La Development Finance Corporation (DFC) de Estados Unidos, que invierte en proyectos en países de ingresos bajos y medios, no puede invertir en proyectos de procesamiento de litio en Chile porque se lo considera un país de altos ingresos, pero a las empresas de la República Democrática del Congo, de bajos ingresos, a menudo les resulta imposible cumplir con los estrictos estándares laborales de la DFC”, reclama Brian Deese el economista y asesor de la candidata demócrata Kamala Harris en un ensayo publicado en agosto en la revista Foreign Affairs.

El también experto en innovación del MIT, quien hasta el año pasado dirigió el National Economic Council (NEC) del presidente Joe Biden, plantea en ese documento la necesidad de que Estados Unidos modifique sus políticas de inversión con recursos públicos en el extranjero, a fin de liderar el creciente negocio de la transición energética, mediante lo que llamó un “Plan Marshall para la energía limpia”, bautizado así en honor al programa que el gobierno estadounidense lanzó en los años 50 del siglo pasado para financiar la reconstrucción de Europa, tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, abriendo nuevos mercados para la industria norteamericana.

“Por supuesto que las finanzas estadounidenses deben seguir reflejando los valores estadounidenses, pero todavía hay margen para mucho más”, escribió en el documento donde se queja que, debido a las restricciones autoimpuestas por Estados Unidos, China ha ido ganando terreno en el desarrollo de tecnología y aprovisionamiento de las materias primas clave para la transición energética. Y lo ejemplifica con el caso de Chile: “mientras tanto, las empresas chinas invirtieron más de US$ 200 millones en una planta de litio chilena en 2023 y obtuvieron derechos para explorar minas de cobalto congoleñas el mismo año”, explicitó, en referencia a contratos otorgados por Corfo a firmas chinas para plantas de valor agregado con el litio.

Según la web de la DFC, Uruguay y Panamá, al igual que Chile, no son elegibles para inversiones con recursos federales estadounideses, debido a que son considerados países de altos ingresos.

Litio en tierras de democracia

Tanto el litio como el cobalto son dos de los minerales claves para la transición energética y en suelo chileno hay de los dos. Algunas empresas, como la minera junior estadounidense CC3, están prospectando explotar cobalto, con la promesa del apoyo de los programas federales norteamericanos para la competencia con China -algunos desarrollados durante la gestión del mismo Deese- o apoyándose en las franquicias del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Pero todavía ninguno de esos proyectos ha comenzado y en ese país ya se están planteado múltiples interrogantes sobre el futuro de esas iniciativas, ya que varias líneas de financiamiento solo tienen vida legal asegurada hasta 2026 y su renovación dependerá del Congreso.

“La transición hacia la energía limpia sigue siendo el desafío planetario más importante. También presenta la mayor oportunidad económica: será el mayor evento de formación de capital en la historia de la humanidad. Y le ofrece a Estados Unidos la oportunidad de liderar. Gracias a su poder e influencia aún incomparables, Washington mantiene una capacidad única -y un imperativo estratégico- para dar forma a los resultados mundiales”, afirma Deese, quien también fue asesor de Barack Obama.

En otros de sus análisis, el economista ha destacado que “aproximadamente el 80% de las reservas de litio en el mundo se encuentran en países democráticos”, como Chile, un estándar que, a su juicio, las agencias federales debiesen mirar con buenos ojos y autorizar el desembolso de recursos públicos. “Las instituciones financieras federales están limitadas por reglas bizantinas que bloquean la inversión estadounidense que podría promover sus intereses nacionales”, explicitó.