la clase media, para lo cual es muy relevante lo que pase con la reforma al sistema isapres.
¿Desde la industria se levantaron críticas?
-A pesar de los temores que puede haber en la industria, con una mirada más alejada permite o da la oportunidad a que más gente pueda acceder al sistema privado de salud. Entonces, las isapres tendrán que acostumbrarse a márgenes más chicos, pero atendiendo a más gente. Eso coincide con lo que la gente quiere. Más allá de que sea público o privado, lo que la gente quiere es atención de calidad. Si la reforma lo logra, irá encaminándose hacia esa ruta que mencionaba inicialmente, que es lo que ofrece el gobierno.
¿Tiene la sensación de que el gobierno está gobernando con las encuestas?
-Siempre hay algo de eso en la política. El problema es la dosis. Yo encuentro que últimamente la dosis de las encuestas está un poquito alta. Porque al final, lo importante es lo que ocurra al término del periodo. Cuando echa atrás una medida o mira demasiado las encuestas, hay dos efectos. Uno, cómo pueda revertir algo que es impopular en un momento determinado, y otro es cuánto esa decisión va a influir en los objetivos de largo plazo.
Por ejemplo, si esas decisiones puntuales en un sector determinado, energía o medioambiente, van a desalentar un manejo racional de un tema, ponemos en riesgo el otro objetivo, que es que la economía sea capaz de subir su tasa de crecimiento potencial.
¿En qué medida percibe esto?
-En medidores. A veces hay demasiada sensibilidad al corto plazo, y debiera haber más mirada de largo plazo. Yo creo que en eso no hay que perderse.
¿Afecta la inversión?
-Yo creo que sí. Porque, en definitiva, las empresas que están en esto, chilenas y extranjeras, están siempre mirando el ambiente regulatorio en todo orden de cosas. Es importante mantener una línea que en la base Chile la tiene, en cuanto a que este es un país donde las cosas se hacen razonablemente, donde hay una mirada de mediano plazo y donde puede haber ajustes. Y es razonable que haya ajustes, yo no digo que todo debe permanecer como está. Si la tasa de interés es distinta que la de hace 10 años, por lo tanto también lo es la tasa del costo de capital, entonces hay un espacio (para revisar la rentabilidad de las distribuidoras). Hay procesos naturales, pero eso es distinto a que por una decisión o un reclamo vamos a cambiar todo.
¿El gobierno perdió el rumbo?
-Creo que hay algunas decisiones puntuales en que pareciera que primó la cosa de corto plazo, pero hay otras en que uno ve cierta dirección. En lo primero, los medidores. Si los medidores son positivos para el largo plazo para tener un sistema eléctrico más seguro, con más posibilidades, net metering, bueno, entonces era una buena decisión. A lo mejor fue mal comunicada, a lo mejor los timing no fueron buenos. Entonces, que sea voluntario no le encuentro sentido. Pero en la reforma tributaria creo que el gobierno actuó relativamente bien en el sentido de moverse al límite. No se puede olvidar que no es mayoría en el Parlamento. Tenía que responder a ciertas cuestiones que le estaban planteando desde la oposición. Algunas son más compatibles que otras con su proyecto original. Al final, el proyecto de reforma tributaria es para simplificar y aumentar la inversión. Desde la oposición le dicen que no puede bajar la recaudación. Bueno, se las tendrá que arreglar para no bajar la recaudación, y ahí hay muchas cosas a las que recurrir. Al final, el proyecto sobre el cual se aprobó la idea de legislar es razonable para el objetivo del gobierno.
¿No está entre los que piensan que se desfiguró tanto que ya no valía la pena legislar?
-No, por lo menos hasta ahora. Siempre está ese riesgo, porque la discusión en particular es otra oportunidad.
En una columna usted mencionó que el gobierno no debía traspasar "la delgada línea roja" en este proyecto. ¿Qué hitos son los que delinean esa frontera?
-La integración del sistema es un elemento central de la reforma, entonces si alguien piensa que hay que mantener lo que tenemos en esa materia, no cumple los objetivos. Ahora, un impuesto puntual más o uno menos no tiene esa entidad. Por lo tanto, ahí está el juego que el ministro de Hacienda tiene que hacer en sus negociaciones.
Pero también pasa lo mismo en otras reformas. En pensiones está claro que el proyecto tiene dos grandes herramientas que son aumentar las pensiones en curso y elevar el ahorro privado. La forma definitiva que tome en cuanto a los administradores, etc. son cuestiones que están dentro de las posibilidades. Pero la reforma tiene esos dos componentes y no puedes dejar uno de lado.
¿Le preocupa que el brote mundial de populismo de derecha tenga eco en Chile?
-El populismo tiene algunas características. Uno, ofrece una solución fácil a un problema que no necesariamente lo es. Lo segundo es que elige un villano al que echarle la culpa. La autoridad debe lograr el equilibrio entre acceder a demandas de consumidores y cuestiones que tienen que ver con la sustentabilidad de las cosas. Un ejemplo que a todos nos afecta son los fraudes con tarjetas de crédito. Como consumidores sentimos que los bancos o emisores de tarjetas debieran respondernos mejor que como lo hacen ahora. Pero, por otro lado, cuando te vas a un extremo y eliminas toda posibilidad de deducibles y seguros, estás configurando una situación en que probablemente habrá más fraude.
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