Una cláusula no reconocida en su contrato terminó por romper las confianzas, gatillando la salida de Fernando Reitich de la presidencia de CAP.
"He llegado a la convicción de que mi visión de CAP no estaba conversando con la resistencia al cambio de una parte de la alta administración, ni claramente, ante lo vivido en estas últimas horas, con lo que debo entender esperaba el controlador. Lo que me parece contradictorio con su aparente y público apoyo irrestricto", dijo Reitich por escrito tras una consulta de PULSO.
"La necesidad y el ritmo de los cambios que impulsáramos en CAP chocaron contra una estructura antigua basada en simples ilusiones de poder", dijo.
La firma comunicó ayer mediante un hecho esencial su salida, y que en su reemplazo asumiría el hoy director Rodolfo Krause Lubasher. A la vez, Krause dejó su puesto en el Comité de Directores, el que será ocupado por Tadashi Omatoi.
Pero la gran sorpresa fue el ingreso de Juan Enrique Rassmuss a la mesa directiva, hoy el mayor accionista de Invercap (38,67%), matriz de CAP, quien durante años no ha podido ocupar un sillón de director.
Sin embargo, en su hecho esencial la firma no detalló las razones de la salida del presidente.
Pérdida de confianza
La salida de Fernando Reitich podría abrir un flanco no menor para la compañía.
Mediante una carta al directorio enviada el jueves pasado, el ahora expresidente explicó las razones que lo llevaron a tomar la decisión.
En ella, detalló que su llegada al cargo implicaba una cláusula para adquirir acciones de la firma a modo de bonificación por su gestión, la que hasta ahora no ha sido reconocida.
Es más, en la carta revela que la compañía le señaló que dicha cláusula no aplicaba y por tanto no correspondía hacer uso de ella.
Las opciones estarían ligadas al mayor valor de la empresa. Desde el 18 de abril de 2017, cuando asumió la presidencia, la acción de la firma ha subido 16,9%, muy por sobre el 3,58% que acumula el SPCLXIPSA en el mismo período.
En total, la opción en disputa bordearía los US$4 millones.
En el texto enviado a PULSO, Reitich no entrega detalles del conflicto contractual, asegurando que las razones de su salida se sustentan en una pérdida de confianza, más allá de la compensación.
"Mi acuerdo de compensación con CAP está soportado en documentos legales, y ciertamente no es el tema que genera esta situación por la que usted pregunta", explica.
En esa línea, el emblemático ejecutivo, quien antes de ser presidente ocupó la gerencia general, cargo que asumió en 2013 tras la muerte de Jaime Charles, señala que "me preocupa mucho el futuro de CAP y en esto dejé los cinco últimos años de mi vida.
Dejé otro país y familia por esta empresa y trabajé para hacerla sostenible con la confianza del directorio. En el final, uno puede transar una compensación salarial, pero no puede transar la confianza. La compensación no es tema, pero la confianza sí lo es. Y aquí está en juego la confianza… yo no sé trabajar de otra manera".
El crecimiento
US$130 millones fue la utilidad de los controladores de CAP en 2017, más que el doble de los US$60 millones del ejercicio previo. Un alza significativa, que se explican por años de diversificación.
Tras el término del ciclo de los commodities en 2014, el precio del hierro cayó de US$180 a US$35-US$40, por lo que el entonces gerente general empezó a delinear nuevas estrategias para buscar oportunidades, algo que empieza a dar frutos: agua, energía e infraestructura, y minería no ferrosa.
Por ello, sostiene que "lo que hemos hecho es convertirnos en un agente de cambio honesto y profundo, con los esfuerzos que ello implica, buscando revivir la empresa, cosa que definitivamente estábamos consiguiendo.
Sólo hay que ver el desempeño de la compañía durante estos años en que le tocara vivir la crisis más aguda de su historia.
Es probable que muchos de estos cambios hayan generado resistencias y habría que indagar en ellas para buscar explicaciones".
"He llegado a la convicción de que mi visión de CAP no estaba conversando con la resistencia al cambio de una parte de la alta administración, ni claramente, ante lo vivido en estas últimas horas, con lo que debo entender esperaba el controlador. Lo que me parece contradictorio con su aparente y público apoyo irrestricto", argumenta Reitich.
Por ello, comenta que "la necesidad y el ritmo de los cambios que impulsáramos en CAP chocaron contra una estructura antigua basada en simples ilusiones de poder.
Estos cambios, propiciados durante los últimos cinco años tenían cómo único objetivo que CAP pudiera adaptarse a la rápida evolución social, económica y tecnológica que viviremos indefectiblemente en las próximas décadas, de manera de ser viable".
EL control
Oficialmente, el controlador de CAP es Invercap, sociedad que tiene un 31,32% de la propiedad. Pero al mayor accionista de ésta última, Juan Rassmuss, quien acaba de entrar al directorio, le ha costado ejercer su rol y no había logrado ingresar a la mesa, por lo que su designación tomó por sorpresa al mercado.
De Andraca, a través de South Pacific Investments, sólo tiene un 1,29% en CAP, y un 9,94% en Invercap, mientras que su hijo, Roberto de Andraca Adriasola, participa en la propiedad mediante South Pacific Investment S.A. y Ko Investment LTDA.
Independiente de cómo se resuelva la disputa, Fernando Reitich, de una u otra forma, continuaría ligado a la empresa a través de la Susesión Hector Reitich Silberman, sociedad que es accionista en la minera.
"Me preocupa mucho el futuro de CAP, su gente, sus trabajadores y sus accionistas. Tengo una vinculación emocional muy fuerte con la compañía, a la que estuve ligado desde siempre, pero en especial durante los cinco últimos años en que le dedicara mi vida", concluye el hoy exejecutivo.