LOS Bonos Verdes o Green Bonds, son un instrumento de deuda que ha tenido un crecimiento explosivo desde la firma del Acuerdo de París (2015). La mayor participación de mercado -más del 60%- en este tipo de bonos está dada por inversionistas corporativos, institucionales y financieros. Hay también bonos soberanos importantes, como el que emitió Francia el año pasado, por 7 mil millones de euros.
Pero las cifras dan para mucho. Lo importante es crear la conciencia en las empresas y, justamente, esta es una de las funciones de la agrupación Líderes Empresariales contra el Cambio Climático (CLG), una organización internacional que, en Chile, nació el 2009 al alero de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, la embajada Británica y la Cámara Chileno Británica de Comercio.
Desde su creación, CLG-Chile ha realizado un trabajo sistemático que le ha permitido a las empresas miembro constituir un grupo de profesionales de alto nivel técnico en materia climática y de gran compromiso. "Los grandes inversionistas institucionales están comenzando a reconocer las amenazas y las oportunidades que surgen de los problemas relacionados con el clima, y es una tendencia internacional que va en aumento", comenta Marina Hermosilla, directora ejecutiva de CLG-Chile
¿Por ejemplo?
- Amundi, que es el administrador de activos más grande de Europa (y que gestiona el fondo de bonos verdes más grande del mundo con International Finance Corp), planea desplegar más de US$ 2 mil millones en inversiones a través de Bonos Verdes en mercados emergentes, según información publicada recientemente por Bloomberg.
¿Y en Chile? ¿Cómo se ha avanzado al respecto?
- En nuestro país no teníamos la forma de acceder a estos fondos internacionales, es por eso que impulsamos, junto con la Bolsa de Santiago, la creación del segmento de Bonos Verdes, de manera de atraer a esos inversionistas internacionales que están buscando donde colocar sus dineros, y que no podían acceder al mercado chileno.
Además de seguir una tendencia mundial…
- Esto no es filantropía, es una tendencia de los mercados que ha llegado para quedarse. En el futuro todas las inversiones tendrán como requisito estar alineadas con la sustentabilidad, ese va a ser el estándar. Pero mientras ese proceso avanza, los que tomen la iniciativa serán los que capturen las oportunidades, y en Chile hay empresas que ya lo están haciendo.
¿Cree Ud. que el sistema financiero chileno tiene conocimientos acabados sobre este tipo de inversiones o le falta?
- Una forma interesante de masificar las oportunidades que este instrumento ofrece es a través del sector financiero. Dado que para realizar una emisión de un bono es necesario que el emisor esté listado en la Bolsa, ya sea para acciones o para emisión de deuda, esa es una barrera para las empresas medianas. Un banco puede emitir un Bono Verde y entregarlo a sus clientes a través de créditos diseñados para el desarrollo de este tipo de proyectos. Es el modelo que está haciendo el BancoEstado con el crédito hipotecario para viviendas energéticamente eficientes, y algo así también será con el Bono Social que emitieron recientemente.
Podría entonces la industria financiera masificar el concepto de sustentabilidad?
- El sector financiero tiene un rol importante que jugar para masificar el instrumento en nuestra economía. Para ello probablemente requerirá asociarse con otras instituciones que les provean las capacidades técnicas para evaluar los proyectos, porque es atendible que para los bancos será cada vez menos factible tener equipos calificados en todas las tecnologías que le permitan analizar la rentabilidad en tan diversos rubros. Ese es uno de los desafíos que tiene el instrumento. En la medida que más bancos usen los Bonos Verdes para ofrecer a sus clientes créditos asociados a este tipo de inversiones, el impacto en nuestra economía puede llegar a ser muy significativo.
¿De qué forma temas como la Ley de Reciclaje, Ley de Eficiencia Energética y otro tipo de iniciativas ayudan a crear una mayor conciencia al respecto?
- Si bien los Bonos Verdes que a la fecha se han emitido por parte de empresas chilenas son de varias decenas e incluso cientos de millones de dólares, eso no es un requisito. Un Bono Verde puede ser de un par de millones de dólares, para financiar por ejemplo eficiencia energética en la línea de producción, o instalar un sistema de reciclaje, o transformar el sistema de transporte de los productos a eléctrico, o para construir casas energéticamente eficientes.
También pueden destinarse a la construcción de infraestructura de resiliencia. Los Bonos Verdes pueden ser usados en múltiples campos y sectores de la economía.
¿Qué características específicas tienen estos instrumentos?
- Una de las ventajas es que la emisión puede estructurarse de manera que el primer pago de la deuda sea dentro de varios años; es decir, los proyectos se pueden construir, y una vez que se empiezan a percibir las utilidades se comienza a servir la deuda. Esa es una ventaja que un crédito común y corriente generalmente no tiene. Esto permite además que la capacidad de endeudamiento de la empresa no se vea afectada, lo que puede ser muy importante puesto que muchas veces, especialmente es las empresas medianas, esta capacidad de endeudamiento se usa para capital de trabajo.
¿Pueden servir para lograr mejorar los aspectos sustentables en nuestros productos de exportación, tomando en cuenta que cada vez aumentan más los estándares en este aspecto en los mercados internacionales?
- Otro aspecto de estos instrumentos es que permite financiar proyectos que, sin ser parte del core business, son claves para acceder a mercados exigentes. Una empresa mediana que está exportando sus productos a Europa sabe que tiene que cumplir con altos estándares ambientales, y a veces también sociales.
¿Por ejemplo?
- Miremos el caso reciente del cuestionamiento que sufrieron las paltas provenientes de Chile, donde todo un sector de nuestra economía se vio cuestionado en Europa no porque su producto no tenía la calidad requerida, sino porque se cuestionó que el agua con que se regaban pusiera en riesgo la disponibilidad de agua potable para las comunidades de los alrededores. Entonces, tener un instrumento que le permita a las empresas, especialmente a las medianas, financiar proyectos que aseguren la sostenibilidad del negocio en el largo plazo, puede hacer una gran diferencia.