Economistas vaticinan cómo será el ciclo de baja de tasas que iniciará el Banco Central en julio
El debate que hoy se instala en el mercado apunta a cuál será la magnitud de la primera baja de tasas a fines de este mes y el ritmo que se imprimirá en las siguientes reuniones de política monetaria. Mientras algunos economistas creen que habrá un relajamiento monetario gradual, a tasas en torno al 8,25% en diciembre (desde el actual 11,25%), otros no descartan un recorte más agresivo en la medida que la inflación ceda con mayor rapidez. Si bien los expertos reconocen la posibilidad de presiones desde el mundo político para una baja de tasas más acelerada, también creen que la institucionalidad del BC está preparada para resistir este tipo de embates.
Junto a las asentadas expectativas de que este mes de julio será el momento en que el Banco Central (BC) materialice el primer golpe de relajación monetaria en más de tres años, el mercado también comienza a apostar sobre la velocidad que imprimirá el instituto emisor al esperado ciclo de baja de tasas de la mano de menores presiones inflacionarias y de un ajuste del consumo privado que ya está dando sus frutos.
Las primeras señales del pronto inicio del esperado rally a la baja de los tipos de interés surgió en la última Reunión de Política Monetaria (RPM) de junio, donde el Banco Central mantuvo la tasa en el 11,25%, pero con el voto dividido de sus consejeros. Mientras la presidenta, Rosanna Costa, y los consejeros Alberto Naudon y Luis Felipe Céspedes optaron por mantenerla, el vicepresidente Pablo García y la consejera Stephany Griffith-Jones votaron por reducirla en 50 puntos base, lo que sorprendió a gran parte del mercado y alentó las expectativas de una baja de al menos medio punto en la reunión de fines de este mes.
La señal coincide con la persistente desaceleración de la espiral inflacionaria, cuyo momento más intenso se vivió en 2022, tras el peor ciclo de la pandemia y el inicio del conflicto bélico en Ucrania. En mayo pasado el IPC fue sólo de 0,1%, con lo que el registro de inflación en 12 meses (8,7%) anotó su sexta baja consecutiva y llegó a su menor nivel en 15 meses.
Tras el Informe de Política Monetaria (Ipom) de junio, donde el Central recortó las proyecciones de inflación total desde 4,6% a 4,2% para este año y proyectó que la “TPM (Tasa de Política Monetaria) iniciará un proceso de reducción en el corto plazo” de mantenerse las tendencias de reducción de la inflación, los miembros del consejo se han encargado de dar diferentes señales al mercado.
En entrevista con Pulso, la presidenta del BC, Rosanna Costa, entró en el debate sobre la velocidad del relajamiento monetario y las expectativas de un mercado que ve la tasa entre el 8% y el 8,5% a fin de año. “Nuestro corredor de tasas (del último Ipom) tiene un rango más grande que ese, pero su punto medio podría estar, aproximadamente, en torno a 250 puntos base más bajo que hoy (8,75%), pero muy sujeto a sensibilidades en ambas direcciones”, afirmó la titular del BC.
Por su parte, la consejera del ente rector, Stephany Griffith-Jones, fue más allá y dijo que en la próxima RPM de julio podría haber una baja mínima de 50 puntos base. “Es posible que algo más. Y el cuánto más, eso dependería de los datos”, afirmó la consejera a El Mercurio. Ahí también deslizó la idea de llevar la tasa a fin de año a algo en torno al 8%, lo que respecto del nivel actual significa 325 puntos base menos.
El movimiento inicial
Todas estas últimas señales entregadas por el BC han abierto un debate sobre cuál será la magnitud de la primera baja de tasas, lo que para muchos determinará el ritmo que imprima el instituto emisor en su proceso de relajación monetaria.
El economista y socio de Gemines, Alejandro Fernández, espera una baja de 75 puntos base el 28 de julio, con lo que a su juicio se generaría un rally de disminución de 300 puntos base a diciembre, para cerrar el año con una tasa del 8,25%, considerando que el nivel de inflación aún es muy alto y que la trayectoria a la baja está llena de riesgos, señala.
“Sin embargo, no se puede descartar que la velocidad de baja de la TPM de aquí a diciembre sea aún mayor y llegue a 350-400 puntos base. Hay muchos elementos, internos y externos, que están configurando un escenario en el que la inflación puede bajar de manera muy acelerada y, por lo tanto, validen una reducción agresiva en la TPM”, sostiene el economista, quien cree que una tasa del 8,25% a diciembre seguiría siendo extremadamente restrictiva en términos reales.
En la misma línea, el coordinador Macroeconómico de Clapes UC, Hermann González, estima que si el IPC de junio es acotado (entre 0,1% y 0,2%), está casi garantizado que la baja de tasas de julio será de al menos 50 puntos base.
“El principal determinante de la magnitud y frecuencia de los recortes será la evolución de la inflación total y subyacente (sin volátiles) en los próximos meses. También será importante monitorear la evolución del consumo privado y del contexto internacional, porque la concreción de un escenario de riesgo negativo en estas variables también podría hacer necesario acelerar el ritmo de los recortes de tasas. Por el contrario, si la inflación se vuelve más persistente, también deberíamos esperar que la magnitud y la frecuencia de los recortes se modere”, explica el economista.
De todas formas, González repara que en alguna de las cuatro RPM que restan en el año se podrían concretar recortes “más agresivos” de 100 puntos base, en la medida que se consolide la tendencia a la baja de la inflación. “En Clapes UC proyectamos que la TPM se ubicará entre 7,75% y 8,25% a fin de año si la inflación converge hacia niveles en torno al 4,5% en diciembre y ya el próximo año la tasa estará en torno a niveles neutrales si la inflación vuelve a la meta. Sin embargo, la inflación sigue siendo muy alta, lo que hace necesario ser prudente y tener mayor certeza sobre la persistencia del proceso desinflacionario para calibrar la magnitud y frecuencia de los recortes”, precisa el experto.
Más cautelosa es la economista jefe de Fintual, Priscila Robledo, quien prevé que la primera rebaja de tasas en julio será de medio punto, teniendo en cuenta que los bancos centrales de países desarrollados continúan subiendo tasas, lo que amerita “cierta cautela” en el ritmo de recortes en Chile. “Después de la reunión de julio creemos que el Central va a acelerar el ritmo de bajas en lo que resta de este año, para luego tomar una velocidad más cauta en 2024. Nuestra proyección es que la tasa va a cerrar este año en 8,5% y el próximo en 5%. La velocidad dependerá de que se afiance el proceso de desinflación, y el mejor indicador que tendremos de eso es el comportamiento de la inflación subyacente”, detalla Robledo.
La sintonía fina de 2024
En el mercado también se comienza a discutir sobre la sintonía fina que deberá tener el Banco Central para seguir con su relajamiento monetario en 2024 y acercarse a la tasa neutral de la economía.
Junto con estimar bajas de tasas de 75 puntos base en cada una de las cuatro reuniones próximas del BC y así llegar al nivel de 8,25% a diciembre, la economista del BCI, Francisca Pérez, sostiene que la gran tarea del instituto emisor para el próximo año será calibrar el tranco del relajamiento monetario con una inflación menor que la de este año, pero más difícil de llevar a la meta en su fase final.
“A fines de 2024 vamos a tener la tasa en 4,5%, para recién en 2025 llegar a la tasa neutral de 4%. Será una baja gradual con mucho fine tuning (sintonía fina). El problema que vamos a tener en Chile y en el mundo en 2024, es que no va a ser fácil bajar la inflación cuando llegue a su último tramo para llegar a la meta”, indica la economista del BCI.
Sin embargo, Francisca Pérez cree que un ingrediente clave de la gradualidad con que el Banco Central persista en su rebaja del tipo de interés en 2024 será el comportamiento del gasto público. “El Presupuesto 2024 debe estar más enfocado en inversión que en transferencias directas. Si está enfocado demasiado en transferencias, al final del día lo que se hace es presionar aún más la demanda”, añade Pérez.
Hermann González complementa que otra variable es la política y advierte la probabilidad de que haya presiones para que el BC acelere su relajamiento monetario.
“Es posible que veamos más presiones de este tipo, las que, además de inapropiadas, no tienen ningún efecto en las decisiones que toma Banco Central. Es llamativo que después de experimentar los últimos años lo dañino y costoso que es la inflación, se busque influir en las decisiones de una entidad autónoma, altamente profesional y que lo que busca es mejorar el bienestar de la población por la vía de devolver el alza de los precios a rangos normales”, afirma González.
Pero Alejandro Fernández minimiza los efectos de las eventuales presiones desde el mundo político y asegura que la institucionalidad del Banco Central está hecha para resistir esos eventos. “No sería la primera vez que hay presiones políticas y ya ha ocurrido en el pasado. La institucionalidad el BC está pensada para eso. Además, es de una ingenuidad absoluta pensar que la economía va a volver a crecer de manera razonable el día en que el BC normalice las tasas de interés. La capacidad de crecer de la economía chilena es muy limitada”, concluye el socio de Gemines.
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