Estaba soleado ese martes 24 de julio de 2012, en Antofagasta. Se nota en la cara de Marcelo Rivadeneira, que parece esquivar la luz en una foto de ese día. Está de pie junto a otros emprendedores que levantan el pulgar en señal de “me gusta”. Él es el único que no repite el gesto. Parece apurado, pese a que solo hacía unos minutos le habían entregado el Premio Gestión Pyme Competitiva 2011 por su emprendimiento Mr. Food.

Marcelo Fernando Rivadeneira Rivadeneira era entonces dueño y gerente general de esa firma de alimentación nacida en 2004 y que en menos de una década se convirtió en todo un ejemplo en Antofagasta. En esa ciudad, las noticias sobre su rol en el fraude de Primus, el factoring que controla Raimundo Valenzuela, son seguidas con gran interés: entre 2012 y 2013 el antofagastino dejó una huella de cheques protestados, impagos y conflictos, según consta en los registros judiciales de esa capital regional que revisó Pulso.

Hace dos semanas, el técnico en cocina internacional, que después estudió ingeniería en administración de empresas, se convirtió públicamente en otro de los protagonistas estelares de la trama de cheques y facturas falsas, sociedades cruzadas y personajes de todo tipo. Primus lo demandó a él y a tres de sus sociedades, a las que exigen $1.120 millones.

También a sus socios Hugo Villagrán Sepúlveda (Inversiones Sarasota, West Capital SpA), el médico Rodrigo Mardones (Grupo el Hualle, Rhino Spa, Inmobiliaria San Angol, Eagle Cooper Mineral Corp Spa) y al abogado Antonio Abraham Guzmán Neira. En ese grupo, el factoring también incluyó a Claudia González Pizarro, cónyuge de Rivadeneira (también socia en Need Solutions).

Primus acusa a Rivadeneira de haber actuado en complicidad con Francisco Coeymans e Ignacio Amenábar, exgerente general y exgerente comercial de la empresa, respectivamente, para defraudar a la firma financiera. Su nombre, el de sus empresas y algunos de sus socios aparecen linkeados a una serie de operaciones de facturas, préstamos y cheques que los controladores de Primus (Valenzuela, Fernando Franke y Eduardo Guerrero) cuestionan.

Este viernes en la tarde, Primus informó a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) que deberá concretar un nuevo aumento de capital para fortalecer su posición. El martes, la calificadora de riesgos Feller Rate bajó su calificación, principalmente por las insospechadas consecuencias del caso.

“Marcelo: De acuerdo a lo conversado, te adjunto cartera que corresponde a ti”, dice un correo del 5 de abril pasado, donde Gastón Díaz de Valdés, gerente comercial de Primus, adjunta a Rivadeneira un Excel con todo lo que debe. “Eso sí, tener en cuenta que puede que nos falten algunas ya que aún estamos en revisiones”, agrega antes despedirse. Total adeudado: $25.485.820.377, unos US$30,7 millones.

El mail es una de las pruebas que presentó Pedro Orthusteguy, el abogado que contrató Rivadeneira para que lo defendiera contra Primus, en el Cuarto Juzgado Civil de Santiago. Una de sus primeras acciones fue demandar a Primus por querer cobrar los $25 mil millones.

El 30 de marzo pasado, Primus informó a la CMF el hallazgo de cheques falsificados por $5.600 millones, y el 28 de abril añadió que había otros $3.600 millones por el mismo problema. También denunció que se encontraron facturas ideológicamente falsas.

El cielo es el límite

Rivadeneira (45) creció en el humilde barrio antofagastino de Miramar, pero nunca pasó mayores estrecheces. Sin padre, como él orgullosamente ha contado, fue su madre, la microempresaria Dolly Rivadeneira, quien marcó su camino. Lo educó en el colegio católico San Luis, uno de los mejores que había en la ciudad, y le enseñó a vivir de los negocios.

Excompañeros suyos todavía lo recuerdan como un buen estudiante, colocolino de la vida entera, simpático, alegre y muy perseverante. Con algunas de esas mismas características coincidieron diversas personas que hablaron con Pulso.

En el Inacap de Antofagasta, donde Rivadeneira estudió cocina a fines de los 90, destacó especialmente en los ramos de administración. Después, cuando ya era dueño de Mr. Food, se matriculó en ingeniería en administración de empresas en el curso vespertino que se dictaba en la sede Antofagasta de la Universidad Arturo Prat.

La historia de Mr. Food partió el 29 de octubre de 2004 en la ciudad nortina, cuando Rivadeneira y la microempresaria del transporte Claudia del Carmen Berríos constituyeron esa empresa para atender la enorme demanda por alimentación de las faenas mineras e industriales de la zona. El negocio creció rápidamente. Pero para aquellas fechas, Rivadeneira ya tenía otras cosas en la cabeza.

“Pasamos de vender $20 millones a $300 millones. Teníamos operaciones en universidades y mineras, principalmente. Marcelo decía que el cielo era el límite y creó varias empresas hermanas de Mr. Food para entrar a varios negocios. Al principio tuvimos problemas con los pagos, pero los normales, como cualquier pyme”, cuenta bajo condición de anonimato un exsocio suyo con el que terminaron peleados. Un acuerdo privado, que incluyó una rebaja de los montos involucrados, evitó el juicio el 2012.

El mecanismo

Los tribunales de Antofagasta se fueron convirtiendo ese año y casi todo el 2013 en escenario de demandas en contra de Rivadeneira por protesto de cheques, giro doloso y hasta estafa por falta de pago. Según consta en los archivos, en la mayoría de los casos Rivadeneira llegó a acuerdos, siempre pagando menos: ese sería el mecanismo que después le abriría innumerables puertas.

Otra fórmula sería la de entrar y salir de empresas. Operar como socio y administrador con amplísimos poderes -pedir créditos, contratarse-, para salir después, cobrando un fee por administración. En los últimos años, su nombre figura en 22 sociedades de ese tipo. Le armaba cafés o pubs a extranjeros: venezolanos y colombianos, especialmente. Los años de Mr. Food le dejaron a Rivadeneira un completo manejo del negocio de la alimentación, según comentaron en el sector.

Con ese know how y la promesa de reducir las deudas, fue que el presidente de Fernández Vial, Ángelo Castiglione, le abrió la puerta de sus empresas en 2021. El empresario estaba en el negocio de la alimentación para la Junaeb con Servicios LMA, pero tenía problemas con otras sociedades. Terminó demandando a Rivadeneira y su socio Hugo Villagrán por apropiación indebida, administración desleal y lavado de activos, acusándolos de actuar coordinadamente con Francisco Coeymans para defraudarlo. Defendido por el abogado Rodrigo Rettig, también se querelló contra Primus ante el 4° Juzgado de Garantía, logrando la retención de $499 millones que estaban en las cuentas corrientes del factoring en el Banco Santander, ante el riesgo de que finalmente esta empresa quiebre.

“Rivadeneira y Francisco Coeymans, quien hacía las veces de gerente general (de Primus) hasta marzo de 2023, se concertaban para, aprovechando el flujo habitual de operaciones de las empresas de Castiglione, aprovecharse de ellas y generar desvíos de dinero hacia empresas relacionadas a Rivadeneira”, dice la querella.

Un afuerino en Sanhattan

A contar de 2015, los registros muestran a Rivadeneira instalado en Santiago. Creó la empresa Need Solutions con la que hizo varios negocios como la venta de propiedades, administración de empresas, ventas de seguros, intermediación. Aprendió golf, pasó de un departamento en Las Condes a una casa en Chicureo y con su promesa de arreglar los problemas económicos de las empresas fue abriéndose paso en los círculos financieros de la capital.

De ese cambio dan cuenta las diversas sociedades donde aparece su nombre. Hasta 2015 figura como técnico en cocina internacional y después como empresario o ingeniero en administración de empresas.

Descrito como gozador, aficionado a la buena mesa, solía celebrar los buenos negocios con una comida en los mejores restaurantes. También acostumbraba a contar que en el norte las hizo todas para sacar su sueño adelante: llevar el día a día de los casinos, hasta cocinar, sobre todo los lunes, cuando algunos operarios no llegaban a trabajar.

En 2016 su negocio ya era puramente financiero o de asesorías en la materia. Ya estaba alcanzando la vida que ambicionaba desde joven en el norte. Autos caros, propiedades, viajes a Miami, cruceros para la madre.

Parte de su trabajo lo describe así todavía en su perfil de Linkedlin: “Ayudar a Pymes y grandes empresas a mejorar su patrimonio mediante la obtención de fondos para la inversión, en los sectores finanzas, bienes raíces, servicios de alimentación, facility services y construcción, generando en todas ellas modelos de negocios únicos en Chile”.

Allí entrega algunos datos de su historia empresarial como la creación en 2018 de West Kapital, “respaldada en entidades bancarias de reconocimiento nacional e internacional, contamos con oficinas en Chile, Panamá, Perú y USA”, señala.

Primus también pidió la liquidación de Need Solutions y West Kapital. En esa última sociedad entró en escena otro personaje clave: el empresario peruano-panameño Manuel La Rosa Injoque, a quien Castiglione acusa de coludirse con Rivadeneira para conseguir dineros en la banca panameña.

En confianza, sobre todo después de unas copas, Rivadeneira confidenciaba que nunca había dejado de sentirse un afuerino en Sanhattan. En esos momentos sus cercanos lo llamaban Maguila, en referencia al dibujo animado de los 70 creado por Hanna-Barbera. Sin embargo, gracias a su carácter seductor y capacidad para solucionar problemas, logró forjar una tupida red de buenos contactos. Más de alguna vez se jactó de tener en su teléfono los números de empresarios, ejecutivos, políticos y algunos altos cargos de la administración pública.

Con ese sobrenombre figura también en la investigación por los cheques con que se financió la mantención con vida de Marina Rapel, que lleva el fiscal de Las Condes, Rodrigo Mena.

En esa indagatoria aparecieron los nombres de empresarios y jugadores de fútbol -entre otros- que le habían prestado plata al director médico de la Clínica Las Condes, Rodrigo Mardones, para tratar de salvar su aproblemado proyecto en Rapel.

En la Fiscalía de Antofagasta también su nombre estuvo involucrado en una investigación por las cajas de alimentos que durante 2020 compraron los gobiernos regionales para ayudar a la población cuando partió la crisis del Covid. Rivadeneira entró a la licitación apenas unos días antes, a través de Need Solutions, sin tener historial al respecto. Se la ganó por trato directo. Después contaría que fue uno de los golazos de su vida: se embolsó más de $300 millones en semanas por las 24.310 cajas.

Su llegada a Primus marcó un salto para su negocio. Francisco Coeymans ha negado a sus cercanos que él haya sido quien lo llevó al factoring. Hay quienes aseguran que llegó a la firma financiera por un ejecutivo comercial. Pero de que se convirtió en uno de los mayores clientes de la firma, llevando múltiples negocios, de eso nadie tiene dudas ahora.

El nombre de La Rosa

Conocido en Centroamérica por sus negocios inmobiliarios y constantes apariciones en la prensa económica de esa región, a Manuel La Rosa, Angelo Castiglione lo menciona en su querella contra Rivadeneira en el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago de ser parte de una trama con el antofagastino para defraudarlo. Ello, mediante un ardid de cambios societarios y revisiones de cuentas en el que también estaría involucrado Villagrán, el socio histórico de Rivadeneira. Al respecto el empresario precisó a Pulso que “yo solamente asesoré al señor Castiglione para conseguir fondos para la operación de sus empresas”.

En Chile, La Rosa es conocido en algunos círculos, especialmente en las finanzas y el mundo de las compañías de energías renovables, ya que estuvo detrás de varios proyectos en el norte como gestor financiero. Entre 2010 y 2019 estuvo ligado a la operadora de casinos panameña Latingaming que operaba los centros de juegos de Calama, Osorno y Los Ángeles.

En Primus, La Rosa fue asesor para el plan de emitir US$80 millones en bonos en Panamá, que en sus mejores días el factoring analizaba como vía para seguir creciendo. Los bonos fueron inscritos en la bolsa panameña por Prival, el mayor banco de inversiones de ese mercado.