El 2020 está lejos de ser un año normal para la industria de refinación de petróleo. La baja en el precio del crudo en los mercados internacionales, reflejo no solo de la caída de la actividad, sino también de la feroz competencia entre productores, está provocando que la capacidad ociosa en la industria aumente como no se había visto en décadas, con cierres temporales de plantas en países como Italia, Portugal, Argentina y Japón, todo lo cual, para bien de los consumidores locales, tiene efectos en el precio del combustible en Chile.

Antes del coronavirus, a fines de 2019, el balance entre oferta y demanda se encontraba relativamente equilibrado, fruto de la coordinación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) más Rusia, manteniendo cuotas de producción para cada país, más una demanda estable. Pero se trataba de un equilibrio precario, pues la irrupción de Estados Unidos y su producción mediante nuevos métodos como shale o tight, venía desde hace un tiempo haciendo perder posiciones a los países de la OPEP.

Fue en medio de esa situación que estalló la pandemia. Ya en marzo, la demanda de petróleo bajó de 100 millones de barriles diarios a 88 millones.

Entonces estalló el quiebre de la OPEP más Rusia, lo que llevó a todos los países productores a aumentar su producción, aun cuando los precios se desplomaban. Solo en marzo el Brent cayó 56%.

Y aunque luego de aquello hubo algunos acuerdos parciales -que recién entraron en vigor en mayo- y recortes unilaterales de algunas empresas, la situación derivó en el colapso del WTI del 20 de abril, cuando los contratos llegaron a transarse a valores negativos.

Pero, ¿qué pasó después? Aunque los indicadores han repuntado -pero permaneciendo en niveles bajos para los vistos en los últimos años- los inventarios crecieron en forma acelerada. La Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) proyecta que estos crecerán en un promedio de 2,6 millones de barriles por día este año, con un techo de 11,5 millones diarios hacia el segundo trimestre. Así, las refinerías comenzaron a disminuir sus tasas de utilización, llegando al 68% en EE.UU. -según publicó Reuters- e incluso con algunas plantas cerrando por completo.

Es decir, sobra petróleo y sobra capacidad de refinación. Lo que falta es demanda por combustible. La propia EIA anticipa que el consumo de gasolina para motores en EE.UU. bajará 11% en promedio este año. Y como se proyecta que este escenario se extienda durante el año y que la recuperación llegue entrado 2021 e incluso en 2022, el escenario para este sector es muy poco alentador.

En el mundo, algunas refinerías decidieron paralizar. Es el caso de la petrolera Galp, de Portugal, que suspendió por un mes su mayor refinería. Misma situación se produjo en Argentina, donde tres refinerías -una de ellas, que procesa el petróleo de Vaca Muerta- cerraron temporalmente. En el Caribe, Ecuador, Italia, India, Japón, Corea del Sur y Tailandia se han producido tanto recortes como cierres parciales.

Efecto en Chile

En el caso de Chile las consecuencias, según informes del sector, tiene efectos mixtos para el mercado y para Enap, empresa estatal encargada de asegurar el abastecimiento de combustibles en el mercado interno.

En primer lugar está el efecto precio, observándose ya once semanas de bajas, acumulando una caída de $125 por litro para la bencina de 93 octanos y de $106 para el litro de diésel, dado que el valor para el mercado interno toma como referencia los precios internacionales. Estas bajas podrían ser mayores de no ser por la aplicación del Mepco, mecanismo que atenúa los traspasos, tanto las alzas como las bajas del mercado.

El problema es que en Chile la demanda también está deprimida. Mientras en abril la caída fue de 35% respecto con igual mes del año pasado, este mes y el próximo se proyectan caídas del 40%, lo que podría subir pues este cálculo no consideraba una cuarentena total en la Región Metropolitana. Un temor es que esta baja en la demanda golpee a los distribuidores, sobre todo a los pequeños operadores de estaciones tanto independientes como de cadena.

Por todo esto, la preocupación para Enap es grande, sobre todo con los márgenes de refinación tendiendo a la baja. Así, la estatal ha señalado que la compra de combustible refinado ha sido rentable dado que ha evitado la pérdida que hubiera significado refinar el crudo en sus refinerías.