Patricio Jamarne se autodefine como un híbrido. Hoy -reconocido como uno de los veedores más destacados de la plaza local- ha atravesado una historia donde las finanzas y las leyes se han entrelazado desde su origen. Él mismo relata que a muy temprana edad le tocó enfrentar la crisis de los 80 como abogado del Banco Español, el primero en ser intervenido. Tras las quiebras, pasó a asesorar a los bancos en liquidación. Y ya con más 10 años trabajando en la misma materia, se transformó en síndico... y al menos una década después, en veedor.

“Se necesita una especialización, estudiar las industrias. Tienes que tener un concepto económico detrás. Yo soy abogado, pero me he dedicado toda mi vida a la cosa comercial... me he dedicado toda mi vida a esto”, relata.

Hoy, Jamarne tiene a su cargo las dos reorganizaciones de empresas más emblemáticas del último tiempo. En enero asumió como el encargado de dirigir el proceso de ajuste financiero de Ad Retail -la primera gran compañía en caer tras el estallido social-, y cuatro meses después hizo lo propio con Enjoy, la debutante entre las firmas de renombre en tambalear en medio del Covid-19.

Es que, actualmente, las reorganizaciones de empresas están a la orden del día. La debilidad financiera derivada de la crisis sanitaria ha hecho que solo en mayo, seis empresas se acojan a este mecanismo.

Según datos de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento (Superir) son 22 las empresas que a mayo han entrado en reorganización, 15,7% más de lo registrado en igual lapso de 2019, y ya hay un estudio elaborado por Fix Partners Consulting y Castañeda Abogados que habla de que debieran prácticamente duplicarse en los próximos meses. Y es en ese contexto donde la figura de los veedores cobra una relevancia sin precedentes.

“En los últimos meses han aumentado notoriamente las solicitudes de reorganización de empresas como consecuencia del estallido social y de la incertidumbre política y económica que existió desde el mes de octubre del año pasado en adelante”, explica la veedora Daniela Camus.

“Se van a multiplicar las reorganizaciones, pero sobre todo las liquidaciones, pues muchas empresas no resistirán el embate de la explosión del 18 de octubre, más la pandemia, más la probable vuelta de la explosión 18-O y la incertidumbre del proceso constituyente que tendrá a Chile en pausa hasta que no se sepa con claridad qué va a ocurrir”, agrega el socio de Puga Ortiz Abogados y representante de Ad Retail en su reorganización, Juan Esteban Puga.

Un listado acotado de abogados está hoy tras la calificación de veedor; una estructura bien concebida por expertos de la plaza, aunque con modificaciones más amplias que urge realizar.

Liderando entre crisis

En 2014, la antigua Ley de Quiebras mutó a la actual normativa de Insolvencia y Reemprendimiento. Entre el 82 y ese ejercicio, la figura clave era la del síndico que aunaba, bajo la misma mano, las tareas de reorganizar y liquidar las compañías. Con la nueva legislación, ambas se separaron. La primera sería tarea de los veedores, y la segunda, de los liquidadores. Hasta el 2019, los antiguos síndicos pudieron ser, de manera indistinta, veedores y liquidadores.

Ese año, sin embargo, tuvieron que optar. Y los números fueron claros: el listado de veedores quedó con 19 personas, y el de liquidadores, con cerca de 100. Es que mientras en años normales se realizan 45 reorganizaciones, las liquidaciones pueden superar las 2.000, en procesos bastante más automáticos y ágiles que los primeros, que exigen una expertise y un poder negociador más complejo, además de una trayectoria de renombre.

Mal que mal, son los tres principales acreedores los que eligen al veedor de una empresa, quien debe mediar y conciliar las posturas entre la firma deudora y los poseedores de las acreencias y, para eso, se necesita ser reconocido entre ellos.

“Los acreedores que definen al veedor prefieren ir a la segura, es decir, que quien se haga cargo del proceso sea una persona que tenga la experiencia y el manejo”, explica el socio de Castañeda Abogados y representante de Luxury Shoes en su reorganización, Luis Felipe Castañeda. Añade, además, que generalmente son las mismas entidades, tales como los bancos, las que deben escoger, por ende, se repiten los nombres de quienes han estado en otros procesos junto a ellos. “En esto se está manejando la plata de los otros, entonces hay que tener a alguien de confianza, que cuente si los números son reales o no, si lo que me están contando es verdad o no”, complementa Jamarne.

Tal es así, que de los 19 veedores que hoy están registrados -los cuales deben tener un título de una carrera de mínimo 10 semestres (hoy hay 11 abogados, cinco ingenieros comerciales, un contador, un ingeniero civil industrial y un ingeniero civil mecánico), ejercer cinco años, y pasar un examen ante la Superir-, 13 tienen una o ninguna causa. Al revés, existen tres con más de 10 procesos. “Las concentraciones nunca son positivas. El problema es que los tres o cuatro más significativos son muy buenos y experimentados”, subraya Puga. Y agrega que acá “no vale la pena ampliar la nómina, pues el problema no es ese, sino abrir las posibilidades para que otros veedores se muestren”.

Hoy, el más destacado es Jamarne, con -señala- ocho procesos en calidad de interventor -instancia que viene luego de que se logra un acuerdo con los acreedores, tal como ya ocurrió con Ad Retail- y dos como veedor: Luxury Shoes y Enjoy. La Superir habla de 38 procesos vigentes, reporte que no estaría del todo actualizado; le sigue el abogado Enrique Ortiz D’Amico, con 27 procesos, entre los que destacan Boutiques & Corners y Tecnodata . “Últimamente ha habido un incremento en nuestra labor, que se debe al mayor conocimiento de la normativa concursal por parte de las empresas y de sus asesores legales”, explica. Y añade: “Hay pocos veedores por cuanto requieren de experiencia, sólido conocimiento normativo y una fuerte inversión en personal especializado, puesto que debemos interiorizarnos y controlar empresas de distintos rubros”.

Tanto Jamarne como quien lo secunda, cuentan con estudios dedicados a esta materia. Jamarne trabaja con cerca de cinco abogados, e igual número de contadores. Ortiz D’Amico tiene a 10 profesionales entre abogados, auditores e ingenieros, además de personal administrativo.

Más atrás aparece la única de las dos mujeres del listado con causas activas. Se trata de Daniela Camus Astorquiza. La otra es Gabriela de la Sotta, que asumió como tal recién hace algunos días. Hoy Camus tiene a su cargo seis procesos, entre los que están Comercial Chacao -que recientemente fue votado favorablemente por los acreedores- y Minera Altos Punitaqui. Si bien, se transformó en veedora recién a fines del año pasado, su trayectoria ligada a la materia es amplia. Ella misma relata que recién egresada -en 1998- ingresó a la oficina de abogados Silva &Silva, asesorando a dos síndicos de quiebras hasta el 2010, año en que se asoció con la abogada y liquidadora concursal María Loreto Ried. “El 2019 tomé la decisión de hacerme veedora, a fin de ampliar el ámbito profesional y poder atender a clientes que requieren de un veedor que les dé confianza”, explica.

Acceso al crédito y más pymes

La opinión entre los expertos es bastante generalizada. Todos consideran que la figura del veedor está bien planteada, sin embargo, existe un punto respecto al proceso propiamente tal, donde los abogados encienden las alarmas. “Creo que es importante normar para que las empresas, luego de aprobados sus acuerdos de reorganización, no queden tan deterioradas”, sostiene Camus. De hecho, Jamarne enfatiza que tras cualquier reorganización, la compañía queda en una posición financiera muy dañada y con un acceso mínimo al crédito, dadas las clasificaciones exigidas.

Camus ejemplifica que en una de las empresas que interviene, uno de los puntos del acuerdos considera hacer un leaseback (instrumento financiero que permite transformar un activo fijo en liquidez) con un inmueble de su propiedad, para poder obtener recursos. “Sin embargo -plantea-, a esta empresa reorganizada se le hace prácticamente imposible que una entidad financiera le otorgue financiamiento en condiciones de mercado”. Jamarne complementa que “la empresa debiera recalificarse o dar una calificación distinta a la anterior, para que la empresa reorganizada adquiera financiamiento”.

Luis Felipe Castañeda aporta un ingrediente adicional. A su juicio, el proceso exige algún mecanismo para que las pymes puedan acceder a él, esto dado que los costos y las exigencias -balances, auditorías, etc.- lo hacen poco viable para la pequeña y mediana empresa. Y es ahí, donde hoy trabaja el gobierno. “Vamos a buscar que la reorganización sea más accesible para las empresas de menor tamaño, generando para este segmento un mercado de veedores con honorarios más acordes a la situación de las mypes, entre otros costos a reducir, y eliminando otras barreras que hoy imposibilitan a estas empresas someterse a este procedimiento”, explican desde la Superir.

Actualmente, no existe una tabla de pago de salarios a los veedores, sino que estos son propuestos por el profesional a los acreedores, según el tamaño de la empresa y sus deudas. Así, en el caso de Enjoy, los honorarios de Jamarne bordean las 1.800 UF líquidas por la primera protección financiera, más 800 UF por cada prórroga; mientras que los que recibe Camus por Minera Altos de Punitaqui llegan a 500 UF netas, más 300 UF de haber extensión; y los de Ortiz D’Amico, a 250 UF y 100 UF por prórroga en el caso de Boutiques & Corners. Según la Superir, el promedio de los honorarios tiende a ser de 380 UF, partiendo de un piso de unas 50 UF.

Con todo, si no hay acuerdo entre los acreedores, la empresa pasará de todas formas a liquidación, tal como ocurrió a fines de mayo con Importadora y Exportadora Li y Chan, o a mediados de ese mismo mes con Transportes Jotar.

Al revés, si se aprueba la reorganización, el veedor se transformará en interventor de la compañías por un plazo mínimo de un año. Y pese a que se puede dar la contingencia de que un solo abogado esté a cargo de varias grandes empresas -tal como Enjoy o Ad Retail-, para Patricio Jamarne hoy eso no es problema. “Si me pregunta si tengo tiempo, tengo muchísimo tiempo, mucha más capacidad profesional para seguir atendiendo”, asegura entre risas. P