No tiene un cargo formal, pero durante la cadena nacional que dio Javier Milei la semana pasada desde el Salón Blanco de la Casa Rosada, apareció inesperadamente a la derecha del mandatario. La sorpresiva aparición de Federico Sturzenegger en la pantalla de millones de argentinos esa noche confirmaba al expresidente del Banco Central trasandino como el asesor económico más importante del nuevo presidente de Argentina y el artífice de los decretos con los que el libertario busca cambiar el rumbo económico del vecino país.
Pero hace un mes Federico Sturzenegger ya daba señales de su cercanía con Milei y del papel preponderante que tomaría en el nuevo gobierno que asumió el 10 de diciembre. El economista titulado en la Universidad Nacional de La Plata, disputó hasta último minuto el cargo de ministro de Economía, pero Milei designó finalmente a Luis “Toto” Caputo, quien fuese presidente del Banco Central de Argentina durante la administración de Mauricio Macri.
Doctorado en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Sturzenegger coincidió y logró gran cercanía con varios economistas chilenos como los expresidentes del Banco Central José De Gregorio y Vittorio Corbo, el actual director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Rodrigo Valdés.
En 2001 fue secretario de Política Económica en el gobierno de Fernando de la Rúa, y entre 2013 y 2015 fue diputado nacional por el partido Propuesta Republicana. Posteriormente, y luego de tres años en la presidencia del Banco Central durante la era de Macri, renunció al cargo en medio de una fuerte alza de la inflación.
“Con Javier Milei tengo una relación de respeto mutuo hace muchos años. Como ya he dicho, creo que su irrupción en la política abrió la posibilidad de debatir cosas que sabíamos que estaban mal pero que nadie quería abordar. Movió el eje de la discusión, en mi opinión, para el bien de todos”, dijo en septiembre pasado en la red social X (antes Twitter), en medio de la campaña por la primera vuelta presidencial.
El arquitecto del cambio
Fiel a su plan de aplicar “terapia de shock” a la economía argentina, Javier Milei anunció un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que busca modificar y/o derogar 366 leyes que regulan una amplia variedad de actividades económicas en Argentina.
De esta forma, se abolirían normativas como la Ley de Alquileres, liberalizando los contratos en el mercado inmobiliario, y la Ley de Abastecimiento, “para que el Estado nunca más atente contra el derecho de propiedad de los individuos”, afirmó el mandatario días antes de Navidad en la Casa Rosada.
Además, el DNU busca liberar los controles de precios y transformar a todas las empresas estatales en sociedades anónimas para habilitarlas a su posterior privatización. De esta forma, Milei cumpliría una de sus promesas de traspasar a manos privadas la mayor parte de las empresas estatales en Argentina. Asimismo, el megadecreto también intervendría el rígido mercado laboral reduciendo la base de las indemnizaciones y ampliando el período de prueba de los trabajadores de tres a ocho meses, entre otros.
Investido como el gran arquitecto del megadecreto, Sturzenegger justificó posteriormente las drásticas reformas como una forma de cambiar el rumbo de la economía argentina.
“El DNU exige una emergencia, que es la que vio el Presidente en el contexto que ha heredado del gobierno anterior, viendo la necesidad de cambiar de rumbo”, dijo el economista, quien destacó la necesidad de “dar una señal clara y contundente de que Argentina se encamina hacia otra dirección”.
Si bien el economista argentino Alejandro Vicondoa considera que las medidas adoptadas son necesarias y correctas, repara en que la estrategia de presentar los cambios como un paquete único y no separable puede generar incertidumbre con respecto a la sostenibilidad en el tiempo.
“Entiendo que el gobierno priorizó una estrategia de implementación rápida de las medidas, pero pasar por el Congreso le hubiese permitido construir más consensos, ayudando de esta forma a ganar más legitimidad y sostenibilidad, ya que sería el fruto de acuerdos entre distintos partidos”, afirma el académico del Instituto de Economía de la Universidad Católica (UC), quien recuerda que el megadecreto está en la incertidumbre, ya que puede ser declarado inconstitucional por la justicia y, además, debe ser validado por el Congreso.
Vicondoa asigna a Sturzenegger un rol clave, tanto en las medidas incluidas en el DNU, como en las de la ley ómnibus que Milei envió al Congreso esta semana y que buscan una profunda reforma al Estado trasandino.
“Sturzenegger es un reconocido economista con destacada trayectoria académica, que incluye cargo en la Universidad de Harvard (...) Sturzenegger formaba parte del equipo de trabajo de Patricia Bullrich (excandidata de Juntos por el Cambio y actual ministra de Seguridad de Milei) en su campaña presidencial y estaba encargado de elaborar medidas que permitieran cambiar varias características de la economía, algo que fue aprovechado ahora por Milei”, añade Vicondoa.
Los nexos chilenos
El clave asesor de Milei tiene una cercanía especial con muchos economistas chilenos. En su paso por el MIT, Sturzenegger forjó una fuerte amistad con otros estudiantes nacionales que también cursaron sus doctorados en la casa de estudios en Estados Unidos, con quienes mantiene un contacto frecuente.
“Federico es muy cercano a muchos economistas chilenos dado su paso por el MIT. Es un buen economista, serio y optimista. Ha hecho un trabajo enorme en esto de buscar reformas y es interesante que esté apoyando a Milei desde la centroderecha argentina”, confidencia en privado uno de los economistas más cercanos a Sturzenegger en Chile, quien pidió el anonimato.
Según diversas fuentes, el expresidente del Banco Central José De Gregorio y el exministro de Hacienda Rodrigo Valdés están dentro del grupo más cercano a Sturzenegger en Chile. Con De Gregorio coincidieron como alumnos del economista alemán Rudi Dornbusch, quien guio sus tesis, forjando un fuerte vínculo en sus reuniones semanales con su profesor.
“Somos muy muy amigos. Es una gran persona, muy inteligente y entusiasta de participar en política pública. Él llegó al MIT un año después que yo. Fuimos alumnos de Dornbusch en nuestra tesis y teníamos reuniones semanales y nos hicimos buenos amigos. Después, él se fue de profesor a la UCLA (Universidad de California). Mientras yo estaba en el FMI, escribimos dos papers”, rememora el actual decano de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, José De Gregorio.
Otro chileno que lo conoce bien es el expresidente del Banco Central Vittorio Corbo, de quien fue asistente en el Banco Mundial.
“Lo conozco muy bien. Un verano trabajó como mi asistente en la Gerencia de Ajuste y Crecimiento que yo dirigía en el Banco Mundial”, recuerda Vittorio Corbo.
Pero Sturzenegger también ha logrado gran cercanía con otros economistas de la región que han pasado por el MIT, como el actual presidente del Banco Interamericano del Desarrollo (BID), el brasileño Ilan Goldfajn, quien llegó a la presidencia del organismo multilateral en noviembre del año pasado y está iniciando una serie de gruesas reformas. “En general, los latinos que pasamos por el MIT somos muy amigos, somos una hermandad”, confiesa otro economista chileno que tiene gran cercanía con Goldfajn y Sturzenegger.