La tercera podría ser la vencida... al menos en este caso. Hace varias décadas, Claudio Fischer Llop viajó a Las Vegas con su padre. Siendo un niño y desde una pieza del hotel The Flamingo, le dijo -rememoran contactados- que algún día tendría un casino en Las Vegas. Han pasado años de aquella promesa y hoy, a los 63 años, se apresta a cumplirla. No es su primer intento, tampoco el segundo; esta es la tercera vez que está a un paso de poner una bandera en Estados Unidos.
El martes de la semana pasada, una historia que partió hace prácticamente cuatro años, comenzó a concretarse. Ese día, Las Vegas Convention and Visitors Authority (LVCVA) autorizó al empresario y presidente de la cadena Dreams para adquirir en US$120 millones un terreno de cuatro hectáreas en la zona de The Strip, la más emblemática de Las Vegas. Se trata específicamente de un paño en la intersección de las avenidas de Las Vegas y Elvis Presley, en una punta del terreno donde se ubica el Las Vegas Convention Center. Y frente al tradicional Circus Circus. Tiene hasta el 2031 para construir, y si bien hoy es un proyecto a título personal, es altamente probable que, al final del día, sea parte de Dreams. El mapa del complejo ya está avanzado; el render prácticamente terminado. Incluso, hay socios. Sin embargo, Fischer -confirman cercanos- se lo toma con calma. Ya se ha ilusionado antes con tal aterrizaje y los intentos no han prosperado. Hoy, vuelve a la carga.
La primera apuesta por Miami
En 2017 fue la primera vez que el empresario oriundo de Coyhaique apostó por un casino en Estados Unidos. Se trató del Miami Jai-Alai, ubicado justamente en esa ciudad de Florida, en la Avenida 37 de Miami, a menos de 20 minutos del centro. Tenía una sala con 1.000 máquinas, ampliable a 2.000, además de un centro deportivo para unas 6.000 personas.
Fischer ofertó por él. Pero, a fines de 2018, el ganador fue otro: el empresario Phil Ruffin, un millonario norteamericano dueño del Treasure Island Hotel and Casino de Las Vegas. Ruffin, uno de los mejores amigos de Donald Trump y con quien comparte la propiedad del Trump International Hotel Las Vegas, sumó una sala cuyas ventas bordeaban los US$68 millones.
“Espero entrar en el mercado de juegos de Miami a través de esta adquisición”, diría en ese entonces.
Ruffin se le volvería a aparecer a Fischer un año después.
En ese momento, el empresario era socio de los sudafricanos de Sun International en Dreams. Ellos no veían con tan buenos ojos invertir en Las Vegas; consideraban que estar en un lugar de destino -donde se viaja exclusivamente a jugar- los exponía en demasía a las vicisitudes de la economía; Fischer, sin embargo, optó por avanzar. Y si Sun no quería sumarse, iría solo.
En 2019 estaba nuevamente todo listo. MGM Mirage había puesto a la venta el tradicional Circus Circus, un casino de 1968, que saltó a la fama en 1971, al ser parte de la película de James Bond Diamonds Are Forever. Si bien era emblemático, MGM ya operaba otros en la zona y quería desprenderse del más antiguo.
Fischer mandó a un equipo de Dreams a vivir prácticamente seis meses en Las Vegas. Varios contactados aseguran que los ejecutivos se rotaban por las piezas del Circus para analizar todas las mejoras que era necesario hacer para armar el proyecto. Incluso, el gerente general de Dreams, Jaime Wilhelm, viajó varias veces, siendo una de las cartas más probables para hacerse cargo del Circus desde allá.
En ese momento, contrataron al principal banco de inversiones y asesorías focalizado exclusivamente en el negocio del juego: Union Gaming, con oficinas en Las Vegas y Hong Kong. Tal compañía había sido fundada por exejecutivos del Deutsche Bank, que en su minuto era el banco que más financiaba este tipo de proyectos. En 2009, Bill Lerner, Rich Moriarty y Grant Govertsen crearían Union Gaming, y en junio pasado la firma se vendería a CBRE Group, manteniendo al equipo original.
El mismo Bill Lerner empezó a trabajar con Fischer para diseñar el proyecto. “Claudio siempre trabaja con los mejores”, diría uno de sus cercanos contactados para este reportaje.
Tal fue así, que sumó a una de las principales oficinas de arquitectura de Estados Unidos, Steelman Partners (ligada al arquitecto Paul Steelman). Este estudio tiene sus oficinas centrales en Las Vegas y ha sido el artífice de los principales casinos del lugar, además de desarrollar decenas de complejos en otras partes de EE.UU., Rusia, China, Australia, Vietnam, etc.
Steelman elaboró un complejo de casino y resort que implicaba renovar buena parte del Circus Circus.
Tenían todo estructurado. Estimaban que entre la compra y la remodelación serían del orden de unos US$1.500 millones. Y el empresario ya había afinado conversaciones con un banco de inversión norteamericano para ir en sociedad.
Y llegó el día. Había un oferente más. Testigos aseguran que Fischer estaba allá, expectante, pero confiado... tenían todo listo. Pero el magnate Phil Ruffin les ganó por segunda vez. Habría ofrecido 7% más y ese día se hizo del Circus Circus.
El controlador de Dreams decidió mirar al frente, al otro lado de la calle. Un letrero de “Se vende” sería su tercera oportunidad.
Al interior de Dreams señalan hoy que perder el Circus Circus puede haber sido la mejor de las noticias. Estiman que sus finanzas podrían haberse visto muy complicadas de haber ganado el complejo y haberlo tenido que administrar en medio de la crisis sanitaria.
Una zona con potencial
Conocedores de la industria de los casinos aseguran que hasta hace un año la parte más premium de Las Vegas terminaba donde se ubica el Encore at Wynn Las Vegas, dos cuadras antes del área del Circus Circus. Todo el sector que sigue, concuerdan, estaba “más abandonado”.
Sin embargo, en junio pasado se inauguró, casi al lado del Circus Circus, el mayor complejo desarrollado en la historia de Las Vegas. Se trata del Resorts World Las Vegas, del grupo malayo Genting Group -cuya arquitectura estuvo a cargo de Paul Steelman-, que implicó una inversión de US$4.300 millones, lo que inmediatamente amplió el rango de la parte más atractiva del lugar. A ello se sumó la adquisición de Phil Ruffin con su consiguiente remodelación, lo que ya vestía mejor el barrio.
Al frente está el Centro de Convenciones de Las Vegas (LVCC por sus siglas en inglés). Tal inmueble pertenece a todos los casinos que se ubican en la ciudad, y es administrado por Las Vegas Convention and Visitors Authority (LVCVA). Su finalidad es poder albergar los grandes eventos que organizan los complejos existentes, ya que si bien todos tienen centros de eventos, son pequeños frente al nivel de espectáculos que se hacen en Las Vegas.
Hace unos meses, el LVCC comenzó a trabajar en su ampliación. Y no les alcanzaron los recursos. Dado ello, los accionistas plantearon la posibilidad de enajenar una parte del terreno, y utilizar esos dineros para financiar la expansión. Se trataba de cuatro hectáreas en una punta, justo en la intersección de Las Vegas y Elvis Presley. Ahí se puso el letrero de “Se vende”.
Fischer se focalizó en el terreno el mismo día que perdió el Circus en 2019. A su juicio, el lugar era estratégico: no solo estaba en una zona con gran potencial, sino que sería el único hotel en el Centro de Convenciones, por lo que no habría forma de que le fuera mal. Al otro lado, está el Fontainebleau Las Vegas, un complejo de US$2.900 millones que nunca se terminó. En febrero lo compró el desarrollador Koch Industries y anunció que retomaría las obras para concluirlas el próximo año.
“El terreno, entonces, quedó súper bien”, subrayan fuentes al tanto. Y añaden: “Se le pidió al equipo que había ayudado en la propuesta del Circus -liderado por Bill Lerner de United Gaming-, que ahora ayudaran con la compra de ese terreno”. “Consíganme ese paño”, habría sido el mandato directo de Fischer.
Comenzaron las tratativas y los accionistas del Centro de Convenciones le pidieron a los ejecutivos que vinieran a Chile a conocer la compañía de juegos que controlaba el posible nuevo accionista. Hoy, Dreams tiene siete casinos en Chile, además de uno en Mendoza; ocho licencias en Perú, tres operaciones en Colombia, y una en Ciudad de Panamá.
Durante el verano del año pasado, el presidente y CEO de LVCVA, Steve Hill, y Ed Finger, gerente de finanzas del organismo, viajaron a Santiago. Estuvieron en Monticello, el proyecto insignia de Fischer en San Francisco de Mostazal. A su regreso, hicieron escala en Panamá para ver otra de sus propiedades.
Y vino la pandemia; se ralentizó el avance. A inicios de este año, el empresario retomó el contacto con Las Vegas. “Claudio volvió a llamar en diciembre o principios de enero y dijo: ‘Retomemos esta conversación’. Así que retomamos y llegamos a la conclusión actual”, confidenciaría Steve Hill a la prensa local hace unas semanas.
Finalmente, el 4 de octubre, los accionistas del LVCVA autorizaron la venta del terreno. Se trata de US$120 millones que debe pagar de aquí a junio. Tiene plazo para empezar a construir hasta el 1 de enero de 2031. De lo contrario, LVCVA tendrá la oportunidad de recomprar el terreno.
Cercanos, sin embargo, estiman que el desarrollo comenzará en unos tres años más. El proyecto, eso sí, está prácticamente listo: se trata de un hotel de 50 pisos y 2.000 habitaciones, acompañado de un casino con unas 2.000 máquinas. El concepto -que mantienen bajo reserva- sería algo absolutamente nuevo en la zona.
La inversión que ascendería a entre US$1.500 millones y US$2.000 millones, es prácticamente tres veces la operación de Dreams. De hecho, el casino más grande que operan es Monticello, de US$300 millones.
Dada esa envergadura, Fischer ya decidió ir con socios que básicamente aporten el know how para administrar una operación de esa magnitud. Es que si bien el casino a levantar es de un tamaño similar al de San Francisco de Mostazal, que tiene 2.326 máquinas, nunca han operado un hotel de 2.000 habitaciones. El Monticello, tiene 155 piezas.
Así, ya ficharon al mismo banco de inversión norteamericano que los acompañaría en el Circus. Si bien las fuentes contactadas prefieren no dar detalles del nombre, sí precisan que tendrían hoteles en EE.UU. A ellos se sumaría un grupo mexicano que actualmente opera Arenas y canales de televisión en el país. Entre los tres, inicialmente, levantarían el proyecto.
Para operar, necesitan una licencia de juegos del Estado de Nevada, la cual solicitarían más adelante: tarda del orden de 3 a 4 meses en ser otorgada.
Hoy, Claudio Fischer va al margen de Dreams. Si antes eran sus socios de Sun International los que se resistían a arremeter en EE.UU., actualmente es la fusión con Enjoy, lo que lo hace mantener a la empresa a un lado. Sus aspiraciones serían que, al final del día, estuviera dentro del conglomerado que lidera. Sin embargo, eso se analizará una vez que la asociación con Enjoy esté resuelta. No obstante, la marca que brilla grande sobre todas las presentaciones que han hecho del proyecto de Las Vegas es Dreams.