Uno de los eventos de mayor relevancia durante lo transcurrido del siglo tuvo lugar esta semana. Rusia decidió invadir Ucrania haciendo resonar los tambores de guerra en territorio europeo. Los hechos tomaron por sorpresa a buena parte del mundo, entre ellos a los mercados financieros, que intentan calibrar sus expectativas en el marco de un conflicto sobre el cual hay pocas certezas.
En ese marco, en entrevista con Pulso, el reputado economista de la Universidad de California, Berkeley, Barry Eichengreen, analiza el nuevo escenario que se abre a partir de este evento para la economía global, asegurando que el enfrentamiento bélico amenaza con entorpecer la recuperación pospandémica, sobre todo por el efecto que tendrá en el precio de la energía, en un contexto de una escalada inflacionaria ya en curso.
Sin embargo, considera que es poco probable un salto pronunciado en el dólar, que actualmente compite con otras divisas como activo de refugio, al mismo tiempo que se advierten incrementos en las materias primas. De esta manera, cree que la invasión rusa y su disputa con la OTAN no debiera tener un impacto particularmente negativo para Chile.
¿Qué significa para la economía global salir de una crisis y entrar en un conflicto bélico como este? ¿Cómo puede afectar la recuperación en curso?
-Hay muchos aspectos negativos para la economía mundial, como precios más altos de la energía y las materias primas, mayor incertidumbre, posibles perturbaciones financieras, y nada positivo. Es demasiado pronto para saber cuánto rebajar las previsiones de crecimiento mundial, ya que no sabemos cuánto tiempo durará el conflicto, la gravedad de las sanciones occidentales o el alcance de las represalias económicas rusas, particularmente cuán severamente reducirán las exportaciones de gas.
¿Cuál es el peso de las economías rusa y ucraniana en el mundo en general, y en Europa en particular?
-Rusia pesa mucho en lo que respecta a las exportaciones de gas y petróleo, pero es un peso ligero por lo demás. Ucrania es importante, como lo ha sido históricamente, en términos de exportaciones de cereales.
En general, estos son países pequeños económicamente. Pero son importantes para algunos socios comerciales, estamos hablando de Europa Central y Oriental y de Turquía, por ejemplo, donde se sentirá un impacto desproporcionado.
Entonces, ¿es esto particularmente problemático para la recuperación europea, considerando también que no tienen espacio monetario para más estímulos?
-El problema no es realmente el espacio monetario. El Banco Central Europeo (BCE) no puede hacer nada acerca de los altos precios de la energía y la escasez de energía, que es lo que puede producir el conflicto con Rusia.
La política fiscal puede limitar la caída del gasto, pero de nuevo, solo hasta cierto punto, dado que es probable que el gasto de inversión se vea deprimido por la incertidumbre geopolítica y del precio de la energía, que no es algo que los déficits presupuestarios puedan abordar.
¿Cómo el conflicto puede incrementar los problemas de la cadena de suministro que se han heredado de la pandemia?
-Hemos estado haciendo algunos progresos en el frente de la cadena de suministro, relajando restricciones como la capacidad portuaria. La administración del Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dedicado mucho dinero a esto. Pero persisten los problemas de suministro de semiconductores. Aquí el problema es que lleva 16 meses expandir una planta de fabricación de semiconductores y 36 meses construir una nueva. Y el gran problema de suministro que se avecina tiene que ver con la escasez de gas natural en Europa Occidental, que es un problema que, a corto plazo, solo Putin puede resolver (o no...).
¿Por qué vías se verá potenciado el ciclo inflacionario global a causa de este conflicto?
-En primera instancia, estamos hablando principalmente de mayores precios de la energía, por las razones antes mencionadas, y de mayores precios de los alimentos, debido a la importancia de los cereales ucranianos.
Los bancos centrales han estado observando atentamente si la inflación general, que pesa mucho sobre estos componentes, comienza a desanclar la inflación subyacente, que los excluye, o las expectativas. Todavía no hay indicios de esto último, ni en las lecturas de inflación, donde la subyacente europea sigue siendo moderada, ni en las encuestas de consumidores. Pero con el conflicto entre Ucrania y Rusia acaparando los titulares, existe el peligro de que el ancla comience a arrastrarse.
¿Qué podría significar esto para la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que evalúa en estos momentos un alza de tasas?
-Aquellos en el Comité de Política Abierta de la Fed (FOMC) que habían estado contemplando un aumento de 50 puntos básicos en marzo tendrán que repensar. Yo siempre pensé que la mayoría del FOMC quería proceder con una serie de aumentos de 25 puntos básicos en reuniones sucesivas, en parte para no sorprender a los mercados. Dado lo que sabemos ahora, sigo esperando aumentos de 25 puntos básicos en las siete reuniones regulares del FOMC de 2022 y un aumento acumulado de 175 puntos básicos este año. Pero si la demanda se debilita y la inflación se debilita (todavía no hay señales de esto), la Fed puede repensar.
¿Cómo puede afectar todo esto a América Latina y Chile, considerando el efecto sobre el cobre y el dólar?
-El dólar no va a ninguna parte, no veo un vuelo masivo de refugio al dólar y los precios de commodities están subiendo. Esto no será un desastre para Chile.
¿Por qué anticipa este comportamiento en el dólar?
-Ahora hay otros refugios seguros: el euro, por ejemplo, ya que el BCE no ha dejado ninguna duda de que “hará lo que sea necesario” para preservar la integridad de la eurozona.