Las relaciones de interdependencia que son tan evidentes en la naturaleza, también son ciertas para las personas, las organizaciones, las naciones y la economía, y suponen elementos de reciprocidad, equidad y colaboración.

Muchos hemos caído en la tentación de criticar el “sistema”, como si el sistema estuviera fuera de nosotros y no fuésemos parte de él. O como si fuéramos parte de él, pero no tuviéramos el poder para mejorarlo. O en querer cambiarlo, sin estar dispuestos a cambiar nosotros, nuestras organizaciones y nuestra forma de relacionarnos.

Por estos días se cumplen 50 años del ensayo de Milton Friedman “La responsabilidad social de la empresa es incrementar sus beneficios”, una crítica al concepto de responsabilidad social de las instituciones, basado en que sólo los individuos podrían ser responsables.

Las Empresas B del mundo junto a otras organizaciones, unidos en la iniciativa “Imperative21”, lo conmemoramos proponiendo un reconocimiento explícito a la interdependencia, re-imaginando las relaciones entre el sector privado, los gobiernos y la sociedad civil, para que todos tengan acceso a mercados libres, justos e inclusivos; comprometiéndose a eliminar la desigualdad estructural, midiendo en base a métricas comunes y confiables, creando valor para todos los stakeholders y propiciando una economía regenerativa que pueda sanar las fallas de sistema sociales y ambientales.

Con la ventaja de medio siglo de evolución social y empresarial, hoy sabemos que la escucha y conexión con el entorno es un tema de supervivencia. Los empresarios y emprendedores pueden y deben mejorar el sistema. Y gracias a la mayor transparencia, los consumidores, el talento y los inversionistas, pueden también elegir dónde impactar. En un ambiente de libertad, competencia y apego a las normas, nos parece entonces virtuoso que las empresas compitan por atraerlos, mediante la declaración de un propósito que trascienda la maximización de las utilidades, y el liderazgo de empresarios y ejecutivos al ponerlo en movimiento.

No estamos hablando de filantropía, sino de desplegar desde el modelo de negocio un cuidado que permita la creación de valor para los accionistas y también para quienes se relacionan con la empresa, considerando los lazos de interdependencia que existen entre ellos.

Porque, finalmente, seas trabajador, miembro de una comunidad, consumidor, beneficiario de un fondo de pensiones o dueño de una empresa, las externalidades positivas o negativas de la empresa recaen siempre en personas, que no están desintegradas en sus distintos roles. Quizás siempre lo sospechamos, pero no habíamos tomado conciencia: feliz día de la interdependencia.

*La autora es presidenta de Sistema B Chile