Cual púgil, el ministro de Hacienda Ignacio Briones entró en octubre al cuadrilátero y no ha parado. Ha peleado varios asaltos y se ha mantenido de pie. Partió victorioso, adjudicándose el puntaje máximo con el acuerdo tributario apenas a unas semanas de jurar como parte del gabinete, siguió con dos buenos golpes con la aprobación del Presupuesto 2020 y del reajuste del sector público.
Pero tras ese inicio arrollador, el combate se le ha vuelto cuesta arriba. La contienda subió de tono en marzo con el advenimiento del Covid-19 y en estos últimos meses ha recibido duros embates. El punto cúlmine de ellos, coinciden desde los mundos técnico y político, fue el capítulo del retiro del 10% de las AFP que, al igual que para todo el gobierno, significó también para él una muy dura derrota.
No solo no fue considerado en su argumentación, lo que hasta ese minuto, en mayor o medida, siempre había logrado establecer echando mano a su reconocida capacidad de diálogo, sino que se “hizo trizas” el espíritu del acuerdo político que él mismo había logrado forjar con la oposición en torno al fondo de US$12 mil millones apenas unos días antes, como describe uno de los economistas del grupo de los 16 que trabajó para esa instancia.
Así, ser la cara visible contra el retiro de los fondos previsionales lo dejó magullado, reconocen en el propio Ejecutivo. En la oposición lo acusan ahora de intransigente y que no oye. Al respecto, el senador PS Carlos Montes, uno de sus más duros críticos, sostiene que “el ministro partió muy abierto y dialogante; y gradualmente fue oyendo solo a los que pensaban igual. El diálogo se ha ido haciendo más difícil. Ojalá que viniera luego un tercer tiempo y que este segundo tiempo sea corto”.
Briones está consciente que la inicial luna de miel se acabó hace ya rato y si bien hace una autocrítica, “esto ha sido si parar. Quizás en ese proceso tan acelerado uno comete errores”, dijo el jueves en una entrevista en The Clinic, en la misma ocasión aseguró que “me da lo mismo mi popularidad . No tengo un objetivo de ser candidato a nada”.
Sabe que está bajo fuego cruzado y que eso no ha sido inocuo para su figura. De hecho, la aprobación ciudadana, que lo favoreció como el mejor evaluado -en la encuesta Cadem- del gabinete entre enero y mayo, y que lo llevó a un peak en junio de 56%, donde solo cedió el primer lugar antes el recién llegado ministro de Salud Enrique Paris, sufrió una abrupta caída en julio, de casi 20 puntos. y lo ubicó en el puesto 11 (entre 28), con solo 38%. “El ministro fue la cara visible (del 10%), porque estaba solo. En ese gabinete estaban todos peleados con sus partidos”, comenta un legislador que observó desde afuera esa tensión.
Estar en la cima llevó a los más entusiastas a verlo incluso como una eventual carta presidencial, lo que él ha desestimado. Para los economistas, esta pérdida de popularidad tiene que ver, además, con los problemas que ha tenido el gobierno en la entrega de su ayuda para paliar los efectos económicos del coronavirus.
El ministro ha señalado en su círculo íntimo que en su rechazo al retiro del 10% de los fondos de AFP actuó por convicción, preocupado por el efecto en las futuras pensiones. “Él considera que reivindicar las convicciones más profundas es más valioso en la política”, dice una fuente con lo conversó con él.
Frente a todo ello y siguiendo con el símil pugilístico, desde el mundo privado se ve que el ministro de Hacienda debe recomponer fuerzas para la segunda parte de la pelea, que se advierte muy dura. Para su segundo tiempo en el gobierno. Desde La Moneda y desde su propia cartera dicen que Briones “está entero”.
En ese sentido, hay quienes advierten que el cambio de gabinete, pese a que no lo tocó, ni a nadie del equipo económico, igual tuvo un costo para él. Perdió a su principal aliado, Gonzalo Blumel en Interior, con quien formaba una dupla casi de memoria, el que fue reemplazado por el exsenador Víctor Pérez (UDI). “Con Blumel compartían miradas, diagnósticos y modos similares, siendo los dos Evópoli y cercanos generacionalmente, tenían además una formación y trabajo en políticas públicas. Eran amigos, y se notaba”, señalan fuentes del Ejecutivo.
Sin embargo, no todos comparten esa mirada. “El gobierno cambió el eje hace tiempo, y Blumel perdió relevancia política. Ahora vamos a ver un ministro de Hacienda preocupado de las finanzas. No veo un agotamiento, sino un cambio de signo en que la agenda estará centrada en el comité político, y él jugará otro rol, más sectorial”, sostiene el analista político Carlos Correa.
¿Pérdida de poder o reacomodo?
En este nuevo escenario, sus cercanos afirman que Briones mantiene la buena sintonía con el Presidente Piñera, que conversan regularmente, que él lo escucha, aunque en el mundo tecnócrata de centroderecha consideran que el ministro perdió poder. Consideran que con la llegada de figuras políticas es probable que no tenga tanto peso y presencia en el gabinete.
En su primer tiempo, Briones mostró una impronta distinta a sus antecesores, construyendo una imagen de escuchar a todos, con un lenguaje y tono más cercanos, con lo que recuperó los puentes rotos con la oposición. A muchos impresionó la importancia que le otorga a las comunicaciones, siendo uno de los ministros de Hacienda que aparece más seguido en los medios, incluso concediendo dos entrevistas por día; y también su muñeca política, que ha sido tan esquiva para quienes se instalan en Teatinos 120.
Algunos economistas indican que partió diciendo que sí a casi todo, y que en los últimos meses ha adoptado el rol más tradicional de ministro de Hacienda respecto a la restricción de los recursos, sobre todo en el marco que ha impuesto la pandemia.
En la oposición consideran que como parte del gobierno, su lectura del impacto de la crisis tuvo problemas y producto de ello sufrió traspiés que le jugaron en contra. Sostienen que con el bono Covid se quedó corto y que luego se negó rotundamente a subir a $80.000 el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) -lo cual tuvo que hacer después-, y tanto en el Fogape como en La Ley de Protección al Empleo debió efectuar perfeccionamientos posteriores.
Para varios que han negociado con él o han estado en la misma vereda, en estos episodios han descubierto a otro Briones, que califican de “porfiado”. De hecho, quienes fueron parte del acuerdo con la oposición del 14 de junio, recuerdan que en ese fin de semana de largas conversaciones, muchas veces el ministro se ofuscó y cerró la puerta. “Era Blumel quien aliviaba las tensiones y volvía a tirar puentes, porque Briones era muy llevado a sus ideas”, añade una fuente legislativa.
Claro que el llegar finalmente al acuerdo por un gasto de US$12.000 millones fue un importante triunfo para él, aunque duró muy poco y las últimas semanas han sido duras. Primero, por el capítulo del 10% que aprobaron además varios parlamentarios oficialistas -”estaba muy molesto”, admiten sus cercanos-, y segundo, por la deficiente implementación inicial del bono y préstamos a la clase media, en contraposición con la eficiencia con que las AFP han estado entregando el 10% a sus afiliados. En todo caso este viernes, el Presidente Piñera anunció que el mencionado bono ya había llegado a más de un millón de personas, y si bien reconoció problemas en su entrega, agradeció por su esfuerzo a los ministerios de Hacienda, de Desarrollo Social y al Servicio de Impuestos Internos, con todos sus titulares ahí presentes.
Pero de todos modos, Briones ha debido pagar varios platos rotos, entre otros, la crítica de llegar tarde y de manera insuficiente con las ayudas a la población. Desde afuera varios técnicos ven una cierta debilidad en su equipo, sobre todo porque por las circunstancias estiman que no están dando abasto. Sin embargo, desde el interior de Hacienda rechazan esto y señalan que el que aquí no ha dado el ancho ha sido el Estado como un todo, tal como lo ha manifestado el propio Briones. Dicen que es una falla institucional para una organización que no está acostumbrada a ser sometida a niveles de estrés tan altos.
El que tampoco comparte las críticas es el senador de Evópoli Felipe Kast, muy cercano al ministro. “Al único que el Presidente decide no tocar fue a Briones, esa es una señal política contundente. Me parece un espaldarazo muy fuerte de su gestión. Su rechazo al 10% lo fortalece porque muestra que está dispuesto a defender causas impopulares, aun a costa de su imagen”, indica el parlamentario.
Lo que sí reconocen tanto en el oficialismo como en la oposición, es que en algún momento Briones debió asumir casi todas las tareas del gabinete, hasta las vocerías, por lo que la llegada de figuras provenientes del Congreso al gabinete, le pueden ayudar a la hora de negociar los votos. Y eso, apuntan, lo refuerza en su tarea y no lo contrario. Es más, algunos parlamentarios comentan que ahora se lo ve “más tranquilo, aliviado” y con el tiempo para concentrarse en las tareas propias de su cartera. Tanto así, que esta semana volvió a concurrir presencialmente a la comisión de Hacienda de la Cámara, a la que antes sólo asistía en forma telemática. “Veo a Briones más aproblemado con la oposición que con el cambio de gabinete, porque no están respetando el acuerdo del 14 de junio”, señala el diputado Guillermo Ramírez (UDI).
Oposición y desafíos
En la oposición el ministro ha tenido buena sintonía con dos senadores de la Comisión de Hacienda: Ricardo Lagos (PPD) y Jorge Pizarro (DC), con quienes habla bastante seguido. Pero con el paso de los proyectos ligados al Covid la relación se ha vuelto más tensa. Tras la firma del acuerdo de los US$12 mil millones, desde la oposición consideran que el ministro quiere interpretar los puntos concordados a su manera, que desea tener todo el control y promueve los temas que desea.
Desde la misma oposición reconocen que el escenario se irá poniendo más complejo a medida que se acerque el plebiscito y por ende las posturas y diferencias se profundizarán.
Fuentes de Teatinos aclaran que el ministro se ha caracterizado por su vocación de diálogo y así lo ha reflejado en distintos acuerdos desde que partió en esta cartera. Así también logró despachar ayer de la Comisión Mixta el proyecto de reactivación que se había entrampado, admitiendo la instalación de una mesa con las pymes y a la vez, logrando mantener la depreciación acelerada para intangibles.
No obstante, sostienen que el ministro ha advertido que la oposición está cada día más difícil, que muchas veces bloquean o alargan las discusiones. “Él sabe que se hará más cuesta arriba en un ambiente electoral con varias elecciones ad portas”, comentan.
Precisamente ese es el gran escollo que desde el oficialismo y el mundo técnico ven que deberá salvar Briones: una oposición durísima, que no le concederá nada. Un escenario nada halagüeño para el sinfín de desafíos que tiene el ministro en este segundo tiempo.
De partida, debe tramitar el Presupuesto 2021 en medio del ambiente electoral, y negociar dos reajustes, el del salario mínimo y el del sector público.
Además, debe enfrentar la arremetida opositora con la aplicación, por única vez, de un impuesto a los altos patrimonios. Frente a ello, el gobierno y Briones quieren poner como alternativa un programa de eliminación de exenciones, pero este último tampoco se ve libre de dificultades. Uno, que la oposición exige medidas concretas -”no vamos a aceptar que nos diga que va a hacer un estudio”, dicen-; y dos, que en un escenario macroeconómico de recesión y alto desempleo, no se ve fácil quitarles beneficios a ciertos sectores. “¿Se les va a decir a los camioneros que no se subsidiará el diésel; a los agricultores que se termina la renta presunta; o a los constructores que no habrá devolución del IVA?”, reflexiona una fuente de gobierno.
Otro desafío es la reforma previsional que debe volver a negociar en el Senado, con una propuesta opositora -que es mayoría- que aspira a que todo el 6% se quede en un sistema colectivo.
Y como si todo lo anterior fuese poco, está la gran tarea de reactivar la economía y el empleo. En este punto, hay quienes ven que Briones tiene una ventaja. “El modelo que están utilizando los gobiernos en el mundo para enfrentar los efectos económicos de la pandemia es de mayor gasto fiscal, y eso a un keynesiano como Briones le viste muy bien. Ese será su guión y es su plus, su activo”, apunta Carlos Correa.
Fuentes de Hacienda indican que el corazón y la mente del ministro están de lleno en la reactivación y el empleo, que se ha puesto como desafío fundamental de este segundo tiempo. Su visión es que esta titánica tarea sólo se puede lograr con unidad, con acuerdos políticos para ir adoptando medidas. “A menudo manifiesta que su tarea principal es estar a bordo de un barco que navega en aguas turbulentas. Sabe que su rol en esa conducción es clave en cuanto a coordinación de los distintos ministerios para apuntalar la recuperación, para aumentar la inversión pública y echar a andar los subsidios de empleo”, sostienen desde el ministerio. Ahí centrará su misión.
En el oficialismo confían en las habilidades de Briones y anticipan que el ministro sabrá tejer los vínculos necesarios con el nuevo equipo de gobierno.
Señalan que con Cristián Monckeberg (Segpres) se entienden bien, que con Jaime Bellolio no debiera tener problemas -”es un liberal en la UDI”, apuntan- y que con Víctor Pérez las redes ya están extendidas. “Está construyendo una buen relación con el ministro Pérez. Briones sabe que debe haber una alianza estratégica con Interior, que debe haber complicidad y buena coordinación, porque la negociación técnica la lleva Hacienda, pero la decisión política es de Interior”, manifiesta una fuente que conoce la interna de Palacio.