Educación temprana: la clave para avanzar hacia la igualdad
Desarrollar una política que permita a los alumnos visualizar en las aulas a docentes hombres y mujeres por igual, normalizar las relaciones interpersonales, además de generar mayor conciencia respecto a la nueva realidad de los estudiantes y sus consecuentes demandas, están entre las principales estrategias para colaborar con la equidad desde los salones de clase.
Generar mayor conciencia respecto a la nueva realidad de los estudiantes y sus demandas, además de desarrollar una política de igualdad en los docentes y normalizar las relaciones interpersonales, están entre las claves para avanzar en la equidad de género desde la educación.
Es considerada como la revolución feminista más importante en los últimos 40 años y nació desde un salón de clases, y es que en estos lugares fue donde se fraguaron los pensamientos que terminaron con miles de mujeres en las calles para exigir sus derechos fundamentales.
La estructura del sistema educativo es uno de los espacios más importantes desde donde se generan las relaciones sociales tempranas. Esto permite que su posición sea clave en la obtención de conocimientos y la construcción de identidades de niños, adolescentes y adultos.
Es por este motivo que los profesionales señalan que es fundamental trabajar desde esta perspectiva.
"En este movimiento, las alumnas de los colegios fueron las primeras en levantar la voz respecto a la equidad de género. Para que pueda haber una reflexión seria sobre el tema, lo primero es que la academia deba formar a los profesores en cuanto a este tema. Es decir, desde un punto de vista profesional.
Si no se hace de esta manera, se van a transmitir estereotipos de nuevo o los estudiantes van a sentir que las medidas serán algo impuesto.
La clave es que se desarrolle una deconstrucción del tema y no una obligación", afirma Patricia Soto, académica del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
Para hacer frente a este desafío, es clave considerar la nueva realidad de los alumnos. "Hay que partir trabajando desde la academia, con sus profesores y, luego, en la formación de los mismos.
Eso es lo primero. Además, hay que pensar que los alumnos son jóvenes y no han tenido experiencias vitales. Es decir, de pareja y matrimonio.
Hay que ir con mucho cuidado en ese sentido, pues la vivencias de los adultos no son las mismas que aquellas que experimentan los niños.
Por ejemplo, en la educación sexual. Si el docente no lo hace bien, el alumno lo puede repetir, pero eso no significa que le genere un cambio cultural", afirma Soto.
Para que los docentes se preparen de mejor forma de cara a este desafío, es necesario volver a estudiar algunas cosas para descubrir una mirada más equitativa.
"A lo largo de la historia, se han escrito muchos textos y libros sobre el papel que jugaron las mujeres. Por ejemplo, en la Colonia. En esos documentos se sigue manteniendo un rol tradicional de este género.
Sin embargo, la clave es generar un cambio de paradigma en ese sentido. Esto se puede lograr a través de un nuevo foco, el que podría relacionarse con revisiones respecto a acontecimientos pasados", destaca la académica de la Universidad de Chile.
Otro aspecto clave es el equilibrio en el número de hombres y mujeres que ejercen la docencia, pues al existir una mayor equidad en este aspecto, se produce un mensaje de integración en las clases. "Es fundamental que las mujeres vean a docentes de su género. Esto les permite darse cuenta de que ellas también pueden lograr una meta como esa.
Hoy, lo que está ocurriendo en carreras como ingeniería, donde hay un 15% de académicas, es que las estudiantes que entran ven a pocas profesoras, entonces piensan que esa carrera no es para ellas. Entonces, tiene que haber exposición", manifiesta Silvana Zanlungo, miembro de la Comisión Mujer y Academia de la Universidad Católica (UC).
Otro aspecto a potenciar, son los cursos optativos de género. "Es importante que ellos vean qué significa la equidad. Además, también es clave que se discuta sobre el tema, pues esto permite que deje de ser tabú. Por ejemplo, se puede aplicar un programa de mentorías. Es decir, que existan profesoras que puedan guiar a alumnas tanto para la academia como para el mundo profesional. Esto permite que absorban y entiendan este tema.
De esta manera, cuando ellos después contraten a un profesional, van a saber que las habilidades entre hombres y mujeres pueden ser las mismas, pero también complementarias, y que entre mayor diversidad tiene un grupo humano, es mucho mejor para el equipo. Estas son cosas que se pueden generar a través de la enseñanza", afirma Zanlungo.
También es clave normalizar la diferencia entre los alumnos. "La universidad debe ser la primera que se ponga las pilas para avanzar hacia una mayor equidad de género. Esto, a través de la apertura de nuevos espacios de aceptación y conocimiento, sino los conceptos terminan sólo en consignas y eso no permite un verdadero cambio. Por ejemplo, ser tolerante con el niño que es gay está en discusión, pues no es tolerar a alguien. Se trata de integrar", dice Soto.
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