Fue a fines del año pasado cuando Rosario Navarro Betteley (47 años, 4 hijos) decidió ser candidata a la presidencia de Sofofa. Ya había sonado previamente; se lo habían pedido antes -dicen fuentes consultadas- sin embargo, fue ahora cuando decidió dar el paso. Se sentía preparada. Ella misma llamó al gerente general de la Compañía Sud Americana de Vapores, Óscar Hasbún, para sumarlo a su lista; sabía que -además de considerarlo un hombre fuerte para el desafío- requería apoyo del grupo Luksic para salir electa. También llamó al director de Embotelladora Andina, Gonzalo Said Handal, de quien era cercana hace años. Ambos aceptaron.
El anuncio se haría en el consejo general de Sofofa de la próxima semana... pero el ruido justo hace una semana aceleró la jugada.
El lunes, Navarro envió una carta al secretario general de Sofofa, Gonzalo Russi, oficializando su postulación a las elecciones de mayo donde se elegirá al sucesor de Richard von Appen para el período 2023-2025. La misiva llevaba el respaldo de Hasbún y Said, los dos seguros vicepresidentes de su gestión.
En el entorno del gremio se ve complejo que surja una lista paralela. Todo apunta a que Navarro se convertirá en la próxima presidenta del gremio; la primera mujer en los 140 años de historia del gremio fabril. La vicepresidenta de Sonda lleva prácticamente una década en el mundo empresarial, y seis años en Sofofa. Desde hace un tiempo esta última entidad le quita la mayor parte de su tiempo. Y si todo avanza como se proyecta, desde mayo esa carga aumentará. “Sofofa es 24/7, requiere como el 80% de exclusividad”, afirma un consejero.
Sonda, el debut
“Es una compañía a la que siempre he visto como mi hermano mayor, ya que un año después nací yo”, señaló Rosario Navarro en el Investor Day de Sonda de 2022.
Efectivamente, su padre Andrés Navarro Haeussler había fundado la empresa tecnológica Sonda en 1974. Y en 1975 nacía la mayor de sus siete hijos, María del Rosario (Ito como le dicen sus cercanos). Alumna del Villa María Academy, estudió dos años bachiller en Humanidades en la Universidad Católica. Y dos años más de Licenciatura en Historia para luego pasar a Estética, que exigía un grado académico previo. Con el gen tecnológico en la sangre, en la UC tomó ramos de HTML en ingeniería, cuando esos desarrollos estaban en ciernes.
Una vez egresada, trabajó en galerías de arte, y en revistas como Cosas. Ella misma recordaba en una entrevista en La Tercera: que fue ahí donde le pasaron la primera cámara de fotos digital y vivió la transición de un mundo análogo a uno digital. Saltó a la Universidad Andrés Bello, estuvo nueve años en la casa de estudios, se hizo cargo del área de desarrollo web -”Le dieron seis meses para armar la página y la estrategia digital, y lo hizo”, confirma un cercano. Y luego lideró el área de Marketing.
En 2012 asumió como directora del Dunalaister, el colegio que hasta el año pasado fue de propiedad de su familia, además de los grupos Shiess y Alvarino.
En 2013 -confirman varios contactados- su padre la llamó. Hace unos meses había fallecido su madre, Sonia Betteley. Le dijo que dejaría el directorio de Sonda, donde era presidente. Le ofreció entrar a la mesa. Navarro no había trabajado previamente en Sonda. Era su hija mayor, presidenta del family office familiar, FNE y, además, mujer. Una fuente confirma que Andrés Navarro vio en esa mezcla una necesidad imperativa en las empresas: se trataba de una nueva generación que entraba a aportar.
En La Tercera, Rosario refrendó ese análisis: “Me dijo que él era de otra generación y que se necesitaba de una mirada más joven, más multidisciplinaria. Obviamente, pesó que era la hija mayor y que había trabajado en tecnología y entendía el lenguaje. Pero creo que a mi papá también le gustaba el hecho de que fuera mujer”.
En agosto de ese año se oficializó su ingreso a la mesa. Tenía 38 años, fue por años la directora más joven del IPSA. Tomó cursos de contabilidad y finanzas para comprender el mundo de los negocios que hasta ese momento le era absolutamente ajeno.
“Al principio sentí terror. Llegué a un directorio de puros hombres, harto mayores que yo y con muchísima experiencia. Menos mal venía con un cierto aprendizaje de los directorios del Dunalastair. Lo más importante es saber oír y estudiar muchísimo”, diría luego Navarro.
Quienes la conocen aseguran que justamente es de estudiar cada tema en el cual se involucra. Acelerada, inquieta y extrovertida, es de leerse dos libros en paralelo. La educación y la innovación cubren gran parte de sus tópicos.
En 2013 entró a la Fundación Chile como directora del área de TIC del Centro de Innovación para la Educación; donde estuvo hasta 2017; fue su último rol puramente ejecutivo. Ahí, comenzó su obsesión por la educación y sobre cómo la tecnología podía ayudar a disminuir brechas. “Todo ese tema le quita el sueño”, subraya un cercano. En esa instancia también empezó a profundizar en las alianzas público-privadas. Trabajó proyectos con los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera.
El presidente de Educar 2020, Matías Reeves, la conoció en 2016, cuando él estaba en el Ministerio de Educación, y Navarro en EducarChile, de Fundación Chile. “Nos tocó ser contraparte en la implementación de algunos proyectos”, cuenta. Luego de ello, quedaron en contacto. Y cuando en 2018 Reeves asumió la presidencia de Educación 2020, la invitó a participar. Entró al directorio en 2019, y hoy es vicepresidenta de la instancia. “La quise sumar por su foco en tecnología; siempre ha estado mirando más a largo plazo, a futuro, la innovación. Me pareció muy importante el aporte que ella podía hacer y hasta hoy lo ha sido”. Y agrega: “Desde el mundo de la empresa entiende cuáles son las falencias, qué está necesitando el mundo laboral y está muy clara de hacia dónde podemos ir ajustando los proyectos que implementamos, como podemos acercarnos a la política pública”. Hoy, Navarro está en los tres comités de la fundación: Comunicaciones, Educación y Administración, y Gestión interna.
En el mismo período de Fundación Chile la conoció la presidenta ejecutiva de ComunidadMujer, Alejandra Sepúlveda: “Confluimos en proyectos de educación con profesores y profesoras para incorporar la perspectiva de género; al igual que con directivos de escuela para poder avanzar en ciertos indicadores de calidad de la educación”. En 2020, el directorio la invitó a ser parte del consejo de ComunidadMujer, y un año después entró a la mesa. “Para nosotros fue una alegría que se incorporara. Rosario es muy inteligente y tiene una mirada bien completa, porque tiene roles en diferentes instancias”, dice.
De hecho, Navarro es también directora de CSIRO, la Agencia Nacional de Investigación Científica Aplicada de Australia. En 2019, viajó a ese país. La empresa había invitado a varios emprendedores para conocer el movimiento científico y tecnológico de ese mercado. A ese periplo fue Sebastián Amaral, socio de la consultora en transformación de negocios, Idemax. Conocía a Navarro protocolarmente, pero en ese viaje conversaron más profundamente. Encontraron desafíos que compartían, y aspiraciones similares respecto al hacer empresa. A partir de eso, le propusieron ser socia de Idemax. Y en 2020 compró parte de la propiedad. “Ella ha aportado en el proceso de regionalización; en una mejor vinculación entre la ciencia y el mundo de la empresa para buscar soluciones que hoy no existen, y en imprimirle una cultura muy enriquecida a la compañía”, dice.
La empresaria participa desde 2020 en el directorio de Lipigas, de las familias Yaconi y Santa Cruz. Y también integra la mesa de ACTI. Además, es parte del Proyecto Mokita, ligado al presidente de Educación 2020. La iniciativa busca naturalizar la muerte en las conversaciones. “Creo que a ella le interesó el tema por experiencias personales de su familia. Y el hecho de poder tener la capacidad de un buen cuidado, un acompañamiento y las mejores condiciones posibles al final de la vida, una muerte digna, cómo se dan las condiciones para ello”, explica Reeves.
Tres años antes, el expresidente de Sofofa Bernardo Larraín y su padre Andrés Navarro la motivaban a sumar un nuevo desafío a su abultada agenda. Le pidieron que entrara al consejo de Sofofa. Larraín había sido también el primer impulsor de la fallida candidatura de Navarro a la presidencia del gremio en 2015; año en que finalmente ganó Hermann von Mühlenbrock. Ahora, el padre impulsaba a la hija. En 2017, Rosario asumió en el consejo. Y entró al comité ejecutivo de Larraín. “Fue intenso, pero entretenido y un tremendo desafío. Me di cuenta del modelo que estaba generando para otras mujeres y de la percepción súper negativa del empresario y empresa y de eso me quiero hacer cargo”, dijo Rosario ese año a la Qué Pasa. “Mi yo dentro de Fundación Chile es bueno, porque trabajo en educación con los niños más vulnerables, pero soy la misma persona que trabaja en Sonda. Entonces, ¿por qué el hecho de estar vinculada a una empresa te transforma altiro en un monstruo?”, reflexionaba en ese entonces.
En 2020 sonó como posible carta de Sofofa para liderar la CPC. Ella rechazó esa postulación. “No existe ninguna posibilidad de que compita como candidata al sillón más importante del empresariado chileno”, señaló en esa oportunidad.
En 2021 fue reelecta como consejera de Sofofa hasta 2025. Hoy es parte del Comité de Desarrollo Empresarial Sostenible que preside Heriberto Urzúa, y es directora de Sofofa Hub. “Lleva ya harto tiempo dedicándole mucho tiempo a Sofofa”, dice una fuente.
Vinculación política
El 11 de diciembre de 2005, Rosario Navarro celebró el triunfo de Michelle Bachelet. Ella misma contó a Qué Pasa que salió a la calle enfundada por la banda presidencial a celebrar la llegada de una mujer a la presidencia. “Era una bacheletista máxima”, decía a la revista en 2017. A renglón seguido añadiría: “No soy una persona política. Me pasa que fui más concertacionista, a la Nueva Mayoría todavía no la logro entender entera”. Hoy cuesta definirla en alguna posición, confirman varios cercanos. Lo que sí coinciden es en sus redes: “Tiene una transversalidad de relaciones de todos los lados políticos”, señalan. Ello se mira en la esfera de Sofofa como un activo, ya que puede entablar puentes fácilmente en medio de un año marcado por el debate constitucional y las reformas.
Vía plataforma del Lobby ya da cuenta de reuniones con este gobierno, y por diferentes sombreros. En julio se reunió con el ministro de Hacienda, Mario Marcel, para presentarle las propuestas de ComunidadMujer para una reactivación económica con perspectiva de género. En abril se había juntado con el titular de Economía, Nicolás Grau, para avanzar en la colaboración Chile-Australia en temas de tecnología e innovación. Y en agosto de 2022 concurrió a una reunión con el Presidente Boric. Asistió a la instancia en compañía de Von Appen, Juan Sutil en su calidad de presidente de la CPC, y el secretario general de Sofofa, Gonzalo Russi. En la oportunidad participaron también Marcel, Grau y, la ministra del Trabajo, Jeannette Jara.
“Rosario tiene buena llegada en general. No le cuesta generar confianzas, entonces es una muy buena interlocutora con cualquier gobierno”, enfatiza un consejero.
Defensora de las cuotas en los directorios; respalda el proyecto del Ejecutivo que establece un piso mínimo de 40% de mujeres en el directorio de las sociedades anónimas. “Tiene un perfil empresarial poco tradicional”, dice un consejero.
Fuentes al interior de Sofofa miran esta posición con cierto recelo. Algunos sostienen que aún le falta experiencia empresarial para liderar el gremio. Otros, sin embargo, valoran la juventud y la energía de Navarro. Uno de los contactados recuerda cuando se presentó Juan Claro a la presidencia en 2001. Tenía 55 años y los llamados tres mosqueteros, Ernesto Ayala, Eugenio Heiremans y Hernán Briones vieron la candidatura con suspicacia, apuntaban a lo mismo: su juventud y, según ellos, escasa experiencia. Y bueno... fue una presidencia influyente. Tanto, que saltó luego a la CPC.
Navarro es consciente de esas críticas. Y, de hecho, fue una de las razones porque sumó a Óscar Hasbún. El gerente general de la Compañía Sud Americana de Vapores es valorado por sus pares. Lo consideran un personaje fuerte, y de hecho es uno de los que más participa en los consejos. En 2021, renunció al comité ejecutivo de Sofofa tras diferencias con Von Appen. Acusaba ausencia del gremio en el debate público. “Óscar le aporta a Rosario la dureza en el abordaje de los temas. Él es un peso pesado en el sector”, dice un cercano a Sofofa.
Gonzalo Said, en tanto, era uno de los que sonaba como candidato de consenso; conoce la actividad gremial, ya fue vicepresidente de Sofofa. Rosario Navarro lo conoce desde hace tiempo. Ambos participan en Generación Empresarial; Navarro es directora y Said, past president. Además, en octubre entró Hasbún a la mesa.
“Se armó un trío que representa todas las dimensiones de Sofofa. Y que en su conjunto, genera consenso”, señala un consejero. De hecho, es inédito que se presente en conjunto una lista, y no, como es tradición, primero el presidente, quien luego nombra a su equipo. “Acá se vota por los tres”, subraya otro consejero. Y eso es justamente lo que hace complejo que salga una lista paralela. “Si hubiese ido Rosario sola, podría haberse dado, pero con este blindaje es complejo”, señala un consejero.
Navarro, Hasbún y Said han estado trabajando en un programa. Eso sí, repiten fuentes al tanto, la idea es juntarse con la mayor cantidad de empresas socias para afinarlo en conjunto e incorporar aspectos adicionales. “El objetivo de esta candidatura es el consenso y construir el programa en base a las necesidades de los socios”, dice un conocedor. Ya existe un calendario de reuniones de cara a marzo. Para luego presentar las bajadas de su plan para el gremio. Y llegar a mayo como la candidata de consenso que lidere la Sofofa por los próximos dos años.