Firme partidario del libre mercado, el economista y filósofo francés Guy Sorman ha manifestado en múltiples ocasiones su admiración por Chile. Asegura que sobresale entre sus vecinos, que ha desarrollado una economía innovadora y, en la actualidad, también destaca el liderazgo de Sebastián Piñera, con halagos que difícilmente utilizaría para referirse al mandatario francés, Emmanuel Macron.
Por eso, en entrevista con PULSO Domingo se manifiesta extrañado por el hecho de que internamente no se esté satisfecho con el modelo de democracia que, a su juicio, representa Chile. Aunque reconoce que hay graves problemas de desigualdad, educación y migración, apuesta por la dirección que toma el país, asegurando que incluso ha logrado dejar de ser 100% dependiente del cobre y quedar más protegido de las turbulencias de los mercados internacionales.
¿Qué balance hace de este primer año de retorno de Sebastián Piñera a la Presidencia de Chile?
-Ha sido más difícil que su primera vez, porque la oposición de izquierda es más fuerte y radical. Piñera no está en una situación cómoda, pero ahora tiene la experiencia como para ser capaz de negociar. Él no puede implementar su programa, en relación a los impuestos por ejemplo, pero lo está haciendo lo mejor que puede dados los ajustados márgenes políticos, y vemos algunos resultados positivos.
El crecimiento económico fue bueno este año y la inversión extranjera en Chile está de vuelta, gracias a que de alguna manera él ha restaurado la confianza en el país. Piñera es bueno negociando, lo que es bueno para la democracia, porque él ha probado que pese a una oposición muy radical en el país se respetan las instituciones.
El problema es que para el mundo, Chile es modelo de democracia moderna, pero los chilenos se sienten en una situación dramática.
¿La alta desigualdad incide en esa percepción?
-Estoy totalmente seguro de que el problema es la desigualdad. De hecho, los dos problemas más importantes del país son migración y desigualdad. Sin embargo, creo que en Chile no enfocan bien el problema de la desigualdad.
¿A qué se refiere?
- Muchos estudios indican que hay más justicia social con igualdad de oportunidades, por lo que lo básico es mejorar la educación primaria. En Chile están peleando para que la universidad sea gratuita, pero lo cierto es que si llegas a la universidad ya aseguraste unan buena posición en la sociedad. Cuando estás en la universidad ya estas entre los privilegiados. También pelean por redistribución a través de impuestos, pero eso no funciona.
¿Cuál sería el enfoque correcto?
- Muchas investigaciones demuestran que lo que sí funciona es la educación primaria. Todo tu futuro depende del tipo de educación primaria que vas a recibir. Si eres de una familia pobre, tus padres no tienen un grado universitario, hay problemas en tu vecindario y, sumado a eso, no recibes una educación primaria de alta calidad, las posibilidades de llegar a la universidad son mínimas.
El centro de las políticas chilenas en relación a la desigualdad debiese estar puesto ahí, lamentablemente no es así, la discusión en Chile es muy anticuada, con características propias del siglo pasado. Piñera debiera cambiar completamente el debate.
En materia de impuestos, Piñera anunció inicialmente que incluiría una rebaja a los tributos a las empresas, lo que finalmente no hizo. ¿Qué opina de eso?
- No es realmente importante. Es relevante en el debate doméstico, pero si miras el impacto económico y social en la tasa de impuestos es algo más bien simbólico. Lo importante en impuestos es contar con un régimen estable y que sean competitivos; Chile está en una buena posición en ese sentido.
En migración, ¿cree que fue un error no haber firmado el acuerdo de Marrakech?
-Algunos países decidieron no firmar, porque es muy fácil firmar un pedazo de papel y es fácil estar en el lado de la mayoría y decir "por supuesto, este es un gran tratado". Piñera ha elegido el camino difícil. Leyó el tratado y descubrió que no se apega mucho a la política nacional de migración que necesita Chile. La reacción fue muy negativa, porque es de los pocos países junto a EE.UU. que decidieron no firmar, pero Piñera quiso mantener la libertad para elaborar una política de inmigración.
Chile está en una situación muy difícil. Están recibiendo muchos inmigrantes y no puedes tener una postura negativa al respecto. Se tiene que desarrollar una política sofisticada, porque después de todo, Chile necesita inmigrantes, porque el país está envejeciendo y no tienen manera de balancear las pensiones, porque necesitas de trabajadores más jóvenes.
El gobierno habla de una inmigración ordenada. ¿Le parece un enfoque adecuado?
-Estoy totalmente de acuerdo con esta noción, pero hay que tener presente dos cosas. En primer lugar, hay que reconocer que es muy difícil, porque quienes migran no están interesados en las reglas, para ellos es un asunto de emergencia. Por otra parte, hay tratados internacionales de refugiados políticos que Chile debe respetar.
La política que tiene que elaborar, rápidamente, debe ser muy tolerante, de lo contrario vas a tener muchos inmigrantes de todas formas.
¿Qué le pareció la reforma a las pensiones?
-Cuando aumentas la contribución, la gente no queda muy contenta, por lo que a mí me parece que es mejor abordar todo de una sola vez, incluyendo el aumento de la edad de jubilación. Las protestas serán iguales en ambos casos.
Si solo ven el aumento de las contribuciones y no de la edad de retiro, dentro de pocos años vas a tener que volver a plantear una reforma de pensiones. Lo mejor sería presentar una solución de largo plazo.
¿Qué escenario económico mundial le depara a Chile en 2019?
- Me resulta extraño ver a gente inteligente o al FMI haciendo predicciones, porque en general están equivocadas. Lo que puedo decir es que, dada la demografía global y el nivel de innovación, el crecimiento va a continuar, pero no puedes decir en qué rango.
En ese marco, cada país, así como cada empresa, debe saber dónde se ubica en este crecimiento global, cuáles son las debilidades y fortalezas de esa posición. Un país como Argentina depende totalmente del mercado global y de los precios de los commodities.
En el caso de Chile, mitad y mitad. Ustedes todavía dependen del precio de los commodities, del cobre, pero en la otra mitad dependen de la innovación y branding y es por eso que Chile me parece un modelo. Todo el mundo sabe del chilean seabass, que es un pez que no existía antes de que Chile lo inventara de alguna forma.
¿Entonces ve mejor preparado a Chile para enfrentar una desaceleración?
-De todas maneras, porque el cobre ahora es solo el 50%. Chile camina sobre dos piernas, una es el cobre, que depende totalmente de la demanda global y no se puede hacer mucho al respecto, y la otra es la innovación, mayoritariamente en la agricultura y la industria de alimentos.
¿Pueden surgir riesgos por la desaceleración que experimenta China?
-Hablar de una desaceleración en China es un error de interpretación. La economía china está cambiando muy rápidamente desde fines de los años 70. Al abrir su economía al mundo, China se volvió totalmente dependiente de las exportaciones y el mercado global. En ese proceso creó un mercado doméstico muy grande, el cual se transformó en el motor del crecimiento chino, lo que les permitió cortar la dependencia de las exportaciones. No estamos ante una desaceleración, sino frente a una transformación.
¿Cómo se puede preparar Chile para encarar esa transformación?
-Quizá vas a enviar menos commodities, pero vas a vender productos más sofisticados. Una vez más, la respuesta a lo que llaman "desaceleración china" es poner atención a los intereses de sus consumidores.
En este punto, también me parece que el debate que hay en Chile es anticuado, está atrasado en 20 años. No puedes hablar de China como solo un importador de commodities. Necesitas ver a China como un país normal, con un mercado doméstico salvaje, con consumidores sofisticados. Hay que preguntarse qué clase de trato se puede hacer con China en algo más que los commodities.
Es importante que Chile modernice el debate económico y cambiar los parámetros, abandonando la idea de que son totalmente dependientes del crecimiento global.
Si Piñera me pidiera un consejo, lo que no es así, porque es el Presidente, sería que se hable de la economía con un vocabulario moderno, basado en investigaciones.
En EEUU justo se cumple un año de la reforma tributaria de Trump. ¿Tampoco cree relevante este recorte de impuestos?
- Desde una perspectiva económica, fue totalmente inútil. Fue decidido por Trump y los republicanos en términos electorales. Fue una política de corto plazo, que resultó inútil en una economía que ya crecía. Por otra parte, aumenta el déficit, lo que significa que en algún momento van a tener que subir impuestos para reducirlo. Entonces, se trata de ganancias a corto plazo y pérdidas a largo plazo.
¿Ve riesgos importantes en el creciente déficit de EEUU?
- Riesgo es una palabra muy grande. Creo que la consecuencia en los próximos años va a ser que los contribuyentes verán un alza de impuestos. Pero para la economía en su conjunto, no veo ningún impacto, porque Estados Unidos todavía atrae la mayoría de las inversiones internacionales y seguirá siendo así en los años que vienen.
Sigue siendo la economía más estable con una moneda fuerte. El euro es más impredecible y turbulento y ni mencionar otras monedas. Los inversionistas también seguirán buscando los bonos del Tesoro. Además, el país todavía es el número uno cuando se trata de innovación. Con esa fortaleza económica, EE.UU. puede cargar con déficits por un largo tiempo.
"La rebelión de los franceses sacó a la luz el hecho de que la pobreza crece"
-Aunque en ese momento estaba en Estados Unidos, donde reside, Guy Sorman siguió de cerca las grandes protestas que tuvieron lugar en su país: Francia. Protestas por un alza en los combustibles terminaron en una rebelión de grandes proporciones en París, que obligaron al gobierno de Emmanuel Macron a aumentar el sueldo mínimo en 100 euros mensuales y liberar a los jubilados con ingresos inferiores a 2.000 euros del reciente aumento impositivo, entre otras cosas.
Sin embargo, para Sorman los problemas son más complejos. Por una parte, las exigencias de altas calificaciones para los empleos bien remunerados dejan a una parte importante de la población excluida y estancada en la pobreza. Ese problema, que afecta a todas las economías avanzadas, se potencia en el caso francés, dado que, desde su punto de vista, el Presidente Emmanuel Macron no es un muy buen líder.
¿Cómo explica las grandes protestas que tuvieron lugar en París este año?
- En todas las economías avanzadas la pobreza está creciendo y es porque ya no hay trabajos en la industria, todos los empleos están en los servicios. Además, todos los trabajos bien remunerados necesitan calificaciones y hay una parte importante de la población que no tiene ninguna calificación en absoluto. Esa gente solía trabajar en la industria o la agricultura, pero ya no tenemos esas actividades. Si hay industria está muy robotizada, muy sofisticada.
Hay una parte de la población que está excluida. Ellos tienen miedo, no tienen futuro. Reciben alzas salariales, compensaciones del gobierno, pero es bastante miserable. En ese marco, tuvimos una rebelión de la gente.
¿Pasa lo mismo en EE.UU.?
- Sí. En EE.UU. el 20% de la población no tiene ninguna calificación y esa gente está estancada en la pobreza.
¿Qué políticas debieran desplegarse para poder enfrentar esta situación?
- Nadie tiene una respuesta, pero es importante reconocer lo que está ocurriendo. La rebelión de los franceses sacó a la luz el hecho de que la pobreza crece. Tenemos una nueva clase de pobres, que tiene acceso a diversos productos, pero que comparados con el resto de la sociedad, es innegable que se les está dejando atrás.
¿Cómo evalúa la gestión de Emmanuel Macron en este contexto?
-No estoy en contra de Macron, porque realmente no entiendo la dirección de sus políticas. Es realmente muy confuso. ¿Está a favor de los mercados? ¿En su contra? Realmente no lo entendemos.
Entonces, ¿comprende el malestar de los franceses?
- Claro que entiendo por qué la gente no está contenta, porque Macron se ha pasado dando discursos sobre la modernización del país, pero no vemos cómo. Hay una contradicción enorme entre sus declaraciones y el hecho de que su gobierno, básicamente, no está haciendo nada, absolutamente nada. No sé hacia dónde nos está liderando Macron.
La rebelión viene justamente del hecho de que la gente no entiende a este gobierno.
¿Aunque no está en su contra no aprueba su gestión?
- Macron no es un muy buen líder y por eso los franceses protestan. Es un gobierno cuya gente no ha trabajado en empresas, vienen de la burocracia y están muy lejos de la gente. Incluso, cuando Macron se dirige a las personas nadie lo entiende, no saben de qué está hablando. Hay un problema enorme de comunicación.P