A Liliana Maier (48) siempre le gustó preparar pasteles, galletas y chocolates. Lo hacía desde pequeña en Chiloé, el archipiélago que la vio nacer. Un poco por su descendencia alemana y otro poco por hobby. Pero nunca pensó que sus productos llegarían a venderse en casi 60 salas de supermercados Unimarc en todo el norte de Chile e incluso en Estados Unidos, a través de Amazon.
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Esta ingeniera acuícola trabajó en la industria salmonera por 14 años en el sur de Chile, dejando la dulcería como una actividad de fin de semana. El 2010 se mudó a la Región de Coquimbo, contratada por una empresa dedicada al cultivo de ostiones, pero a fines de 2016 se quedó sin fuente laboral. Un año después nació su emprendimiento. “Quería tener un negocio propio para alimentar a mi familia, pero también porque quería hacer algo que me llenara. Sin tener techo, lo que no pude lograr en el rubro salmonero”, recuerda Maier.
Comenzó a hacer los mismos productos que disfrutaban sus hijos y amigos, pero enfocándose en las galletas. De todos los sabores, tamaños y colores. “Partí vendiéndolas a amigas, al negocio de la esquina o a los colegios. Horneaba en la casa durante la mañana y salía a vender en la tarde. Sin mucho desarrollo. Juntaba las galletas en una paquete y le ponía una rosita”, cuenta.
Con el tiempo, varios almacenes del barrio le pidieron sus galletas. Corría la voz de la calidad y sabor de los productos y al poco tiempo ya estaban en prácticamente toda la Región de Coquimbo. A fines del 2017 instaló una pequeña fábrica de 40 metros cuadrados, constituyó la empresa de forma legal y contrató a dos personas.
El negocio crecía y crecía. En 2019, gracias a una iniciativa organizada por el Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec) del Ministerio de Economía en la ciudad de La Serena, se contactaron con Unimarc, con el objetivo de ingresar al programa 100% Nuestro, iniciativa del Grupo SMU para potenciar el desarrollo de proveedores locales. Ya con tres líneas de negocio (galletería, chocolates y confitería), su emprendimiento quedó seleccionado.
“Recuerdo que para quedar en el programa, pasamos varias etapas, como evaluación de los productos y mostrar la planta donde los fabricábamos, así como indicar quiénes eran nuestros proveedores. Comenzamos con 12 salas de supermercados en la Región de Coquimbo y tuvimos muy buenas ventas. Desde Unimarc siempre nos acompañaron. Incluso con temas como el packaging o cómo había que presentar el producto en las góndolas. Gracias a esta iniciativa logramos crecer un 300% el 2020″, dice Maier.
Ella misma, junto a sus empleados y familia, entregaba los productos en las salas de toda la región. Partían a las 5 de la mañana para llegar primero a las localidades más lejanas como Salamanca, Illapel o Combarbalá y cerca de las 21:00 horas terminaban en Coquimbo y La Serena. Tuvieron que crecer, debido al aumento del volumen de producción. Acto seguido, construyeron una fábrica en el centro empresarial que queda entre ambas ciudades, donde actualmente cuentan con una planta semi automatizada en más de 400 metros cuadrados y 12 trabajadores fijos, más una docena que se contrata por temporada. Sin contar las asesorías externas de ingenieros, nutricionistas y diseñadores. “Todo esto se logró gracias a que entramos al mundo del retail”, reconoce esta empresaria.
Fuera de las fronteras
La presentación y el sabor de los productos de Dulcería Lili’s no sólo era famoso en el Norte Chico y otras zonas del país. Muchos extranjeros que iban de vacaciones a la Región de Coquimbo se deleitaban con los chocolates, alfajores o galletas del “espíritu de las recetas familiares”, como dice su eslogan. Paralelamente, Lili’s entró a otro programa de Sercotec, denominado Pymes Globales, que fomentaba la exportación de productos chilenos, lo que les permitió el 2021 llevar los sabores de Coquimbo a Estados Unidos a través de Amazon.
Actualmente, Dulcería Lili’s fabrica cerca de 500 a 600 kilos semanales de productos, entre galletas, alfajores, confites y otros. Sus ventas promedian $ 25 millones mensuales, aunque pueden aumentar a más de $ 45 millones mensuales en fechas específicas como los días de la Madre y el Padre o Navidad. “Creo que uno de los aspectos que nos ha garantizado el éxito es la innovación. Por ejemplo, en nuestros packaging, o en productos como el alfajor de papaya, que es creación nuestra. Además utilizamos ingredientes locales como el higo y la papaya y destacamos íconos locales como El Faro de La Serena”, cuenta Liliana Maier, quien agrega que además tienen productos más exclusivos para tabaquerías o tiendas de aeropuertos.
Actualmente, sus productos llegan a todo Chile a través de su canal de e-commerce, lo que representa el 10% de las ventas, pero su objetivo es aumentar el canal del retail para lo que están en conversaciones con Unimarc para estar en las góndolas del centro y sur del país. Además, firmó con Cencosud para vender sus productos en sus supermercados. Con respecto al extranjero, aparte de Estados Unidos, donde ya están disponibles gracias a la empresa de Jeff Bezos, esperan aterrizar a México en 2024. Pero a pesar del crecimiento, siguen siendo una empresa familiar. El marido de Maier se encarga del área administrativa y ella, de la producción y ventas. Incluso sus hijos colaboran con temas puntuales.
Con respecto a retomar en algún momento la acuicultura, Liliana Maier dice que no hay vuelta atrás: “Fue una decisión difícil de tomar, especialmente cuando has trabajado, has sido dependiente toda tu vida. Es un riesgo que no todas las personas están dispuestas a tomar. Y así como yo, miles de empresarios pequeños también se han dado mil vueltas de carnero. El proceso de inicio no es fácil. Pero siempre hay tropiezos en el camino. Es parte del juego. Cuando empiezas a verlo así, es más fácil encontrar las soluciones y crecer”.