A medida que avanza la crisis sanitaria del Covid-19, el impacto en la actividad económica es mayor y, por ende, ya es un hecho que Hacienda deberá destinar mayores recursos de los poco más de US$17.100 millones presupuestados en su plan inicial. Eso el mercado lo tiene internalizado y en el gobierno también. Si bien el Ejecutivo ha reiterado que no se deben gastar todas “las fichas” de inmediato, sabe que necesitará mayores recursos.

Las nuevas medidas para apuntalar los ingresos de las personas y de las empresas ya están en fase de elaboración, y a ello se suma la inversión que se deberá hacer para el proceso de reactivación económica.

En estas condiciones, son pocos los que mantienen en su escenario base un déficit fiscal efectivo de 8% del PIB, que proyectó la Dirección de Presupuestos. Ahora los cálculos se inclinan más hacia -10%, nivel que no se veía desde la década de 1970.

El economista jefe de Itaú, Miguel Ricaurte, afirma que “teniendo en cuenta los riesgos bajistas para la actividad, en la medida que aumente el gasto no se puede descartar que finalmente veamos un déficit bordeando el 10% del PIB este año”.

Misma estimación tiene Alejandro Fernández, economista de Gemines, quien asevera que “es un hecho que la situación fiscal se está deteriorando de manera significativa y, por ello, el déficit se ubicará más cerca de 10% e incluso más. Con ello, el gasto púbico subirá entre 13% y 14% y la deuda pública llegará a 50% al 2024”.

Cecilia Cifuentes, académica de la Universidad de Los Andes, comentó que “el déficit podría ser mayor, y acercarse a 10%, por un mix de mayor gasto, menores ingresos y menor PIB”.

Sergio Lehmann, economista jefe de Bci subraya que “dado el mayor deterioro económico, producto de las mayores restricciones sanitarias que se han debido imponer los ingresos fiscales disminuirían más allá de lo que se preveía hace algunas semanas. En consecuencia, es altamente probable que el déficit fiscal sea mayor a 10% del PIB”.

Una visión distinta entregó la economista de LyD, Macarena García, quien sostiene que se debe avanzar más por el lado de las reasignaciones que del gasto. “El déficit estimado para este año ya ha aumentado sustancialmente, pasando desde -2,0% del PIB en septiembre pasado al -8%. Más que pensar en cuánto más podría llegar a ser el déficit, la pregunta adecuada es cuánto del posible mayor gasto requerido provendrá de reasignaciones. Espacios, claramente hay”.

En cuanto a las medidas que se deben impulsar, los economistas concuerdan en que se debería reforzar el plan de ayuda a los ingresos de los trabajadores informales y nuevas líneas de crédito para las empresas. “El espacio fiscal es reducido, por lo que es clave poder focalizar efectivamente en los grupos más vulnerables, junto también con la necesidad de seguir revisando los espacios de ineficiencia fiscal, que sin duda existen”, acota Cifuentes.