Esta semana se reactivó la discusión respecto de la reforma tributaria, luego de que parte de la oposición entregó una serie de condiciones bajo las cuales estarían sus votos disponibles, al menos para aprobar la idea de legislar.

Los técnicos de la DC y del PPD terminaron su trabajo técnico sobre la reforma tributaria presentada por el gobierno con una serie de alternativas, siendo una de las principales el hecho de que se abrirían a aprobar la integración del sistema impositivo, a cambio de que esos menores recursos provengan de los sectores de mayores ingresos.

En concreto, plantean subir el impuesto de segunda categoría de 35% a 40% o bien crear un nuevo tramo para impuestos a las personas.

Al respecto, es necesario ser cuidadosos, porque en el ánimo de sacar adelante la reforma, se podría terminar afectando a las empresas de menor tamaño.

Esto, pues lo que importa a los que toman las decisiones de inversión es lo que finalmente debe pagar de tributos, para lo cual la tasa del global complementario es clave, y con ello la carga tributaria efectiva que afecta a la persona.

Hoy, los dueños de las grandes compañías pagan una tasa efectiva de 44,5% (35% global complementario más 9,45%). Pero otro grupo de pequeñas y medianas empresas está en régimen atribuido (100% integrado), por el que pagan 25% de impuesto de primera categoría y como máximo un 10% adicional por global complementario. Es decir, un máximo de 35%.

Entonces, si se decide subir el gravamen a las altas rentas, por ejemplo hasta 40%, implicaría una baja de 4,5 puntos para los grandes empresarios y un aumento de cinco puntos para los mipymes.

No es claro, por lo tanto, que la propuesta de la DC y el PPD vayan en la línea de estimular inversión y aumentar equidad. Si se trata de un solo régimen igual para todos, estaría subiendo la tasa final de tributación para empresarios actualmente en renta atribuida, que perderían estímulos para invertir.

Y en términos de equidad, subiría a algunos a 40% (incluidos empresarios en renta atribuida y trabajadores que vienen del 35%) a cambio de bajar de 44,5% a 40% a empresarios de rentas mayores.

Por lo tanto, si la DC quiere cooperar, al mismo tiempo que asegurar que su rol es pro empresa, debe aceptar derechamente la integración, cuyo único efecto es bajar la tasa de tributación final de empresarios, porque estimula inversión, sin subir la tasa final de tributación a otros, porque con ello deshace el elemento proinversión sin saber cuál es el efecto neto final.