La economía circular permite avanzar hacia el desarrollo sostenible, generando una mejora simultánea en lo ambiental, lo económico y lo social. En lo ambiental, la mayor eficiencia en el uso de los recursos implica menor presión al medio ambiente en múltiples dimensiones, por ejemplo, solo en materia de gases de efecto invernadero, se estiman reducciones de 33% en las emisiones a nivel global.

En lo económico, este cambio de enfoque representaría ahorros de entre 3% y 4% del PIB. Y en lo social, significa crear múltiples nuevos empleos y la posibilidad de formalizar y dignificar el trabajo de miles de recicladores de base a lo largo del país.

Esta es la economía del futuro, la única sostenible a largo plazo. Chile está en una excelente posición para liderar este camino. Para lograrlo, desde el Ministerio del Medio Ambiente estamos trabajando en tres ámbitos, con el objetivo de encaminarnos claramente en esta dirección.

El primero es avanzar hacia una exitosa implementación de la Ley REP. Esta ley hace responsable a los productores de organizar y financiar la gestión de los residuos que generan sus productos, con el foco puesto en darles valor a través del reuso, del reciclaje o la extracción de la energía contenida en ellos.

Representa el principal instrumento para gatillar un rápido avance hacia la economía circular, generando incentivos directos para el crecimiento de la industria del reciclaje y para la mejora de los diseños de los productos que consumimos diariamente.

Un segundo ámbito corresponde a temas no circunscritos a la ley REP pero de gran relevancia en materia de economía circular. Por un lado, los residuos orgánicos, que constituyen la mitad de la basura domiciliaria y por otro, la construcción, que produce enormes volúmenes de residuos que podrían minimizarse modificando las técnicas de edificación o que se podrían reutilizar en otros procesos.

Por último, los residuos industriales, como escorias de fundiciones, que en otros países se utilizan como materias primas para procesos productivos y que en Chile acumulamos en enormes botaderos.

Cada uno de estos temas representa retos tan grandes como interesantes desafíos. Desde el MMA abordaremos cada uno de ellos con miras a establecer instrumentos regulatorios que signifiquen aprovechar esas oportunidades.

Tercero, para avanzar bien y rápido hacia la economía circular necesitamos, además, catalizar un entorno de innovación y emprendimiento. Chile ya ha producido un conjunto de iniciativas muy destacables en este ámbito. Para multiplicarlas, buscaremos que puedan aprovechar los instrumentos del Estado. Estamos trabajando con los organismos públicos que tienen la experiencia, herramientas y recursos para este tipo de desafíos, articulando acciones con Corfo, el Ministerio de Economía y la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático. Eso ya ha comenzado a dar sus primeros frutos, con oportunidades concretas para los innovadores, como el llamado especial para prototipos de innovación que Corfo lanzó a principios de agosto.

Chile hoy figura en el penúltimo lugar entre los países de la Ocde en materia de valorización de residuos. Podemos dar un salto y pasar a liderar el mundo de la economía circular. Desde el sector público nos estamos movilizando decididamente para ello. Es clave que el sector privado, la sociedad civil y la academia también apunten en la misma dirección.