El economista jefe de Banco de Chile, Rodrigo Aravena, tiene una mirada cauta sobre el corto y mediano plazo. Para 2021 prevé un crecimiento del PIB menor al 5% estimado por Hacienda, y se ubica más bien en el piso del rango entregado por el Banco Central en septiembre pasado, de entre 4,5% y 5,5%.

Tras el Imacec de agosto, que cayó más de lo esperado por el mercado, ¿cómo se debe entender el estado actual de la economía?

-Más allá de la cifra del mes, es importante tener tres grandes cosas en consideración. Primero, que es probable que la economía haya tocado fondo el segundo trimestre del año y, por ende, hoy estemos en un proceso de recuperación, pero muy gradual. Los catalizadores fundamentales de esta mejora obedecen, principalmente, al desconfinamiento gradual y al efecto de las políticas que han adoptado el gobierno y el Banco Central. Un segundo aspecto a tener en cuent es que la recuperación será incompleta el próximo año, a menos que exista un proceso de inmunización en el muy corto plazo. En la medida que tengamos que convivir con medidas de distanciamiento social y potenciales rebrotes, habrá una serie de actividades que no podremos realizar con total normalidad, lo cual hará más lenta la recuperación. Un tercer elemento es la fragilidad que existe en el crecimiento actual, no solo en Chile, sino que en el mundo entero, dada la evolución de la pandemia. Ello confirma que el crecimiento no está garantizado y que requiere mucho trabajo la recuperación de este shock.

¿Hay señales firmes de que ya lo peor quedó atrás?

-Probablemente esta es la pregunta más relevante hoy, pero es la más difícil de responder. Durante los últimos tres meses la economía ha estado creciendo en términos mensuales, dejando en evidencia que la producción se está recuperando gradualmente. Considerando que en septiembre se avanzó aún más en el desconfinamiento de diversas ciudades, y que, además, el gobierno y el Banco Central mantendrían políticas altamente expansivas, a priori estarían dadas las condiciones para que la recuperación siga su curso. Sin embargo, se requieren algunos factores adicionales en el futuro: uno de ellos es que no exista un deterioro de las condiciones sanitarias que nos lleve a cuarentenas tan estrictas como las que tuvimos algunos meses atrás. Un segundo elemento es que las discusiones que tendremos el próximo año tengan un tratamiento adecuado, donde primen los criterios de largo plazo.

Para el próximo año, ¿cómo ve la trayectoria de recuperación? Hacienda redujo su estimación de 5,5% a 5%.

-Por el momento estamos pensando en cifras más cercanas al 4,5%, ya que enfrentaremos una serie de riesgos y fuerzas contrapuestas, entre ellas un escenario externo aún con recuperación débil y frágil, con más incertidumbre de la usual en el plano interno y una necesidad de retirar el impulso fiscal en el futuro. El crecimiento futuro requiere mucho trabajo y, por ende, no hay que darlo por sentado.

En cuanto al mercado laboral, las últimas encuestas muestran que la destrucción de empleo se acotó en 12 meses y, de hecho, mes contra mes hay una leve recuperación. ¿Cómo se deben leer estas cifras?

-El mercado laboral se correlaciona con el crecimiento, pero con algunos rezagos. Si bien el informe de agosto trajo algo de buenas noticias, ya que el empleo dejó de caer, resulta preocupante la baja en la tasa de participación, el deterioro en la calidad del empleo y la caída cercana al 20% en el número de ocupados que ha existido desde el inicio de la pandemia. Dado que este shock afectó de manera más fuerte a sectores intensivos en trabajo, es probable que la recuperación del empleo sea incluso más lenta que la del producto. Se requiere una buena dosis de crecimiento para volver a tasas de desempleo de un dígito.

En materia presupuestaria, el erario 2021 contempla un aumento del gasto de 9,5% en comparación a la ley aprobada en 2019, pero de 0% si se compara con lo que se ejecutara este año, ¿está bien ese diseño de mantener el impulso fiscal?

-Absolutamente. En momentos como estos es cuando se requiere una política fiscal más activa, lo cual es clave para evitar efectos permanentes en la economía. La buena noticia es que Chile puede realizar este esfuerzo transitorio gracias a la disciplina fiscal que tuvo en años anteriores. Eso sí, debe ser transitorio, lo cual implica retirar el estímulo una vez que la economía vaya ganando tracción por sí misma.

El déficit fiscal efectivo se prevé que pase de 8,6% a 4,3% del PIB, entre 2020 y 2021, mientras que el estructural subiría de 3,5% a 4,7%, ¿cómo ve ambos recorridos?

-Es razonable esperar una mejora en el déficit efectivo, en la medida que la economía vaya creciendo, por lo que la caída hacia el 4,3% se inscribe en ese escenario. La mantención de altas cifras de déficit estructural refleja la necesidad de reducir el gasto en el futuro; en caso contrario, sería imposible estabilizar los niveles de deuda pública.

Para el próximo año se prevé que la deuda suba a 36,4% del PIB y que para 2024 llegue a 45,1%, para luego en 2025 comenzar a bajar levemente. ¿Es creíble esa ruta, considerando que para que se cumpla el gasto debería contraerse en los próximos años?

-Es sumamente desafiante. Esto requiere que el déficit fiscal se reduzca a cerca de 1% del PIB en el largo plazo. Pero, al mismo tiempo, debemos considerar que solo por pagos de intereses de deuda estaremos desembolsando cifras cercanas a dicho valor, por lo que en la práctica implica tener un balance fiscal. Esto es aún más relevante al considerar las presiones de gasto que existen en Chile, muchas de ellas asociadas a temas estructurales (como el envejecimiento de la población). En este contexto, es más importante que nunca considerar que la evidencia muestre, inequívocamente, que las mejoras en niveles de deuda van acompañadas con crecimiento económico. Ello fue lo que pasó, por ejemplo, en la década de los 90, cuando la economía crecía sustancialmente por sobre el resto del mundo. Es más, tenemos evidencia abrumadora de que alzas de impuestos sin crecimiento económico generan deterioros fiscales. Si el crecimiento económico no está al centro del debate, no podremos aspirar a estabilizar la deuda.