En forma lúdica, algunos expertos argentinos ven las negociaciones de este año entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno argentino como un “Té para tres”. La mítica canción del conjunto bonaerense Soda Stereo sirve para entender uno de los complejos factores que rodean las negociaciones de este año entre el organismo multilateral, la administración de Alberto Fernández y, tras las primarias presidenciales de agosto, con la coalición política que tenga las mayores chances de llegar a la Casa Rosada en diciembre próximo.

El encargado desde Washington para encabezar las duras negociaciones de este año sobre un nuevo programa fiscal, monetario y financiero en Argentina y fiscalizar su cumplimiento es Rodrigo Valdés, quien asumió como director del Departamento Occidental del FMI. El exministro de Hacienda del segundo gobierno de Michelle Bachelet tomó en mayo la vacante que dejó el brasileño Ilan Goldfajn, quien ahora preside el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“A Rodrigo Valdés le tocó entrar a la negociación con Argentina en la mitad del río. Es un muy buen economista, no sólo por su manejo técnico, sino porque puede ver la realidad política que hay detrás de toda negociación. Debería ser pragmático. Tiene en sus manos una prueba de fuego, ya que es su primera negociación y tiene que demostrar que entiende las circunstancias”, afirma el argentino Miguel Kiguel, doctor en Economía de la Universidad de Columbia y execonomista principal del Banco Mundial.

Las conversaciones entre el FMI y el gobierno argentino, que hasta ahora han sido sólo virtuales, inaugurarán un nuevo ciclo a partir de esta semana que se inicia, cuando el equipo técnico del ministro de Economía, Sergio Massa, viaje a Estados Unidos y se reúna con el staff del organismo multilateral liderado por Valdés. El equipo de Massa tenía previsto viajar a principios de semana a Washington para cerrar un acuerdo en el marco de la quinta revisión del Programa de Facilidades Extendidas, en medio de una negociación más trabada de lo previsto.

Producto de la severa sequía que afecta al país transandino y una debilitada economía, el gobierno argentino ha incumplido una serie de metas fiscales, de emisión monetaria y de acumulación de reservas acordadas con el FMI en 2022, por lo que la negociación en curso será clave para reformular estos objetivos y, según aspira el equipo de Massa, anticipar desembolsos por unos US$ 10 mil millones del organismo para enfrentar el duro momento económico. El ajuste de las metas y del calendario de financiamiento surge a propósito de la deuda contraída con FMI por unos US$44.000 millones en 2018, bajo la presidencia de Mauricio Macri.

Ministro de Economía argentino Sergio Massa

El clave momento político

Un ingrediente clave a la compleja negociación está dado por la cercanía de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto, un verdadero termómetro sobre los candidatos a la Casa Rosada con más opciones para las elecciones presidenciales de octubre. De hecho, el propio ministro Sergio Massa fue ungido hace pocas semanas por el peronismo gobernante como el candidato de la coalición Unión por la Patria. Por la oposición corren Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, por Juntos por el Cambio, y el economista Javier Milei.

Para Marina Dal Poggetto, exsubgerente de Análisis Macroeconómico del Banco Central de Argentina y directora ejecutiva de EcoGo Consultores, lo que está haciendo Massa y su equipo es pedir recursos para evitar una crisis en lo que resta de gobierno y financiar las reservas, que han caído peligrosamente.

“Este nuevo programa del FMI que se negocia será uno de transición al próximo gobierno donde el objetivo principal es que Argentina no entre en atrasos y que el Fondo no sea el culpable de la caída de Argentina. A nadie le conviene que Argentina entre en atrasos de sus compromisos”, afirma la economista, quien cree que luego de las primarias de agosto, el FMI deberá integrar a la negociación a la coalición que lidere las posibilidades de llegar a la presidencia. Recuerda, asimismo, que en septiembre próximo Valdés deberá hacer una nueva revisión del programa de compromisos, en el marco de chequeos trimestrales del Fondo. Dal Poggetto duda que el FMI adelante desembolsos de la magnitud de las solicitadas por el gobierno argentino, aunque cree que sí habrá alivios para “dar un respiro” a la economía argentina hasta las elecciones de octubre.

Argentina no ha logrado cumplir este año ni la meta fiscal ni la de emisión monetaria y ni la de acumulación de reservas. Sin embargo, aún se mantiene el objetivo de déficit fiscal primario del 1,9 % del PIB para el cierre de 2023, entre otros parámetros, los que podrían revisarse durante las negociaciones.

En lo que es considerado una señal política y dada la falta de dólares en sus reservas, el gobierno argentino decidió saldar la semana pasada por primera vez una parte de sus vencimientos de deuda con el FMI con yuanes chinos por un monto equivalente a US$ 1.000 millones. “Hay un tema geopolítico también en toda esta negociación. Massa está negociando con China y también con el FMI. El último pago al Fondo en yuanes es una mojada de oreja, una provocación. Massa juega fuerte y va a jugar fuerte”, añade Marina Dal Poggetto, quien compara la negociación del FMI con Argentina con la de un banco y un “deudor incobrable”.

Sebastián Cea, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, profundiza el análisis. “La negociación es compleja tanto en lo financiero como en lo político. Mi percepción es que ya con la información que tenemos hoy de pagos con ayuda de China, el proceso de destrabe financiero a corto plazo puede ser corto. Sin embargo, la mayor complejidad viene del aspecto político. Es un esquema que hereda una negociación de un gobierno anterior y se da ad portas de una nueva elección presidencial. En este sentido, quien corre como candidato de continuidad, Massa, se juega mucho en que esta negociación sea expedita”, analiza Cea.

El factor Valdés

La tortuosa relación entre el FMI y Argentina ha cruzado generaciones en el país trasandino. Hace más de una década otro chileno, el exministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre tuvo duros enfrentamientos con el gobierno argentino cuando se desempeñó también al mando del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI y realizó intentos por revisar su economía.

Esta vez Valdés tampoco lo tiene fácil. “La estrategia del Fondo es que Argentina siga a flote, aguantar a diciembre y que con un nuevo gobierno con ideas frescas se pueda negociar un nuevo programa que permita normalizar la economía”, apunta el economista argentino Miguel Kiguel.

“El rol de Valdés puede ser clave. El esquema que se heredó del gobierno de Macri tiene poca credibilidad para la administración actual con un sesgo de que no hubo negociación, sino que se acataron condiciones para salvar una emergencia. De este modo, esta negociación puede ser la antítesis de eso y qué mejor que un profesional del Cono Sur de alto nivel que pueda ayudar a construir credibilidad de un esquema que ojalá ayude a resolver el problema de corto plazo, pero que empiece a sentar bases de mejoras institucionales de largo plazo que aíslen del ciclo político el desempeño macroeconómico argentino”, concluye Sebastián Cea.

Por de pronto, el gobierno trasandino decidió esta semana postergar pagos de deuda para fin de mes con el FMI por US$2.600 millones y así ganar tiempo en medio de una peligrosa falta de dólares. Yuanes chinos para el pago pueden ser otra vez una alternativa, mientras la negociación telemática vía Zoom entre el equipo de Massa y Valdés se convertirá en un cara a cara en Washington a partir de los próximos días.