Un jurado federal condenó a Elizabeth Holmes, la fundadora de la startup que afirmó que iba a revolucionar los análisis de sangre, por cuatro de los 11 cargos que se le imputaron por haber llevado a cabo un plan de fraude, por varios años, contra los inversionistas mientras dirigía Theranos Inc., lo que terminó como una de las implosiones más notorias de Silicon Valley.
El veredicto remata una caída abrupta para la ex estrella de Silicon Valley, que alguna vez apareció en las portadas de revistas con titulares como “Esta CEO está en busca de sangre” y emuló al cofundador de Apple Inc., Steve Jobs, vistiendo beatles negro de cuello alto.
En el juicio de 15 semanas, Holmes testificó en su propia defensa, mostrando arrepentimiento por los pasos en falso y diciendo que nunca tuvo la intención de engañar a nadie. Acusó a su exnovio y segundo al mando en Theranos de abusar de ella, acusaciones que él ha negado.
Holmes fue acusada de nueve cargos por fraude electrónico y dos cargos de conspiración para cometer fraude electrónico bajo una acusación formal presentada hace 3 años y medio.
Fue declarada culpable de tres de los nueve cargos de fraude y uno de los dos cargos de conspiración. Fue absuelta de cuatro cargos relacionados con estafar a pacientes, un cargo de conspiración para cometer fraude electrónico y tres cargos de fraude electrónico.
El jurado no pudo llegar a un veredicto sobre tres cargos relacionados con los inversionistas, luego de decir el lunes temprano que tenía dificultades para llegar a un consenso sobre tres de los cargos.
Los 12 miembros del jurado miraron impasiblemente a la asistente del juez, Adriana Kratzmann, mientras leía los veredictos en voz alta. Holmes y sus abogados también miraban al frente, inquebrantables, mientras se leían las decisiones del jurado.
Abrazó a su familia y amigos que asistieron durante todo el juicio antes de salir de la sala.
Holmes parecía serena incluso después de que se leyó el veredicto, y los abogados discutieron la fianza bajo la que estaría retenida mientras permaneciera fuera de prisión hasta la sentencia.
Es casi seguro que Holmes apelará, un proceso que puede llevar años. En una apelación, Holmes podría impugnar aspectos como la evidencia que el juez admitió sobre las objeciones de la defensa o cualquier posible signo de mala conducta del jurado, aunque hasta ahora no ha surgido ninguna.
Salió del juzgado con su pareja, el heredero de una cadena de hoteles en el sur de California, Billy Evans, y sus padres, todos tomados de la mano. Fueron acosados por equipos de cámara mientras caminaban poco más de una cuadra hasta el hotel en el centro de San José donde se habían estado hospedando. Holmes no dijo nada, ignorando la gran cantidad de preguntas por parte de los periodistas.
Los abogados de Holmes se negaron a comentar.
Los fiscales pueden optar por llevar a cabo un nuevo juicio por los cargos indecisos, aunque los expertos legales dijeron que ese camino es poco probable. El momento de cualquier nueva acción por parte de Estados Unidos contra Holmes probablemente se verá afectado por un próximo juicio contra Ramesh “Sunny” Balwani, el exnovio de Holmes y segundo al mando en Theranos, quien enfrenta cargos similares por defraudar a inversionistas y pacientes respecto de la capacidad de análisis de sangre de la startup, cosa que él niega.
Los fiscales tuvieron que demostrar que ella tenía la intención de defraudar a los inversionistas y pacientes, buscando ganancias financieras extras. Holmes respondió con un testimonio diciendo que cometió errores inocentes y creía que la tecnología de análisis de sangre de Theranos estaba dando señales de éxito.
Se convenció a los miembros del jurado de que Holmes conspiró para defraudar a los inversionistas. Este resultado podría ser significativo porque significa que los cientos de millones de dólares que los inversionistas de Theranos perdieron podrían tenerse en cuenta durante su sentencia. Sin embargo, el jurado estaba dividido sobre cuál de los seis inversionistas que testificaron fueron defraudados.
Los miembros del jurado condenaron a Holmes por los tres cargos relacionados con las mayores inversiones. Estos incluyeron alrededor de US$ 100 millones de una oficina familiar de la exsecretaria de Educación Betsy DeVos; US$ 38 millones de PFM Health Sciences LP, un fondo de cobertura que invirtió US$ 96 millones en Theranos y recuperó US$ 43 millones en una demanda civil del 2016 contra la compañía; y alrededor de US$ 6 millones de Daniel Mosley, un ex abogado de bienes raíces que conectó a Theranos con sus clientes adinerados, quienes invirtieron casi US$ 380 millones en Theranos.
“En este juicio de 15 semanas, los miembros del jurado navegaron por un caso complejo en medio de una pandemia y obstáculos de programación”, afirmó Stephanie Hinds, Fiscal Federal para el Distrito Norte de California. “Los veredictos de culpabilidad en este caso reflejan la culpabilidad de Holmes en este fraude a inversionistas de gran escala, y ahora debe enfrentar una sentencia por sus delitos”.
El jurado no quedó completamente convencido por el testimonio de otros inversionistas que dijeron que habían invertido incluso después de que Holmes rechazó sus solicitudes de más información, que según los abogados defensores demostraron negligencia de su parte.
Holmes fue exonerada de todas los cargos relacionados con pacientes. El testimonio de los tres pacientes que recibieron lo que llamaron resultados falsos de las pruebas fue limitado, y el papel de sus proveedores de atención médica al ordenar e interpretar las pruebas también puede haber confundido a los jurados, dicen los expertos legales.
Holmes, de 37 años, podría enfrentar hasta 20 años de prisión por cada cargo por el que fue declarada culpable, pero exfiscales afirmaron que una sentencia tan dura es poco común en casos de fraude de cuello y corbata. El hecho de que Holmes fue absuelta de algunos cargos probablemente reducirá la pena general que enfrentará, dijeron exfiscales. Ahora seguirá la sentencia.
La jueza dijo que planea celebrar una conferencia en más o menos una semana para discutir los tres cargos sobre los cuales el jurado no pudo llegar a una decisión unánime y cualquier plan del gobierno para un nuevo juicio por esos cargos.
En un raro enjuiciamiento por fraude de tecnología, el gobierno de los Estados Unidos, esencialmente puso a prueba la cultura de “fingelo hasta que sea real” (o fake it until you make it en inglés) de Silicon Valley. En el caso de Theranos, los fiscales dijeron que la exageración y la arrogancia de Holmes fueron mucho más allá de las normas, exponiendo a los pacientes e inversionistas a daños al vender tecnología defectuosa. Fue uno de los juicios penales de cuello y corbata de más alto perfil en años.
“Ella eligió ser deshonesta con sus inversionistas y pacientes”, afirmó el fiscal federal adjunto, Jeff Schenk, sobre Holmes en sus alegatos finales ante el jurado. “Esa elección no solo fue insensible, fue criminal”.
El veredicto mixto, de un jurado de cuatro mujeres y ocho hombres, puso un signo de puntuación en un escándalo que surgió con una serie de artículos del The Wall Street Journal en 2015 y 2016 que cuestionaron la tecnología patentada de análisis de sangre de Theranos.
En 2018, Holmes resolvió con un acuerdo las acusaciones civiles por fraude de valores presentados, por separado, por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC); pagó una multa de US$ 500.000 y se le prohibió ser funcionaria o directora de cualquier empresa pública durante 10 años, sin admitir ni negar las acusaciones.
Theranos surgió hace casi dos décadas, a partir de una idea que tuvo Holmes cuando era una estudiante de 19 años en la Universidad de Stanford. Buscaba cambiar el negocio de los análisis de sangre mediante el desarrollo de tecnología que analizara una variedad de condiciones de salud con solo unas gotas de sangre de un pinchazo en el dedo, eliminando la necesidad de grandes agujas y viales de sangre.
Holmes reclutó una junta repleta de estrellas, conocedores de Washington, incluidos los exsecretarios de estado Henry Kissinger y George Shultz, quienes sabían poco sobre atención médica pero se sintieron atraídos por su visión y convicción sobre las perspectivas de Theranos. La junta prestó prestigio a la empresa y ayudó a atraer inversionistas de alto perfil.
En su apogeo, los inversionistas valoraban a Theranos en más de US$ 9.000 millones, la décima más grande entre las empresas emergentes respaldadas por capital de riesgo. Holmes poseía la mitad, con un valor en papel de alrededor de US$ 4.500 millones, testificó durante su juicio. La compañía empleó a cientos de científicos, ingenieros y especialistas en marketing, y Holmes afirmó que podía ejecutar más de 200 pruebas de salud de forma económica y rápida utilizando un dispositivo patentado. En sociedad, Theranos ofreció las pruebas en las farmacias de Walgreens.
El juicio mostró una realidad diferente. La compañía logró utilizar su dispositivo patentado de análisis de sangre con punción digital para solo 12 tipos de análisis de pacientes. Esos resultados no fueron confiables. En su laboratorio, Theranos realizó en secreto la mayoría de sus análisis de sangre en dispositivos comerciales de otras compañías, incluidos algunos que Theranos modificó para trabajar con pequeñas muestras de sangre.
En su testimonio, Holmes dijo repetidamente que lamentaba algunas de sus decisiones comerciales: “Hay muchas cosas que desearía haber hecho de manera diferente”.
Sin embargo, insistió en que nunca se propuso defraudar a nadie: “Yo creía en la empresa y quería poner todo lo que tenía en ella”.
El gobierno llamó a 29 testigos en su esfuerzo por probar que Holmes cometió fraude. Entre ellos se encontraban ex empleados de Theranos que relataron cómo Holmes y su segundo al mando desestimaron advertencias sobre resultados cuestionables de pruebas hechas en el laboratorio de la compañía mientras creaban una cultura de miedo, aislamiento y represalias.
Los miembros del jurado supieron durante el juicio que Holmes falsificó informes proporcionados a algunos inversionistas y socios, como la unidad de farmacias de Estados Unidos de Walgreens Boots Alliance Inc., al agregar logotipos de Pfizer Inc. y otras compañías farmacéuticas importantes sin el permiso de estas compañías. En la corte, los fiscales mostraron cómo se había eliminado y agregado texto a los documentos, lo que algunos inversionistas dijeron en testimonio se les presentó como informes de validación complementarios de las compañías farmacéuticas.
En complemento, la evidencia y el testimonio mostraron una startup que enfrentó numerosos desafíos tecnológicos y operativos y que enmascaró estos problemas para tratar de mantenerse a flote. Todo eso mientras que Holmes estuvo a cargo. Cuando un fiscal le preguntó si la responsabilidad recaía en ella, Holmes respondió: “Eso fue lo que sentí”.
Los inversionistas subieron al estrado para describir cómo Holmes hizo lo que luego concluyeron habían sido argumentos de venta engañosos, afirmando falsamente que los dispositivos Theranos estaban siendo utilizados por el ejército y que la compañía estaba en camino de generar casi US$ 1.000 millones en ingresos anuales en 2015. Afirmaron que el esfuerzo de marketing de Holmes los persuadió de invertir millones de dólares en la empresa.
Los pacientes describieron haber recibido resultados de pruebas que creían que eran simplemente incorrectos. Un resultado indicó que una mujer podría ser positiva por VIH; otro indujo erróneamente a una mujer embarazada a creer que estaba sufriendo un aborto espontáneo. Los científicos de las compañías farmacéuticas testificaron que habían pensado que la tecnología de Theranos no era impresionante; uno llamó a Holmes “reservada” a la hora de entregar información.
En el giro más dramático del juicio, Holmes hizo una apuesta audaz para testificar en su propio nombre. Proyectando confianza, sonriendo a veces y manteniendo la compostura, Holmes presentó su caso completamente en público por primera vez. Ella fue la última de los tres testigos de la defensa.
Durante siete días en el estrado, dijo que tenía intenciones honestas de mejorar la atención médica, pero admitió errores y confusiones. “Quería transmitir el impacto que la empresa podría tener para las personas y para la atención médica”, afirmó sobre su presentación a los inversionistas.
Su testimonio también la expuso a duros interrogatorios por parte de abogados del gobierno sobre cómo, afirmaban ellos, engañó a los inversionistas, reprendió a los que querían denunciar y modificó documentos.
Holmes admitió que manipuló los informes enviados a los inversionistas colocando logotipos de las compañías farmacéuticas. Admitió que el dispositivo patentado de Theranos solo había realizado 12 tipos de pruebas, aunque la compañía promocionaba que podía realizar más de 200. Los miembros del jurado escucharon un clip de televisión del 2015 en el que Holmes dijo que Theranos ejecutaba en sus propios dispositivos todos los análisis de sangre ofrecidos en su menú de más de 200 pruebas.
También, Holmes dijo en un testimonio judicial que Theranos usó analizadores de sangre comerciales en lugar de sus máquinas patentadas para la mayoría de los análisis de sangre con punción digital, otra cosa más que ella había dicho nunca había pasado.
Sin embargo, Holmes nunca admitió haber engañado a los inversionistas, a los pacientes o al público. En un testimonio apasionante, acusó a su exnovio y director de operaciones de Theranos, Balwani, de abusar de ella sexual y emocionalmente.
Ella dijo que la obligó a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad y que la llevó a adoptar un estilo de vida castigador de poco sueño y poco tiempo con familiares y amigos.
Fue durante este emotivo testimonio que la compostura de Holmes se rompió, su voz se entrecortó al hablar entre lágrimas. “Él impactó todo lo que yo era, y no entiendo completamente eso”, testificó sobre Balwani.
Holmes testificó que permitió que Balwani tomara el control de algunas partes de la empresa. Ella dijo que perdió la fe en él después de enterarse de que el laboratorio clínico, que él había supervisado, cayera en desorden. En contradicción, Holmes también había testificado que Balwani era honesto con ella acerca de los problemas en la empresa.
Un abogado de Balwani negó las acusaciones y calificó las denuncias de abuso como “personalmente devastadoras para él”. Se enfrenta a 10 cargos por fraude electrónico y dos cargos de conspiración para cometer fraude electrónico y se ha declarado inocente.
Los dos casos se separaron como resultado de las acusaciones de abuso de Holmes, y el juicio de Balwani está programado para el próximo mes.
Los casos se destacan en medio de un declive de décadas en los enjuiciamientos de cuello y corbata, según profesores de derecho y exfiscales. El abandono de los casos de cuello y corbata por los casos de terrorismo y la dificultad para demostrar la intención en los casos de fraude son, en parte, responsables de la caída. Los enjuiciamientos de cuello y corbata para 2021 han disminuido un 24% con respecto a hace cinco años y un 54% con respecto al 2011, según TRAC Reports Inc., una organización de investigación no partidista de la Universidad de Syracuse.
El apogeo del poder de Holmes llegó en 2014. Una ronda de inversión de Theranos que comenzó ese año recaudó aproximadamente US$ 700 millones, incluso de líderes empresariales de alto perfil como miembros de la familia Walton, herederos de la fortuna de Walmart Inc. y Rupert Murdoch, el presidente ejecutivo de News Corp, propietaria de la editorial del Journal.
A partir de octubre del 2015, el Journal informó que Theranos había ocupado máquinas convencionales para la mayoría de los análisis de sangre, luchó con problemas de precisión, engañó a sus inversionistas y socios corporativos, incluido Walgreens, eludió a los reguladores y puso a sus pacientes en riesgo.
Antes de que se publicara el primer artículo del Journal, Holmes y sus abogados comenzaron a contraatacar, pagando más de US$ 150.000 a investigadores privados para perseguir a dos ex empleados que pensaban habían hablado con un reportero del Journal, amenazando a la matriz del Journal, Dow Jones & Co., con un litigio e instando, sin éxito, a Murdoch para que anulara su informe.
“Nunca hemos utilizado equipo de laboratorio disponible comercialmente para pruebas basadas en punción digital”, afirmó Holmes en respuesta al primer artículo. “Theranos es un laboratorio clínico. Estamos regulados por todos “.
Mientras tanto, la Administración de Drogas y Alimentos (o FDA por sus siglas en inglés) había declarado al “nanotainer” patentado por Theranos, un diminuto frasco para recolectar las pequeñas muestras de sangre, como un “dispositivo médico no autorizado”, prohibiendo efectivamente su uso.
Holmes se mantuvo desafiante, al tiempo que Theranos, finalmente, enfrentó inspecciones regulatorias y sanciones, así como investigaciones civiles y penales. Ella y Balwani fueron acusados en junio del 2018. Theranos se disolvió más tarde ese año.
Algunos inversionistas sufrieron grandes pérdidas. Solo Murdoch perdió más de US$ 100 millones en su inversión. No fue llamado a testificar en el juicio de Holmes.
“No podría decirlo con más fuerza, la forma en que manejamos el proceso del The Wall Street Journal fue un desastre”, testificó Holmes. “Lo arruinamos por completo”.
Otros inversionistas sí subieron al estrado. Alan Eisenman, que había invertido alrededor de US$ 1,2 millones en Theranos, testificó: “Siento que la compañía me mintió y me estafó”.
La atención que Holmes atrajo durante sus días en Theranos la siguió hasta el tribunal federal. Curiosos espectadores vieron el juicio, los equipos de cámaras acechaban la entrada del juzgado y los periodistas hacían fila en las horas previas al amanecer para reclamar uno de los asientos limitados en el interior. No se permitieron cámaras en la sala del tribunal.
El juicio se retrasó repetidamente debido a la pandemia y al embarazo de Holmes. Ella y Evans tuvieron un hijo en julio.
Siete años después de su apogeo como directora ejecutiva de Theranos, Holmes sigue siendo una curiosidad de la cultura pop.
Una artista, Danielle Baskin, se presentó un día en la corte federal vendiendo atuendos de imitación: beatles negros y de cuello largo, pelucas rubias y lápiz labial rojo. Baskin había conducido desde San Francisco en medio de la noche para asegurarse un lugar en la fila para presenciar el testimonio de Holmes.
“Quería ver a Elizabeth”, afirmó, y “cómo sería experimentar su energía”.