Falabella es un peso pesado dentro de las empresas chilenas. Su pacto controlador está compuesto por distintas ramas familiares que tienen sus propios negocios, manejados por oficinas profesionalizadas, llamadas family offices.
El clan de María Teresa Solari Falabella (75) y sus hijos, Francisca (53) y Juan Carlos (52) Cortés Solari tiene su propia oficina familiar, llamada Corso (un acrónimo de Cortés Solari), la cual maneja todo el patrimonio del grupo, que se nutre de los flujos de Falabella, la multinacional chilena más valiosa del retail que llegó a valer más de US$ 20 mil millones en Bolsa, pero que ahora ha caído a US$ 6.500 millones, por la pandemia.
A partir de los dividendos de Falabella recibidos desde 2004 a la fecha, analistas de bolsa consultados por este medio calculan que solo por el 11,31% de la propiedad que posee Corso en el retailer hoy, es decir, sin contar participaciones mayores que han tenido en el periodo, han recibido más de US$ 840 millones en todo este lapso. Otro conocedor de los movimientos del family office calcula que, al menos, han duplicado ese monto a la hora de reinvertirlo en distintos instrumentos financieros. A esto hay que sumarle los US$ 111 millones que recaudó Corso al enajenar en 2016 un paquete del 0,57% de Falabella.
Con miras a ampliar el patrimonio, en los últimos 15 años Corso se embarcó en la inversión de compañías de forma directa, como una especie de private equity. Sin embargo, a partir de 2017 decidieron vender estas participaciones, para seguir centrados en invertir en instrumentos financieros sus dividendos de Falabella, analizan distintos actores del mercado financiero.
Así es como en 2017 salieron de la propiedad de la pesquera y salmonera Blumar, donde remataron en bolsa su 8,02% de la firma en US$29 millones. Esa transacción la hicieron por medio de BTG Pactual, firma que los asesoraría más adelante con todas sus otras ventas.
Los Cortés Solari también pujaron por la apertura en bolsa de Inmobiliaria Manquehue, para poder vender su 15% de la propiedad a la cual habían ingresado en 2009. Ahí estuvieron diez años. A inicios de 2019 vendieron ese porcentaje con una recaudación en torno a US$ 20 millones. Ya tenían experiencia en el sector inmobiliario: fueron accionistas de Almagro, pero lo dejaron en 2007 cuando la empresa fue adquirida por Socovesa.
En octubre de 2019 sellaron la venta del 49% de las participaciones que tenían en las carreteras Valles del Biobío (Concepción-Cabrero) y Rutas del Desierto (accesos a Iquique) que poseían junto a Auguri, el family office de Cecilia Karlezi Solari. El comprador fue DIF, un fondo holandés que pagó cerca de US$ 100 millones -sin contar deuda-, en lo que habría sido uno de los negocios productivos con mejores réditos para Corso.
La venta más reciente y la que viene
Hace algunos días se concretó la venta más reciente de la familia de Teresa Solari: la frutícola David del Curto, a la que habían arribado en 2005, incrementando paulatinamente su posición hasta alcanzar el 93% en 2011 y la totalidad en el último tiempo, al comprarles a los últimos accionistas que quedaban, entre ellos el socio de Sigdo Koppers, Horacio Pavez.
Una vez tomado el control, lo que permitía negociar directamente y sin terceros la venta a una firma internacional, David del Curto llevó a cabo en noviembre una división de sociedades y activos, que se agrupan en tres grandes áreas: producción, logística-distribución y comercial. Una fuente conocedora del family office sostiene que Corso se mantiene en todos esos negocios, con distintos porcentajes de propiedad en cada uno de ellos. En los registros del Conservador de Bienes Raíces de Santiago, la empresa se dividió, creó la nueva empresa Decor y la continuadora legal David del Curto S.A. registraba un capital de US$ 108 millones (ver infografía).
Corso vendió el control de la empresa de frutas a la norteamericana Hancock Natural Resource en cerca de US$ 150 millones, quedándose así el grupo chileno con un 10% y con Elizabeth Lehmann como representante en el directorio. “Más que una venta, fue la incorporación de un socio estratégico mayoritario”, dice una fuente ligada a Corso, quien destaca que este nuevo actor “con ADN frutero” podrá darle a David del Curto “mucha inversión de capital y expertise”.
En las conversaciones y negociaciones para llevar a cabo la compraventa, que duraron dos años, un aspecto clave que conquistó a los norteamericanos fue la diversificación de la firma, dado que está expuesta a distintos climas dentro de sus operaciones en Chile, que van desde Vicuña hasta Chile Chico, con 1.600 hectáreas propias que contribuyen con un poco más de la mitad de lo que exportan. La diversificación también se da en variedad de frutas, dado que manejan uvas, cerezas, manzanas, peras, arándanos, kiwis, mandarinas, clementinas, ciruelas, nectarines y duraznos. Con esta compra, Hancock se asegura en Chile una producción contracíclica para sus clientes del hemisferio norte.
Tras esta venta, ¿qué negocios “reales”, en sectores productivos, le van quedando a los Cortés Solari? Uno importante: el holding deportivo Equity Brands & Retail (EBR), firma que tiene más de 60 tiendas a nivel nacional -por lo que se denominan como el principal retailer del deporte local-, 43 de ellas bajo su marca emblema: Sparta. También tiene representación exclusiva y cinco locales New Balance, tres de la marca Speedo, dos de bicicletas Trek y una Rebels Golf. Además cuentan con la representación de otras marcas deportivas en Chile, como Head Berghaus, Warrior, Technogym y SKLZ.
Fuentes cercanas a Corso indican que la venta de EBR, o al menos de Sparta, podría ocurrir este año o el próximo. Dependiendo de lo que vendan, es factible que recauden entre US$ 50 millones y US$ 100 millones, sostienen, y los interesados potenciales en comprar podrían ser actores internacionales. De todos modos, antes de cualquier noticia de venta, en el holding esperarán a ver cómo se comportará el retail deportivo a medida que se recupere la economía, en la medida que el Covid inicie su retirada.
Desde Corso, una fuente señala que “la principal función es administrar el patrimonio de las inversiones que se tienen. Quizás por la coyuntura se podría decir que no es un buen momento para estar en el retail, pero puede que eso cambie”.
Los protagonistas del family office
Juan Carlos “Chaleco” Cortés está a la cabeza de Corso. Lidera un comité de inversiones acompañado por su hermana Francisca -en su Linkedin sostiene que está en el cargo desde 2001- y los directores Michael Grasty, Julio Fernández, Claudio Israel -empresario automotriz y marido de Francisca Cortés- y Elizabeth Lehmann, CEO de Corso desde hace 12 años, dentro del cual se debate y se toman las decisiones de inversiones más relevantes del grupo.
Cortés, licenciado en Administración de Empresas con mención en Economía de la Universidad de Nevada, Estados Unidos, es un reconocido golfista, vicepresidente del directorio de Falabella y presidente de Tottus, además de ser el presidente de Corso Inversiones y Corinvest, otro de los vehículos de inversión de la familia.
La principal ejecutiva de Corso, Elizabeth Lehmann, es ingeniera comercial y contadora auditora de la Universidad Católica, con un MBA en Northwestern University-Kellogg School of Management. Llegó a Corso en sus albores, en 2001, donde trabajó en el área de inversiones hasta 2005 y desde ese año hasta 2008 fue la CFO del grupo. Desde 2008 es la CEO, lo que le demanda además ser la representante de la familia en los directorios de Sodimac, David del Curto y Sparta.
Otros ejecutivos relevantes al interior del grupo que funciona en Presidente Kennedy 5454, son Rodrigo Arze, gerente de inversiones de la oficina desde hace 10 años, quien antes ejerció por seis años como gerente de renta variable en AFP Capital; y Álvaro Bofill, gerente legal de la empresa desde 2013. Corso es uno de los family offices más profesionalizados a nivel local: cuentan con alrededor de 20 trabajadores que se encargan de distintas áreas a la hora de administrar las inversiones.
En áreas más específicas del family office destaca Pilar Sanguineti, que desde 2018 es la responsable de inversiones internacionales y de asignación de activos. Antes estuvo en AFP Cuprum como jefa de mercados internacionales y responsable de acciones globales. Otros ejecutivos relevantes son Matías Lyon, responsable de inversiones inmobiliarias internacionales y capital privado; y Juan Pablo Von Bernath, a cargo de las inversiones inmobiliarias locales.
Corso invierte en renta fija, variable y activos alternativos. De hecho, a través de algunos fondos de inversión privados que manejan vía Corinvest S.A., como Alerce y Minke, han invertido en acciones locales como Entel, SQM, ILC, Enel Américas, AES Gener, Colbún, Banmédica, Empresas Lipigas, AFP Habitat, Sigdo Koppers, Viña San Pedro de Tarapacá y Embotelladora Andina.
El vehículo clásico de inversión del family office es Inversiones Corso S.A., cuyas sociedades madres son Inversiones Sofía Limitada e Inversiones Botny Limitada, ambas ligadas a los hermanos Cortés Solari. Algunas de las sociedades de Corso que actúan en Falabella y Sodimac son Inversiones Mapter Dos Limitada, Inversiones Quitafal Limitada, Inversiones Don Alberto Cuatro SpA y Mapcor Cuatro SpA, y Mapcor Cuatro Alfa SpA.
No todo son negocios y deportes para los Cortés Solari. Una parte importante de sus recursos, han señalado con anterioridad, los destinan a la Fundación Filantropía Cortés Solari, presidida por Francisca Cortés Solari. Esta organización trabaja a través de otras dos entidades: Caserta, creada en 2003, dedicada al apoyo de profesores y alumnos para una educación integral y con foco en la naturaleza, y Fundación Meri, ligada a los campos de la ciencia y la educación ambiental para la conservación. Poseen tres centros de conservación en Chile: en Patagonia Norte, en San Pedro de Atacama y en San José de Maipo.