En el último siglo se han experimentado cambios en forma vertiginosa e insospechada, desde la tecnologización de las empresas al aumento de los servicios a partir de la masificación de internet y smartphones.
Esto, sumado a la automatización, han sido herramientas poderosas para aquellos que las hacen suyas, pero contribuyen también al aislamiento y desamparo de los sectores que son marginados de las mismas, como también eliminan empleos, dejando a las personas al margen de la sociedad.
Es importante entender, en este contexto, que el motor del emprendimiento de menor escala, vale decir fundamentalmente el trabajador independiente, la micro y pequeña empresa, tienen como foco -antes que nada- la generación del propio empleo y no las utilidades del accionista, como es en el otro grupo económico.
Comprender esto es fundamental para su correcto análisis y consecuente propuesta de políticas salariales, así como también, de fomento a las mismas. Es así como el emprendedor tomará las decisiones que como primera prioridad, hagan posible generar su propio ingreso, por precario que este sea.
Luego, al lograr la generación del propio ingreso, estableciendo como primera meta que este alcance, al menos, el salario mínimo, el emprendedor de pequeños negocios evaluará la posibilidad de generar empleo para sus hijos, parientes y vecinos.
Esto destaca el rol protagónico y central de los emprendimientos de menor tamaño en las economías locales. Por lo tanto, es esencial que las políticas del Estado, el fomento productivo, tiendan al fortalecimiento de los emprendimientos más pequeños, pues al final del día estamos hablando de centrarnos en las personas, de generar empleos y potenciar la dignidad.
Sabemos que el diagnóstico de los emprendimientos de menor tamaño muestra grandes debilidades, sobre todo si las evaluamos con parámetros de grandes empresas. De hecho, más de alguien ha señalado que dadas sus características debieran ser eliminadas: "Si no pueden competir en el libre mercado, que quiebren".
Dicha aseveración peca de liviandad, puesto que, incluso desde la óptica de la gran empresa, los emprendimientos de menor tamaño son indispensables: por su rol de generadoras de empleo con su consecuente efecto en la demanda agregada.
Entonces aparece como fundamental la necesidad de crear un entorno que les permita mayores oportunidades reales. Es en este contexto que la equidad debe pasar de ser una palabra de buena crianza a ser una realidad.
El verdadero tema es que estamos viviendo un cambio paradigmático en que hoy es posible lo que hace 10 años era un sueño. Debemos de ser capaces de construir un mundo y una economía colaborativa.
¿No podemos, de centro, de izquierda y de derecha, dar un paso adelante y aprovechar esta tremenda riqueza que es el ciberespacio para crear un mundo con oportunidades para todos? Un mundo, donde en vez de fijarnos en las limitaciones nos concentremos en los sueños y las soluciones.