La investigación publicada en la revista Joule, que pone en jaque la producción del hidrógeno verde como favorita en la industria, afirma que por cada tonelada métrica de dióxido de carbono que se reduce, la producción de hidrógeno verde tiene un costo que oscila entre 500 y US$ 1.250, en comparación con los 100 a US$ 1.000 por tonelada de captura y almacenamiento de carbono. Roxana Shafiee, investigadora del estudio, advierte que aunque se espera que los costos de producción del hidrógeno disminuyan, no sería suficiente para entrar en un mercado competitivo porque es solo una parte de la cadena de suministro. “Si analizamos la propuesta de valor en su conjunto, no hay forma de que sea rentable”, agregó.
Asimismo, The Wall Street Journal asegura que la creciente expectativa sobre el hidrógeno verde ha ido disminuyendo durante el año. El aumento de costos y la falta de interés por parte de productores de energía han llevado a la paralización o retraso de varios proyectos. Si bien ha sido visto como una solución clave para la producción de energía limpia, hoy se está reevaluando su potencial. Shafiee sostiene que “la gente es cada vez más escéptica respecto al hidrógeno y cuestiona esta noción de bala de plata”.
Aunque la demanda del hidrógeno sigue creciendo, la Agencia Internacional de la Energía, que presentó sus resultados una semana antes del informe, señaló que la mayor parte de la producción potencial está aún en fase de planificación y que “para materializar estos proyectos, el sector debe crecer más del 90% anual hasta 2030, un desafío considerable”. Sin embargo, identifica diversos obstáculos en su crecimiento en la actualidad, como por ejemplo los retrasos en los incentivos, problemas de licencias o señales poco claras del financiamiento.
Por su parte, Pierre-Etienne Franc, director ejecutivo de Hy24, gestora de inversiones especializada en hidrógeno limpio, menciona que ha habido grandes expectativas con respecto al hidrógeno verde y que son pocas las oportunidades para ver un cambio. “La gente está siendo realista con lo que hace falta para conseguir una nueva oleada energética significativa, la última necesaria para que la transición funcione”. A su vez, asegura que países como Estados Unidos, avanza de manera paralela en inversiones de hidrógeno azul, es decir, la producción de hidrógeno a través de combustibles fósiles como fuente de energía, capturando después las emisiones de carbono.
El futuro del hidrógeno azul
Si bien existen diferentes dificultades, el informe detalla los grandes avances de Estados Unidos en proyectos de hidrógeno azul, utilizando combustibles fósiles y capturando las emisiones de carbono. Los incentivos fiscales, como el programa 45Q, están promoviendo inversiones en este ámbito, permitiendo que los recursos de gas natural se utilicen de manera más sostenible.
Eugene McKenna de Johnson Matthey subraya la importancia de un marco regulatorio claro para impulsar la industria del hidrógeno: “Las empresas intentan invertir capital en proyectos rentables para sus accionistas. No van a invertir a menos que tenga sentido desde el punto de vista comercial. No son organizaciones benéficas”. En ese sentido, aseguró que la viabilidad del hidrógeno verde podría ser mayor en regiones con abundancia de recursos renovables, como Brasil y Australia, mientras que el hidrógeno azul parece tener un futuro más prometedor en Estados Unidos y el norte de Europa, asegura.
En conclusión, el estudio de Harvard plantea serias interrogantes sobre el futuro del hidrógeno verde en la matriz energética de Estados Unidos. Mientras se abren nuevas posibilidades con el hidrógeno azul, la industria enfrenta la necesidad de adaptarse a un contexto económico y regulatorio para mayor desarrollo.