El optimismo domina en el gobierno argentino. A través del Plan Argentina Productiva 2030, ese país tiene como objetivo duplicar sus exportaciones, incluidas las de litio. Para ello, el país busca aumentar la actual producción de 33.000 en un 135% en dos años y 337, el 54%, en cuatro. La producción de Chile en 2022 fue de 207.000 toneladas.
Este boom busca aprovechar el momento de altos precios que registra el litio, que debido al fuerte crecimiento de la demanda y a la estrechez del suministro alcanzó el cuarto trimestre de 2022 cifras récord. El valor promedió US$ 69.500 el precio spot en 2022 para carbonato de litio grado batería para China, Corea y Japón, los mayores consumidores globales del producto.
Las bases para que estas proyecciones se hagan realidad se sostienen en una carpeta de 38 proyectos que están en diversas etapas de puesta en marcha y que se sumarán a los dos proyectos que hoy producen este mineral: mina Fénix y salar Olaroz.
“Se estima que para 2025 Argentina puede llegar a producir 200 mil toneladas al año de carbonato de litio, un quinto de la demanda mundial estimada para ese año. El desafío, por tanto, es crear una cadena de proveedores para la industria del litio, así como para las líneas de producción de vehículos eléctricos”, explica a Pulso José Ignacio de Mendiguren, secretario de Industria y Desarrollo Productivo de Argentina. A modo de ejemplo, SQM en dos años llegará a producir 210 mil toneladas y Albemarle, unas 85 mil.
El gobierno trasandino estima que en 2023 el litio será el mineral que más dólares proveerá a la economía argentina y que se acercará a los US$ 4.000 millones en 2024, una cifra considerablemente más alta que los US$ 696 millones alcanzados en 2022, pero sólo una décima parte de los US$ 7.763 millones que exportó Chile.
Pero este optimismo no sólo lo tienen las autoridades: el banco JP Morgan señaló en un reciente informe que Argentina será el tercer productor de litio en 2030. Pronostica que en el primer lugar se mantendrá Australia con el 23%, seguida de China (16%), Argentina y África con 13%, quedando Chile relegado a un cuarto lugar, con un 10%.
Saul Feilbogen, socio del bufete argentino VMF Law Firm, expertos en inversiones mineras y especialmente de litio, afirma que Argentina se convertirá en el segundo productor de litio del mundo antes de 2030. “Muchas veces cuando uno ve proyecciones de los gobiernos, son muy optimistas. Sin embargo, proyecciones de distintas consultoras internacionales, que han hecho análisis sobre la base de los proyectos que están en construcción, señalan que hay muchas probabilidades que Argentina se convierta el 2025 en el segundo productor mundial de litio, debajo de Australia y pasando por poco a Chile”. Agrega que puede ocurrir que en 2025-26 multiplique por seis su producción de litio, “si todo sale bien”. En Chile también hay conciencia del avance trasandino: “Argentina va a crecer y nos va a superar si nosotros no hacemos algo”, dijo hace una semana Eduardo Bitran, quien pronostica que en 2026, cuando SQM y Albemarle lleguen a unas 300 mil toneladas, Argentina ya producirá eso o más.
Los inversionistas en litio ponen fichas
Pablo Ampuero Ruiz, doctor en antropología y miembro del grupo de investigación ERC “Mundos de Litio” en la Universidad de Ámsterdam, se ha dedicado al estudio de China y dentro de ello, al rol que está tomando en la industria del litio a nivel mundial. Esto le ha llevado a seguir muy de cerca el desarrollo de esta industria desde la perspectiva de las inversiones desde China hacia otros países, entre ellos Argentina. Desde Holanda, señala que el desarrollo del litio en Argentina no se ha dado por la existencia de un “modelo”, sino por una condición o contexto. “Ese contexto es que el control de los recursos depende de las provincias, por una parte. Segundo, que en el caso del litio hay un marco regulatorio más abierto que otros países, porque no es un activo estratégico militar, sino estratégico económicamente y, por lo tanto, quieren venderlo. En tercer lugar, las condiciones sociopolíticas de Argentina permiten que estos proyectos se desarrollen, a pesar del activismo social”.
Si bien Argentina no tiene una política nacional del litio, en gran parte el despegue que está experimentando la industria se explica por las condiciones que se dan para su desarrollo.
“Al gobierno argentino le interesa impulsar el sector minero, sobre todo el litio, porque es una fuente de divisas por la sequía en el sector agrícola (soja y trigo). Frente a la hiperinflación, con un aumento del 102,5% anual, la economía se está dolarizando y los dólares son cada vez más escasos. La nueva fuente de dólares proviene del sector minero con anuncios de inversión por US$ 11.318 millones, donde el litio representa el 45%. Prueba de la importancia de la minería para el gobierno de (Alberto) Fernández es que está buscando excluir al litio del proyecto de ley sobre humedales, que se discute en el Congreso”, señala el economista Jorge Hermann, quien ha seguido intensamente el avance de la industria trasandina.
¿Cuáles son los elementos que están volviendo atractivo invertir en litio argentino? Por ley, el Estado argentino tiene la prohibición de explotar los recursos mineros, lo que ha llevado a que los proyectos sean desarrollados por empresas privadas a través de dos modalidades: en forma directa o en una asociación público-privada entre una empresa de litio de cada provincia con inversionistas privados. En Salta la empresa pública es Remsa; en Jujuy es Jemse, y en Catamarca, Camyen.
Otro de los ganchos para atraer inversión privada es el beneficio de la ley de inversiones minera, que se hizo para atraer inversiones en los 90 y que permite a la empresa que registra un proyecto acceder a estabilidad impositiva por 30 años y a descontar gastos de exploración y construcción del impuesto a las ganancias.
También se ha modificado el gravamen a las exportaciones (retenciones o withholding tax) al litio, a casi la mitad de lo que pagan otros minerales, pasando del 8% al 4,5%. Para mitigar el efecto del control de capitales, ha salido un nuevo régimen que permite a todo proyecto exportador que invierta al menos US$ 100 millones (hay escalas de US$ 100 millones, US$ 500 millones y US$ 1.000 millones), dejar fuera de Argentina el 20% de las divisas.
Lo concreto es que los capitales internacionales están mirando el litio argentino. Desde 2021 la industria viene mostrando un gran dinamismo y el año pasado el nivel de M&A llegó a US$ 1.200 millones, impulsados principalmente por el litio.
En estos proyectos hay inversores canadienses, estadounidenses, europeos y australianos, sin embargo, últimamente han llegado inversores japoneses, coreanos y principalmente chinos.
Una de las transacciones más importantes son las que se hicieron a fines de 2021, cuando el grupo chino Zijing Mining, uno de los mayores productores de oro y cobre de China, anunció un acuerdo para comprar el proyecto Tres Quebradas de la canadiense Neo Lithium (en Catamarca), operación que implicó US$ 770 millones. Se trata de un proyecto que está en etapa de construcción muy avanzada y que entrará en producción en 2024, con unas 20.000 toneladas anuales de carbonato de litio, aunque no se descarta que pueda producir entre 40.000 y 60.000 toneladas por año.
El año pasado, se produjo otra transacción importante en términos de las cifras involucradas. La argentina Pluspetrol vendió parte de sus tenencias de litio a la gigante china Ganfeng Lithium, la cual ya contaba con presencia en Argentina. “Esta operación se hizo por cerca de US$ 800 millones, con lo cual son operaciones de mucho valor que genera un movimiento del mercado del litio, encareciendo los proyectos”, señala Saúl Feilbogen.
La carpeta de proyectos
Hoy en Argentina hay dos proyectos en plena producción: mina Fénix y salar Olaroz.
El primero es un proyecto de la estadounidense Livent, ubicado en el salar del Hombre Muerto de Antofagasta de la Sierra, en la provincia de Catamarca. Su segunda etapa de expansión estará terminada este año y la tercera, el próximo. La firma ya tiene con BMW un contrato para la provisión de litio que se usará en la fabricación de baterías que equiparán a sus vehículos eléctricos.
Salar Olaroz es un proyecto controlado por Salares de Jujuy, sociedad en la cual participa la australiana Orocobre, con el 72,8%, y la japonesa Toyota Tsusho, con el 27,32%. Salares de Jujuy, a su vez, tiene el 91,5% del joint venture con estatal Jemse, de la Provincia de Jujuy.
En 2021, Orocobre adquirió a su competidor Galaxy Resources en US$ 1.400 millones para crear el quinto productor de litio más valioso del mundo, estableciendo una de sus sedes en Argentina. Orocobre y Galaxy operan también el proyecto Sal de Vida, en Argentina, que está construyendo una ampliación.
Este año también se pondrá en marcha Cauchari-Olaroz de minera Exar, cuyos accionistas son Lithium Americas, la china Ganfeng Lithium y la empresa provincial Jemse, con una participación minoritaria.
José Ignacio de Mendiguren, secretario de Industria y Desarrollo Productivo de Argentina, agrega que, además de los proyectos de producción de litio, están avanzando en la coordinación público-privada para alcanzar una economía de escala que les permita no sólo extraer el litio, sino también explotarlo. “Por nombrar algunos ejemplos, contamos con las inversiones que está realizando Y-Tec (YPF Litio), que está construyendo la primera fábrica nacional de baterías de litio, además de trabajar con provincias como Catamarca, a través de la empresa Camyen S.E. para la exploración conjunta de litio y posterior inicio de la etapa de explotación en un área del departamento Tinogasta que pertenece a la empresa minera estatal”.
A esto se suma el anuncio de inversión de la empresa china Chery Group, que construirá una planta industrial en Argentina para producir autos eléctricos y desarrollar baterías de litio. “Además, planifican incorporar el 46% de integración de autopartes producidas en Argentina, lo que impactará positivamente en toda la cadena de proveedores de electromovilidad, en sintonía con las políticas del gobierno nacional”, explica Mendiguren.
El triángulo virtuoso del litio
Argentina tiene reservas por 2,2 millones de toneladas (Chile tiene reservas por 9,2 millones), las que están en tres provincias del norte: Jujuy, Salta y Catarmarca.
Quienes conocen el negocio indican que la calidad de los salares al otro lado de los Andes es muy inferior a los que están en Chile, por ejemplo, al del salar de Atacama. Rodrigo Dupouy, presidente para Latam de Sorcia Minerals, dice que Atacama es el mejor salar del mundo en cuanto a concentración de litio, tiene 2 mil partículas por millón como promedio y está a 2.600 metros de altura, tiene las mejores condiciones de evaporación solar en el mundo y una conectividad logística muy buena, lo que lo a su juicio lo hace inmejorable. “No se puede comparar ningún salar de Argentina con el de Atacama, porque sus salares tienen 260 partículas por millón en promedio. El mejor salar que tienen es Hombre Muerto, con 800 partículas por millón, Maricunga en Chile tiene 1.100 y Siete Salares entre 900 y mil”, explica.
Mientras más concentración de litio tiene un salar, más carbonato de litio equivalente (LCE en sus en inglés), el componente que se usa en el cátodo de las baterías, puede producir.
Esta condición distinta se da porque Argentina tiene sus salares en la Puna, a 4 mil o más metros de altura, en los cuales existe mucha lluvia y nieve en el invierno, condiciones que no son buenas para las piscinas de evaporación. A esto se suma que la logística para sacar el litio a los mercados se hace mucho más compleja. Hoy Argentina saca su litio a través de los puertos chilenos, específicamente Antofagasta, para lo cual utiliza los pasos fronterizos: Jama en Jujuy, Sico en Salta y San Francisco en Catamarca.
¿Se quedará atrás Chile?
Rodrigo Supouy advierte que “como hay 30 proyectos, muchos de ellos con la intención de producir 40 mil toneladas de carbonato de litio, es posible y probable que en 2030, si Chile no mejora su producción, efectivamente nos pasen”.
Esa opinión es compartida por Daniel Jiménez, socio de iLiMarkets -consultora en el mundo del litio-, director de Galan Lithium -compañía australiana que tiene un proyecto de Litio en Argentina-, y exvicepresidente comercial de SQM. “Esencialmente, en Argentina el litio se trata como un mineral más. Tiene salares donde se ha hecho mucha exploración y se están desarrollando proyectos que están listos. Este año parten tres proyectos nuevos, en 2024 parten otros tres y en 2025 también. O sea, la batería de proyectos es grande y Argentina se va a convertir en un actor relevante. En 10 años más va a ser por lo menos tan grande como Chile, si no es más grande”, asevera.
Pablo Ampuero Ruiz tiene una visión distinta de este crecimiento: cree que el desarrollo de esta industria tiene más características de una burbuja. “Un boom es algo explosivo, que no se vio venir y que en algún momento se va a estabilizar. En el caso de una burbuja, estamos viviendo una especie de ilusión. Veo difícil que todos los proyectos hoy en carpeta puedan escalar su producción a nivel tal que se vuelva una inversión sustentable en el tiempo. Va a llegar un momento en que el precio del litio va a bajar y se van a empezar a comprar unas con otras”.
Argumenta que esta eventual baja en el precio no sólo se producirá por el aumento de la oferta, sino también dependerá del desarrollo de la tecnología de reciclaje, que ya está avanzando con mucha fuerza en Europa. “En algún momento se espera que la capacidad de reciclaje sea mucho más alta que la capacidad de extracción, eso está dentro del marco del Green New Deal en Europa y eso va a afectar a los países productores, por eso el litio no es el petróleo”, sentencia.