Economista jefa del Banco Mundial y retiro de pensiones: “En este momento hay que pensar en una larga lista de opciones, aunque tengan altos niveles de incertidumbre”

Carmen Reinhart

Para Carmen Reinhart el debate que tiene lugar en Chile es pertinente dada la magnitud de una crisis, que ha obligado incluso a la Fed a tomar riesgo inéditos. Además, pone en duda que la recuperación del precio del cobre sea sostenible,considerando las limitaciones de la recuperación de China, que esta vez no tendrá el rol de locomotora del crecimiento.


Desde su confinamiento en Florida, Carmen Reinhart, ha comenzado su labor como economista del Banco Mundial. El cargo que asumió el 15 de junio pasado representa desafíos inéditos, dada la crisis económica más severa que enfrenta el globo en toda una generación, la cual a su juicio encuentra a América Latina en una posición particularmente débil.

La carencia de la locomotora china y una desaceleración prolongada, son parte de los problemas que distingue Reinhart en su primera entrevista en cargo con un medio regional. En ese marco, considera necesario que los gobiernos analicen todas las opciones para que las familias enfrenten la crisis. Una de ellas es el retiro de parte de los fondos de pensiones.

¿Cómo ha visto a America Latina en su confrontación económica frente a la pandemia?

-Cuando llega el virus América Latina no estaba en su mejor momento. Su crecimiento había venido disminuyendo. Chile no tenía problemas de deuda como Argentina, pero enfrentaba problemas sociales. Había incertidumbre tanto económica como política, distintos motivos en cada país. La región estaba en una posición muy lejana, por ejemplo, a la de 2008. En la crisis financiera, qué fue de un nivel mucho menor que esta, los países de América Latina recibieron un fuerte golpe pero rebotaron rápidamente. Eso fue tanto por la locomotora china, como por el hecho de que estaban en una posición mucho más sana que la que tienen hoy.

Otro punto que ha hecho más dura a la pandemia en la región es la desigualdad. Este ha sido un shock enormemente regresivo. Quienes no tienen la opción de trabajar desde casa, qué es lo más común en los empleos de bajos ingresos, consecuentemente han sido los más afectados por la pandemia. Por otra parte está la informalidad, donde no existe o es muy limitado el apoyo en términos de red de seguridad.

Perú es un caso interesante, porque tomó prontamente políticas que son difíciles de criticar, pero siguieron aumentando los casos de Covid, en parte porque la economía informal sencillamente tiene otras reglas. Esta pandemia nos ha recordado que pese a que tenemos la tendencia a referirnos a una economía, muchas veces estamos hablando de dos economías muy distintas.

En el Banco Mundial, aún con distintas metodologías, todo apunta a un gran aumento en la desigualdad y en el nivel de pobreza, causado por esta pandemia.

Chile no ha estado ajeno a los problemas que ha enfrentado la región. ¿Ha cambiado su opinión considerando también la crisis social?

-La importante desaceleración del crecimiento económico que ha habido en Chile hace que resalten más los temas de desigualdad. Cuando la torta se ponía más grande, aún si se mantiene la misma desigualdad, cada generación siente que a sus hijos les va a ir mejor que a ellos. Cuando la torta deja de crecer, entonces empiezan a verse a nivel personal las dudas de que tus hijos van a tener una mejor vida que tú. En ese caso, el cómo se divida la torta cobra una importancia mucho mayor.

Chile tuvo unas décadas en las que destacó respecto al resto de la región, en términos de muchos indicadores macroeconómicos. Desafortunadamente, durante décadas de muy alto crecimiento el tema de la desigualdad no mejoró tanto como pudiera haberlo hecho. En cierto modo los problemas sociales, relacionados con desigualdad y la falta de movilidad social, tienen sus raíces en esa falta de progreso en la etapa de más alto crecimiento.

Otro tema persistente en Chile es que ha continuado muy atado al ciclo de los precios internacionales de commodities. Ese es otro asunto de una naturaleza estructural, qué representa una debilidad en términos de la volatilidad.

¿Qué opina de la alternativa de retirar parte de los fondos de pensiones para que las familias enfrenten la crisis?

-Es un tema que hay que discutir, porque en este momento uno espera lo mejor pero hay que prepararse para lo peor. Parte de eso es ver cuáles son las opciones que uno tiene para que los hogares puedan mantenerse si es que se llega a la situación donde la recuperación no va a ser en “V”, sino que en “U” en “W” y ojalá que no sea una “L”. Precisamente teniendo en cuenta esos escenarios, con un alto nivel de incertidumbre por la duración de la pandemia, hay que discutir todas las opciones.

Tengo problemas con decirte “sí, se debe hacer” o “no, no es lo correcto”, porque no hay muchos ejemplos históricos. No hay un punto de referencia para ver cómo funciona. Pero, en este momento hay que pensar en una larga lista de opciones, aunque tengan altos nivel de incertidumbre. Sabemos que ayuda en el corto plazo, pero la cuestión es cuán negativos pueden ser los efectos al mediano y largo plazo. Dicho sea de paso, la Reserva Federal en EE.UU. está tomando riesgos que no tomaba desde 1913. Está comprando bonos de alto riesgos, préstamos de una calidad muy pobre... Esas son medidas de crisis, que lucen como una buena idea ahora y ya sabremos si va a seguir siendo una buena idea más adelante.

La recuperación de China ha sorprendido. ¿Puede convertirse nuevamente en una locomotora del crecimiento para Chile y el resto del mundo?

-En el caso de China el colapso fue en el primer trimestre y el repunte de actividad económica es sustantivo según casi todos los indicadores. Pero pensar que eso ya implica una recuperación en el sentido más amplio, es decir, que pueden regresar a su crecimiento pre Covid, yo no lo veo así por distintos motivos.

Primero, el crecimiento tan espectacular de China a través de las últimas décadas fue muy alimentado por exportaciones, por un crecimiento dirigido hacia fuera. Es necesario, pero no es suficiente para China que haya una recuperación doméstica, porque también depende mucho de cuánto se va a recuperar el resto del mundo. Esa recuperación también va a ser fundamental para ver si China puede regresar a algo más parecido al modelo anterior.

Lo segundo es que China de 2008, cuando fue la locomotora mundial durante la crisis financiera, no es la China de hoy. El nivel de endeudamiento, sobre todo corporativo, es mucho más alto, el nivel de competitividad que tenía ese año ya no está en la misma posición, la crisis Covid también ha impulsado cambios geográficos en las cadenas de producción... La China lista para dar un estímulo fiscal y monetario de la escala espectacular de 2008-2009, no es la China de hoy.

Es más, dada la gravedad de esta situación uno puede ver que, tanto el estímulo por la parte monetaria como para la parte fiscal, no se pueden comparar con lo que hicieron en 2008-2009 y eso también refleja que ya no es la economía de antes. China paso de más de una década de crecimiento de 10% a 6% y yo creo que el próximo escalón no es de 6% sino posiblemente la mitad, 3% o 4%.

¿No recomienda entonces confiarse en el repunte del cobre?

-Hay que ser cautelosos. Cuando cayó o teníamos solamente la crisis de Covid, sino que también la guerra de petróleo entre Arabia Saudita y Rusia. Aunque históricamente son ciclos distintos, el del petróleo tiene mucha influencia en los mercados de commodities. Entonces, parte del repunte se puede atribuir a la historia de la recuperación China, pero también por el hecho de que fuimos de precios del petróleo cercanos a cero a los de ahora, en un rango más normal, aunque US$40 (el barril) es muy por debajo de los US$60, donde estábamos antes. Yo tendría mucha cautela con el supuesto de que por el hecho de haberse recuperado tanto hasta ahora se puede esperar que esa recuperación continúe.

Hay que tener mucho cuidado con no quedarse con la percepción de los mercados como algo persistente, porque los mercados cambian de parecer con mucha rapidez y es muy importante el seguir anclado en el hecho de que los fundamentales económicos están cada vez más comprometidos.

“Hay dos mundos paralelos entre la economía y el mercado financiero”

Carmen Reinhart, la economista mujer más citada en la disciplina, mira con desconfianza el comportamiento del mercado. Explica su repunte, desconectado de fundamentales económicos que se deterioran, por la liquidez inyectada por la Fed, pero asume que el riesgo de una caída repentina es relevante.

Fue una de las primeras que comparó la situación actual con la crisis de los años 30. ¿Sigue pensando que la situación es así de grave?

-Nada de lo ocurrido de marzo a la fecha ha cambiado mi opinión de la gravedad de la situación. Es más, en marzo todavía había cierto nivel de optimismo, por una vacuna o por la efectividad de las distintas políticas de aislamiento. Pero, por ejemplo, esta conversación la tengo desde Florida, que en las últimas semanas ha visto una explosión en infecciones de Covid. Todavía estamos en la primera ola y ya ha pasado mucho más tiempo de lo que uno hubiese pensado. Si algo ha variado de marzo hasta ahora es que veo la situación como aún más persistente y con ramificaciones más serias.

¿Entonces comparte la idea de que hay una desconexión en relación al repunte del mercado?

-Tendría mucha cautela con los mercados financieros y su gran nivel de desconexión. Hay dos mundos paralelos entre lo que ocurre en la economía y en los mercados financieros, que uno los ve y dice “todo marcha bien”. Hay que tomar en cuenta el factor de que los mercados financieros han sido inundados con una ola de liquidez, gracias a todas las nuevas facilidades que ha creado la Reserva Federal.

¿Cuál es el riesgo concreto?

-Los mercados suben hasta que dejan de subir, y bajan hasta que dejen de bajar. Sus reacciones pueden ser de una escala muy abrupta, como vimos en marzo y abril, cuando la salida de capital de los emergentes qué ocurrió en 6 semanas, equivale lo que tomó poco más de un año durante la crisis financiera.

Esto en Chile me preocuparía por el contagio financiero. Uno no puede saber si un país emergente grande, en América Latina u otra región, pueda enfrentar problemas serios de deuda, a partir de lo cual los mercados a opten por tomar menos riesgo. Este es un mercado donde hay mucha capacidad para volatilidad y vulnerabilidad. La liquidez está apoyando mucho a la toma de riesgo, a buscar retornos en mercados emergentes, pero hay que tener mucha cautela, porque al mismo tiempo vemos caídas en crecimiento, deterioro fiscal y que las instituciones de clasificación han estado cortando en récord la calificación de soberanos.

¿Cómo anticipa que será la recuperación tras la crisis del coronavirus?

-No quiero ser negativa, pero sí quiero ser realista. A partir de lo que hemos visto en la primera mitad del año el repunte va a ocurrir, sencillamente porque comienza a regresar algo más parecido a la normalidad, pero el repunte en crecimiento, que puede lucir como una ‘V', no luce igual en el ingreso per cápita. Para que este regrese al punto que se observaba a fines del año pasado van a pasar bastantes años. Después de la crisis financiera a Estados Unidos le tomó casi cinco años retornar al nivel de ingreso per cápita que tenían en el 2007, Europa en su conjunto tomó casi 10 años, mientras que en Grecia y en Italia todavía no habían llegado a ese punto. Entonces, aunque habrá diferencias entre cada país, la verdadera recuperación va a tomar mucho tiempo. Dudo que menos de cinco años.

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