05 de noviembre 2021
La semana pasada, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) anunció el inicio de la reducción del tamaño del programa de compras en el mercado abierto de bonos federales y con respaldo hipotecario. Lo anterior constituye parte de la llamada política monetaria no convencional (Quantitative Easing o QE por sus siglas en inglés) que implementó con fuerza tras el inicio de la crisis del Covid-19. Luego de la publicación del comunicado del inminente desarme de cartera hemos visto un limitado impacto en el mercado financiero, a diferencia de cuando el entonces presidente de la FED, Ben Bernanke, hizo el anuncio equivalente el año 2013. Sólo para recordar, en los 3 días posteriores al 19/06/13, la bolsa americana cayó un -5.5%, la tasa del tesoro americano a 10 años subió de 2.2% a 2.6%, el dólar a nivel global se apreció +2.5% y las monedas, mercados accionarios y de bonos emergentes retrocedieron -2.6%, -8.9% y -10% respectivamente. ¿Qué es diferente esta vez? ¿Está el mercado subestimando los riesgos de esta política? ¿Por qué nos debería importar esta decisión del banco central de referencia a nivel global?
Para encontrar una aproximación a las respuestas planteadas, es importante entender que es un programa de QE. En términos simples, consiste en una herramienta de política monetaria que puede utilizar un Banco Central para estimular la economía a través de la compra directa de bonos en el mercado abierto en tiempos de crisis. En estas circunstancias, el canal tradicional de política, que es la reducción de la tasa de interés a un día, tendría un impacto nulo o acotado y por esto la autoridad monetaria busca regular de manera directa la cantidad de dinero base disponible en la economía. Pionero en el uso de este mecanismo fue el Banco Central de Japón (BoJ) que a principios del año 2001 lo implementó como medida para estimular la economía con la expectativa de bajar las tasas de interés de largo plazo y empujar a los bancos a incrementar su apetito por la expansión del crédito. En este sentido, una lección consensuada de este experimento es que, si bien se logra una caída en las tasas de interés de mediano y largo plazo, no necesariamente se incrementa la masa monetaria amplia o el tamaño del crédito en el sistema.
Volviendo al 2021, la reacción inmediata del mercado ha sido diferente al desarme anunciado por Estados Unidos principalmente por la ausencia del factor sorpresa. La autoridad monetaria ya venia preparando el camino para este anuncio desde hace 2 reuniones del consejo y el consenso del mercado ya anticipaba esta medida para el comunicado de la reunión de la semana pasada. Esto replica el aterrizaje de expectativas que hizo el BoJ el año 2006 donde tampoco se dieron efectos negativos en los mercados a diferencia del anuncio en Estados Unidos del 2013. Respecto a los riesgos potenciales que el mercado puede estar subestimando, por un lado, si existirá una presión al alza en las tasas de interés de mediano a largo plazo, situación que estará condicionada por la extensión y magnitud de la recuperación económica en Estados Unidos. Esto justificará una apreciación adicional del dólar a nivel global especialmente en relación con las monedas de las economías desarrolladas dado que las emergentes ya se encuentran bastante castigadas y con tasas de interés que en el margen han subido más rápido y con mas fuerza que en el resto del mundo. Finalmente, esto podría ser relevante para nuestra economía en la medida que seamos cada vez mas dependientes del financiamiento externo, con un costo de endeudamiento alternativo en el mercado local que se ha deteriorado por las razones que todos sabemos, pero pocos quieren remediar.
El autor es Director de Estrategia de BTG Pactual Wealth Management