El economista jefe de Banco de Chile, Rodrigo Aravena, espera que el mayor impacto de la crisis económica se produzca en el segundo trimestre con una caída en torno a 15%. Si bien su escenario base apunta a que las medidas más restrictivas para contener el virus se vayan levantando en agosto, y con ello se podrían ver algunos datos positivos de crecimientos mensuales hacia fines de año, hay un riesgo de que eso se traslade hacia 2021.

La economía cayó fuerte en mayo debido a la crisis sanitaria. Para junio y julio, ¿cuál es su expectativa considerando que la minería paralizó gran parte de sus faenas?

-No cabe duda del impacto material y mayor a lo esperado en el crecimiento local, tal como hemos visto en gran parte del mundo. Dado que junio estuvo marcado por cuarentenas incluso en más zonas, es razonable esperar una caída que puede ubicarse en torno a 15% anual en dicho mes. Con esto, el segundo trimestre habría caído alrededor de 15%. Esta caída está muy en línea con lo que hemos visto en gran parte de las economías del mundo.

Considerando la extensión de la cuarentena, ¿cuándo se podrá comenzar a ver alguna recuperación e Imacec positivos?

-Dependerá mucho del periodo de tiempo en el cual se puedan relajar las condiciones sanitarias. Pero si asumimos, por ejemplo, que a partir de agosto se comienza a reabrir parte de la economía, podríamos ver un par de meses positivos hacia fines de año. Pero insisto, ello está fuertemente condicionado al timing de relajación de medidas de distanciamiento social. Si bien no es el escenario base, hay un riesgo que tengamos que esperar hasta el 2021 para volver a ver cifras positivas.

En ese sentido, ¿ve que sigue vigente el escenario que delineó el BC en el IPoM donde dijo que la caída más fuerte será en el segundo trimestre o puede extenderse ya hacia el tercero?

-Es probable que la caída más pronunciada haya ocurrido el segundo trimestre. Un elemento que ha llamado la atención en esta crisis es un patrón relativamente similar en varios países, donde muchos de ellos han llegado a caer cerca de 40% y luego experimentan mejoras importantes en la medida que se abre la economía. Al menos eso es lo que ocurrió en gran parte de Asia, y eventualmente estaríamos viendo en Estados Unidos y Europa. Por lo tanto, si podemos volver retomar actividades en el corto plazo estaríamos viendo el escenario que se propuso en el último IPoM.

Considerando los nuevos antecedentes, ¿cuál es su proyección de crecimiento 2020?

-Hemos estado revisando a la baja el crecimiento del año. Nuestra estimación en junio era cercana a -5,2%, pero hoy vemos una posibilidad real de que caigamos alrededor de 6%.

Hacia 2021 está la discusión de la velocidad de recuperación, ¿podrá ser en V o más bien en forma de U?

-Este es un tema central en la discusión. Si bien vimos una crisis altamente sincronizada entre países, donde todos cayeron prácticamente al mismo tiempo, veremos patrones de recuperación muy heterogéneos, donde algunos volverán más rápido a crecer (V), otros tomarán más tiempo (U), mientras que otros incluso tendrán efectos permanentes (L). La diferencia entre ellos vendrá dada, en gran medida, por las políticas implementadas en la crisis, las cuales serán críticas para evitar efectos permanentes. En este contexto, tengo bastante confianza de que la buena capacidad de respuesta que ha tenido Chile, tanto por el tamaño de los estímulos como por la coordinación fiscal-monetaria-financiera, marcarán la diferencia entre Chile con otros países, en lo que respecta a la recuperación post crisis.

¿Qué tan dañada quedará la economía después de esta crisis y cuánto tiempo costará recuperar el terreno perdido?

-Sin duda habrá daño. No es inocuo que el PIB caiga más de 5% en un año y que el desempleo aumente a 15% o más en un período de tiempo muy corto. Desde ya debemos formarnos la idea de que el nivel de producción que teníamos en 2019, se logrará en 2022 por lo que se necesitará una buena dosis de crecimiento para aspirar a tener tasas de desempleo de un dígito. En este contexto, la aplicación de una parte importante del estímulo fiscal de US$12.000 millones en infraestructura en 2021 puede ser clave en recuperar el empleo y el crecimiento.

En cuanto al manejo fiscal, ¿cuál es su evaluación del gobierno?

-Un estímulo fiscal superior a 10% del PIB, con herramientas focalizadas en pyme y empleo y coordinadas con el Banco Central, sin duda nos han dejado muy bien posicionados. Sin la buena posición fiscal y la inflación baja y estable que hemos logrado a través del tiempo, no hubiésemos podido aspirar a tener este tipo de respuestas. Esto debe ser un punto de partida en las discusiones que tengamos sobre Chile en e l futuro.

¿Es creíble la trayectoria fijada de mediano plazo que considera que el gasto público caerá entre 2021 y 2024 para ir reduciendo el déficit efectivo?

-Es tremendamente desafiante, en parte porque hay evidencia de sobra que el gasto tiende a ser flexible al alza, pero más rígido a la baja. Por ende, el desafío será transversal para ir retirando el estímulo transitorio en la medida que sea posible.